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TEOLOGÍA LATINOAMERICANA DE LA LIBERACIÓN

Introducción 

Hace cincuenta años apareció un libro teológico que hizo historia. ¿Su autor? Un sacerdote peruano que era pastor en el Rímac, una zona popular de Lima, a la vez que asesoraba a los universitarios de la UNEC y daba clases en la PUCP. La teología de la liberación no fue sólo un libro ni un autor, sino un movimiento social del cual el libro mostraba su articulación teológica y los anhelos sociales de éstos. Las reflexiones que siguen -diez en total- son una forma de expresar mi punto de vista, dado que los que son de mi generación fuimos afectados por dicha teología (sea de forma positiva o negativa). Incluyo algunas anécdotas e historias. Efectivamente, no todo fueron lecturas de libros o congresos teológicos. Hubo cercanías y también desencuentros. Como ha advertido Juan Stam, hay que cuidarnos de idolatrar a autores y sistemas teológicos. Y Juan A. Mackay le daría la razón: no hay que idolatrar las ideas. Así es la vida (y la teología).

1. EL LIBRO FUNDAMENTAL DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

La primera vez que escuché del libro TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS de Gustavo Gutiérrez (Lima: Centro de Estudios y Publicaciones, 1971) fue cuando comencé a estudiar en el Seminario Evangélico de Lima (SEL). Por cierto, todas las referencias a ese libro y autor eran negativas. Era un libro que debía evitarse y que sólo podían leerlo los del tercer y cuarto año. Así que estaba vedado para mí, alumno recién ingresado a tan distinguida institución evangélica que decía estar puesta “para la defensa del evangelio”. El detalle es que en la misma institución estaban vedados también otros autores y libros, incluyendo al mismísimo René Padilla, un respetable teólogo evangélico. 

Una anécdota de 1983 fue que, después de una conferencia del teólogo ecuatoriano en el auditorio del SEL, su libro EL EVANGELIO HOY fue retirado de la Biblioteca por orden de un misionero alemán y con la complicidad de la bibliotecaria, una misionera estadounidense. Se decía de Padilla que era un “liberal” que no creía en la autoridad de la Escritura además de ser muy cercano a la teología de la liberación. Esos eran los niveles de “confusión” (o de mentira deliberada). Por esos años algunos estudiantes nos atrevimos a preguntarle al rector, un educador peruano, que nos explique dicha teología. Para sorpresa nuestra nos dijo que nunca había leído a Gutiérrez, pero que no le cabía duda que su teología era peligrosa.

En diciembre próximo se cumplen 50 años de la publicación del libro de Gutiérrez. Y me pregunto si es un libro que lo han leído completo aquellos que discrepan abiertamente del teólogo peruano. Hace unos días el administrador de un muro en el Facebook, quien es profesor de teología, sugirió una lista de obras teológicas que todo estudiante debía leer. Abundaban los europeos y los estadounidenses, pero ni un solo latinoamericano. (Ya ni mencionar a teólogas, eso era pedir demasiado para el administrador). Inmediatamente sugerí que ese listado de teólogos debiera ampliarse e incluir a latinoamericanos. La reacción fue vergonzosa: fui tratado de marxista ¡Increíble!

El Centro de Estudios y Publicaciones está promocionando el referido libro de Gutiérrez. No veo por qué debe leerse a San Agustín, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino, Wesley, Stott, etc., y no a Gutiérrez, quien ha hecho historia con su libro. Su influencia ha sido tan grande que va más allá de lo teológico (o religioso). Todos los pastores y profesores de las facultades teológicas debieran leer el libro de Gutiérrez. Todos, sin excepción. Y creo que también debieran leerlo los líderes eclesiales, de lo contrario no podrán opinar de aquello que desconocen. Allí va el índice de la edición actual del libro.

MIRAR LEJOS

Introducción a la nueva edición 

Introducción a la edición original 

PRIMERA PARTE: TEOLOGIA Y LIBERACION

CAP. 1 TEOLOGIA: REFLEXION CRITICA

I LAS TAREAS CLASICAS DE LA TEOLOGIA

1. La teología como sabiduría

2. La teología como saber racional

II LA TEOLOGIA COMO REFLEXION CRITICA SOBRE LA PRAXIS

1. La praxis histórica

2. Reflexión crítica

Conclusión

CAP. 2 LIBERACION Y DESARROLLO

I LA NOCION DE DESARROLLO

1. Origen

2. Enfoques

II EL PROCESO DE LIBERACION

1. De la crítica al desarrollismo a la revolución social

2. El ser humano, agente de su propio destino

3. El tema de la liberación en una perspectiva teológica

SEGUNDA PARTE: PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

CAP. 3 EL PROBLEMA

CAP. 4 DIFERENTES RESPUESTAS

I LA MENTALIDAD DE CRISTIANDAD

II LA NUEVA CRISTIANDAD

III LA DISTINCION DE PLANOS

CAP. 5 CRISIS DEL ESQUEMA DE LA DISTINCION DE PLANOS

I EL NIVEL PASTORAL

1. Crisis de los movimientos apostólicos laicos

2. Toma de conciencia de una situación alienante

II EL NIVEL DE LA REFLEXION TEOLOGICA

1. Un mundo enteramente mundano

2. Vocación única a la salvación

TERCERA PARTE: LA OPCION DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA

CAP. 6 EL PROCESO DE LIBERACION EN AMERICA LATINA

I UNA NUEVA CONCIENCIA DE LA REALIDAD LATINOAMERICANA

1. La década del desarrollismo

2. La teoría de la dependencia

II EL MOVIMIENTO DE LIBERACION

CAP. 7 LA IGLESIA EN EL PROCESO DE LIBERACION

I COMPROMISO DE LOS CRISTIANOS

1. Laicos

2. Sacerdotes y religiosos

3. Obispos

II DECLARACIONES E INTENTOS DE REFLEXION

1. Hacia una transformación de la realidad latinoamericana

2. Una nueva presencia de la Iglesia en América Latina

CAP. 8 PROBLEMATICA

CUARTA PARTE: PERSPECTIVAS

Primera Sección: FE Y HOMBRE NUEVO

CAP. 9 LIBERACION Y SALVACION

I SALVACION: NOCION CENTRAL DEL MISTERIO CRISTIANO

1. De lo cuantitativo…

2. … a lo cualitativo

II UNA SOLA HISTORIA

1. Creación y salvación

a) Creación: primer acto salvífico

b) Liberación política: auto-creación del ser humano

c) Salvación: re-creación y pleno cumplimiento

2. Promesas escatológicas

a) Herederos según la promesa

b) Escatología: futuro y actualidad histórica

c) Promesas escatológicas: promesas históricas

III CRISTO Y LA LIBERACION PLENA

1. Progreso temporal y crecimiento del Reino

2. El horizonte de la liberación política

3. Cristo liberador

CAP. 10 ENCUENTRO CON DIOS EN LA HISTORIA

I LA HUMANIDAD: TEMPLO DE DIOS

II LA CONVERSION AL PROJIMO

1. Conocer a Dios es obrar la justicia

2. Cristo en el prójimo

III UNA ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACION

CAP. 11 ESCATOLOGIA Y POLITICA

I DAR RAZON DE LA ESPERANZA

II LA DIMENSION POLITICA DEL EVANGELIO

1. La “nueva teología política”

2. Jesús y el mundo político

III FE, UTOPIA Y ACION POLITICA

Segunda Sección: COMUNIDAD CRISTIANA Y NUEVA SOCIEDAD

CAP. 12 IGLESIA: SACRAMENTO DE LA HISTORIA

I SACRAMENTO UNIVERSAL DE SALVACION

1. Una nueva perspectiva eclesiológica

2. Sacramento y signo

II EUCARISTIA Y FRATERNIDAD HUMANA

1. “En memoria mía”

2. Denuncia y anuncio

3. Fe y conflicto social

CAP. 13 POBREZA: SOLIDARIDAD Y PROTESTA

I AMBIGUEDADES DEL TERMINO POBREZA

II SIGNIFICACION BIBLICA DE LA POBREZA

1. La pobreza: estado escandaloso

2. La pobreza: infancia espiritual

III ENSAYO DE SINTESIS: SOLIDARIDAD Y PROTESTA

Conclusión


2. LA TEOLOGÍA QUE NACE DEL COMPROMISO CON EL PUEBLO

Sobre el teólogo y biblista chileno Pablo Richard (1939-2021) no tengo sino palabras de gratitud. Lo conocí en 1987 y tomé varios cursos con él en el entonces Seminario Bíblico Latinoamericano (hoy UBL) y en la Universidad Nacional de Heredia, ambos en Costa Rica. Al término de cada clase en Heredia volvíamos juntos hasta Sabanilla charlando en su auto, y esto fue durante todo un año. Así que hablamos bastante y de todo durante muchas horas.

Me contó cómo, cuando huyó de la sangrienta dictadura de Pinochet, pasó una temporada en el Perú donde fue amparado por el pastor metodista Luis Reynoso hasta que pudo salir con destino a Francia, donde haría un doctorado en sociología de la religión en la Universidad de la Sorbona (1978). Cuando le pregunté acerca de su vocación sacerdotal -había entrado al seminario a los 19 años- la respuesta fue sorprendente: él tenía ancestros franceses de fe “hugonote” (un apodo puesto a los “herejes calvinistas”). De ese lado le vino “lo teológico”.

Son muchas las historias con Pablo. Nos hemos encontrado en varios lugares y la última vez que charlamos no recuerdo bien si fue el 2010 o el 2011. Lo que sí recuerdo es que yo estaba con un grupo de compañeros del programa doctoral a quienes llevé al DEI para que conozcan a algunas de las mentes más brillantes en el campo teológico. No encontramos a Franz Hinkelammert pero sí a Pablo. Fue un encuentro emocionante. Algunos de mis compañeros al final de la conversación corrieron a comprar algunos de sus libros. Luego nos hemos escrito varias veces. Conservo sus cartas, al menos una docena de libros autografiados, varias fotos y una generosa recomendación que me hizo a la Facultad de Teología Protestante de la Universidad de Estrasburgo.

Pablo en una autobiografía teológica (“40 años caminando y haciendo teología en América Latina”, J. Bosch & J.J. Tamayo, edits., PANORAMA DE LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA, Estella: Verbo Divino, 2001, pp. 479-499) dice que su itinerario tiene cinco etapas con escenarios muy diferentes. “Un caminar a veces trágico, pero siempre marcado por la esperanza.” (p. 479). Esas etapas, acentuando los años, son: 1958-1970; 1970-1973; 1973-1978; 1978-1989; y 1989-2000. Cada etapa conoció de contextos eclesiales y políticos muy distintos, por tanto su producción teológica y énfasis fueron también distintos (teología y política, historia de la teología, hermenéutica, teologías liberadoras, etc.).

En la tercera etapa escribió su tesis doctoral bajo el título de MUERTE DE LAS CRISTIANDADES Y NACIMIENTO DE LA IGLESIA, la cual fue publicada en francés (Centro Lebret, 1978), en portugués (Paulinas, 1982) y en inglés (Orbis Books, 1987). Se trata de un trabajo magistral sobre eclesiología latinoamericana donde distingue entre “Iglesia” y “modelos de iglesia”. La fe liberadora que nace del pueblo no se opone a la iglesia sino a un -o unos- modelos de iglesia que toman forma en un determinado momento histórico. Es una lástima que esa tesis nunca se haya publicado en español.

De su fecunda producción bibliográfica destaco este libro porque sigue siendo muy actual la distinción eclesiológica ya mencionada. Más aún, a los protestantes o evangélicos nos dice mucho, dado que las diversas eclesiologías -en relación a las realidades políticas en América Latina- sigue siendo una de las áreas más débiles y menos trabajada.

Finalizo diciendo que en varios momentos Pablo fue bastante polémico. Pero en América Latina ¿qué teólogo comprometido con las causas populares no lo es? Como dice en su autobiografía citada, él y sus colegas cometieron varios errores en el campo eclesiológico pero que luego subsanaron. Debo decir que he apreciado su obra teológica y bíblica (creo que he leído todos sus libros, aunque no así sus artículos). A veces lo he citado y aplaudido, y a veces no. Pero eso es lo común y nadie debe enojarse. Adiós Pablo, fuiste un gran maestro y amigo para muchos.

3. LA TEO-LOGÍA COMO “MOMENTO SEGUNDO”

Pretender entender la teología de la liberación a partir sólo del “producto resultante” (conferencias, artículos y libros) o comparándola con alguna teología sistemática, es la manera más eficaz de confundirlo todo, o sea no querer entender nada. Eso le escuché decir a Leonardo Boff y Pablo Richard. Y tenían razón. Sucede que la teología de la liberación en realidad fue tanto un movimiento pastoral (primer momento) como un movimiento teológico (segundo momento), y que en sus orígenes se nutrió de la praxis y de las esperanzas de los pueblos que ansiaban justicia, paz y desarrollo.

No hay que olvidar que los años de la posguerra (1945 en adelante) fueron tiempos de grandes luchas y esperanzas. El mundo había cambiado y un grupo de las iglesias protestantes (1948), así como la iglesia católica (con el Concilio Vaticano II, 1962-1965) creyeron que podrían dar grandes contribuciones a un mundo necesitado de justicia social. No sorprende por ello que desde inicios de los sesenta aparecieran libros con títulos como TEOLOGÍA DE LAS REALIDADES TERRESTRES, TEOLOGÍA DEL MUNDO, TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA, etc. Eran tiempos de mucha preocupación social y reflexión.

América Latina, en esos años, era un continente en ebullición social. Mientras para Europa y otras partes del mundo los Estados Unidos eran los salvadores de la locura nazi y sus aliados (Italia y Japón), desde estas tierras se interpretaba de una manera totalmente distinta a la indiscutible potencia mundial. Desde fines del siglo XIX el imperialismo estadounidense y su “destino manifiesto” hizo sentir su fuerza y poder en América Latina, lo que incluía invadir naciones y colocar regímenes favorables a sus intereses. Desde 1945 hubo varias revueltas, siendo la cubana (1959) la revolución más exitosa que inmediatamente se convirtió en paradigma para los pueblos que buscaban su liberación.

En ese contexto los movimientos universitarios (tanto católicos como protestantes) dieron importantes contribuciones a la reflexión teológica. Pero dicha reflexión era sólo la punta del iceberg. Detrás -o debajo- de ella estaban los movimientos populares y sus esperanzas de transformación social. La teología conservadora presente en América Latina no tenía la capacidad de responder a esa nueva situación, dado su cautiverio ideológico y político. Para esta teología el cristianismo evangélico -en lo político- era casi sinónimo de ser anti-comunistas (a la vez de ser pro-gringos republicanos). Como escribió Emilio Núñez a mediados de los ochenta, los evangélicos tenían que ponerse “el sombrero del tío Sam” para parecer “buenos cristianos”.

Por su parte el movimiento “Iglesia y Sociedad en América Latina” (ISAL), desde inicios de los sesenta, articuló una propuesta teológica (momento segundo) en relación a la praxis (momento primero) en dirección a los necesarios cambios sociales en el continente. Es decir, la primera teología de la liberación fue de cuño protestante. Esto lo reconoce Enrique Dussel y Roberto Oliveros, ambos historiadores católicos. Luego vendría, desde 1970 y hasta hoy, la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). La reflexión teológica en América Latina, desde entonces, estuvo marcada por estos interlocutores que han dejado un legado que no se debe olvidar.

Al ver los títulos ¿FUE JESÚS UN COMUNISTA? (Mortimer Arias), DIÁLOGO ENTRE CRISTO Y MARX (Samuel Escobar), PROGRESO, TÉCNICA Y HOMBRE (Pedro Arana), PROTESTANTISMO, CULTURA Y SOCIEDAD (Julio de Santa Ana), a los que se les podrían sumar los libros de Gonzalo Báez-Camargo y Ángel Mergal entre otros, todos ellos escritos antes de la década del setenta, uno se pregunta qué ha pasado particularmente en las últimas décadas con la reflexión teológica en América Latina. En términos generales “no se está rascando donde pica”. Eso incluye a algunas de las actuales “teologías públicas”.

A mediados de los noventa le pregunté a René Padilla por qué él no había escrito un trabajo grueso sobre los discursos de prosperidad y de guerra espiritual. Su respuesta fue “eso lo tienen que escribir ustedes los jóvenes”. Sin pretenderlo me dio el tema para mi disertación de maestría que escribí unos años después. Hoy sin duda otros temas apremian, pero al parecer estamos en una época donde muchos se entretienen consumiendo libros y vídeos de “ciencia ficción” que quieren pasar por teología “seria”, pero en realidad están muy lejos de ello.

4. “IGLESIA Y SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA” (ISAL)

ISAL fue un movimiento ecuménico vinculado al Concilio Mundial de Iglesias (con sede en Ginebra). Después de su asamblea constitutiva (Huampaní, Lima, 1961) se extendió rápidamente por los diversos países de América Latina. A fines de los sesenta y hasta la desaparición del movimiento –a mediados de los setenta- se vincularon con la teología de la liberación y con el movimiento “Cristianos por el Socialismo”. 

Entre los teólogos isalinos que dieron las contribuciones más relevantes se encuentran Richard Shaull (presbiteriano estadounidense), Julio de Santa Ana (metodista uruguayo), Rubem Alves (presbiteriano brasilero), José Míguez Bonino (metodista argentino), Gonzalo Castillo (presbiteriano colombiano), Hugo Assmann (católico brasilero), Sergio Arce (presbiteriano cubano), Emilio Castro (metodista uruguayo), Hiber Conteris (metodista uruguayo) y Mortimer Arias (metodista uruguayo). 

De los mencionados he conocido a algunos. Arias fue mi profesor y tuvimos una amistad duradera. Con Arce tuve una amplia correspondencia y le hice una entrevista para la revista “Signos de Vida”. A Castro lo conocí en una reunión que tuvimos en la Comisión Teológica Latinoamericana del CLAI. He tenido largas conversaciones y correspondencias con Castillo y Shaull. A Assmann lo conocí en los noventa, cuando él estaba bastante crítico del movimiento. Y a Míguez lo escuché en varios lugares. Con él, G. Castillo y J. Pixley coordinamos los talleres sobre método teológico en un congreso en Medellín. (Así lo recuerda el libro que editó J. Duque. POR UNA SOCIEDAD DONDE QUEPAN TODOS, DEI, 1996, pág. 46). Este libro se puede bajar de: https://archive.org/details/porunasociedaddo00jorn/page/n3/mode/2up 

El metodista uruguayo Luis Odell, una autoridad del movimiento, dice que la tarea de ISAL puede resumirse en: (1) Toda forma de acción cristiana parte de una convicción fundamental que surge de las Escrituras: Dios está presente en la historia. (2) Reconoce el señorío de Jesucristo en la historia. (3) La Iglesia debe estar constantemente alerta a fin de descubrir, en los acontecimientos históricos, la dirección en que Dios se mueve dentro de la historia.

Posiblemente Shaull es el que argumentó más nítidamente una clara opción revolucionaria basada en la categoría “Reino de Dios”. (Para ser honestos ya tenía esas ideas desde casi una década antes que se fundara ISAL, basta ver sus artículos en la revista CUADERNOS TEOLÓGICOS en los cincuenta y un par de libros en inglés y español de la misma década). Shaull decía que “El Reino de Dios, que juzga todo orden social y político, es una realidad dinámica que está siempre “viniendo” bajo la acción del restaurador quien hará del Reino de este mundo el reino de “nuestro Señor y su Cristo.” 

Julio de Santa Ana acompañaba a Shaull en esa visión histórico-teológica: “Si la meta de la misión es el establecimiento de shalom, debemos asociarnos con Dios en la historia, para renovar la sociedad. (…) Si la meta de la misión es el Reino de Dios, que es una realidad presente y futura a la vez, tenemos que capacitar a los hombres para hallar significación y esperanza en el presente viviendo del futuro. Así podemos ser colaboradores con Dios en el campo de la historia humana.” Fuera de Shaull y de Santa Ana, por increíble que parezca, nadie más en ISAL utilizó el símbolo “Reino de Dios” como perspectiva o categoría para explicar sus opciones políticas. Dicha perspectiva se afinaría recién con la teología de la liberación en los setenta (específicamente con J. Míguez y M. Arias). Y recién en los ochenta Castro escribiría su tesis doctoral sobre el Reino de Dios.

Los planteamientos isalinos, como es evidente, colisionaron con los de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. No sorprende por ello la crítica que se puede resumir en las palabras del pastor Pedro Arana: “En la ideología de ISAL, Dios se traduce como revolución. El pueblo de Dios como huestes revolucionarias. El propósito de Dios como humanización. Y la palabra de Dios como los escritos revolucionarios. A nadie escapa que todo esto es humanismo marxista.” Es interesante observar que José Míguez en LA FE EN BUSCA DE EFICACIA valora la crítica de Arana a ISAL. 

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NOTA: Las siguientes seis entregas serán en dos partes: Cuatro teólogos del Reino de Dios, Autores que nunca comprendieron la TL, La teología que surge de la pastoral (temas 5, 6, 7); y ¡Las mujeres toman la Palabra!, Nuevas contextos, nuevas teologías liberadoras, ¿La TL fue una teología idiota? Una evaluación (temas 8, 9, 10).

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