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EL “REINO DE DIOS” EN LA TEOLOGÍA Y MISIOLOGÍA DE LA FRATERNIDAD TEOLÓGICA LATINOAMERICANA (1970-2000)

Introducción

Tema
Descripción
Objeto de estudio
Planteamiento del problema
La justificación
Los objetivos
Marco teórico-teológico y conceptos fundamentales
Técnicas y análisis de datos
Las conclusiones

Capítulo 1: 
El “Reino de Dios” en América Latina. Un esbozo histórico.

1.1. El “Reino de Dios” en la historia. Breves anotaciones
1.1.1. La teología y su relación con la historia
1.1.2. Biblia, historia y Reino de Dios
1.1.3. “Progreso” y Reino de Dios

1.2. El “Reino de Dios” en América Latina. Algunas precisiones
1.2.1. Una visión amplia del Reino de Dios
1.2.2. Teologías del Reino de Dios en pugna
1.2.3. Ángel Mergal, teólogo del Reino de Dios

1.3. El “Reino de Dios” en los conservadurismos teológicos
1.3.1. Una caracterización teológica 
1.3.2. Una visión de los proyectos de transformación social 
1.3.3. El Reino de Dios y la Iglesia
1.3.4. Escatología e historia

1.4. Resumen del capítulo

Capítulo 2: 
El “Reino de Dios”. Perspectivas teológicas desde América Latina. (Décadas 1960-1970).

2.1. Contexto General

2.2. El “Reino de Dios” en Iglesia y Sociedad en América Latina
2.2.1. Introducción y trasfondos
2.2.2. Planteamientos de ISAL
2.2.3. ISAL en el debate teológico
2.2.4. ISAL y el Reino de Dios

2.3. El “Reino de Dios” en las teologías latinoamericanas de la liberación
2.3.1. Introducción
2.3.2. Trasfondos de las teologías latinoamericanas de la liberación
2.3.3. Contexto social y praxis transformadora
2.3.4. Expresiones de las teologías de la liberación
2.3.5. Un autor y una experiencia revolucionaria
2.3.6. Otra vertiente en las teologías latinoamericanas de liberación
2.3.7. La iglesia y el Reino de Dios

2.4. El “Reino de Dios” en la Fraternidad Teológica Latinoamericana
2.4.1. Introducción
2.4.2. Trasfondos en la Fraternidad Teológica Latinoamericana 
2.4.3. Las ideologías y las opciones políticas
2.4.4. Consultas teológicas a inicios de los setenta
2.4.5. El evangelio hoy
2.4.6. El Congreso de Lausana (Suiza, 1974)
2.4.7. La Fraternidad Teológica Latinoamericana post-Lausana 1974
2.4.8. Preocupaciones pastorales y misiológicas en la FTL

2.5. Resumen del capítulo

Capítulo 3: 
El “Reino de Dios” y “la historia”. Perspectivas teológicas desde América Latina. (Década 1980).

3.1. Contexto general

3.2. El “Reino de Dios” y “la historia” en las teologías latinoamericanas de la liberación
3.2.1. La historia en la perspectiva liberacionista 
3.2.2. Perspectiva marxista y producción bibliográfica
3.2.3. ¿Ciencias sociales o marxismo? 
3.2.4. El Vaticano y las teologías de la liberación
3.2.5. Una perspectiva distinta del sentido de la historia
3.2.6. El Reino de Dios en la historia
3.2.7. Aportes protestantes a la teología del Reino de Dios
3.2.8. A modo de resumen

3.3. El “Reino de Dios” y “la historia” en la Fraternidad Teológica Latinoamericana
3.3.1. Introducción
3.3.2. El evangelio del Reino de Dios: fundamento de la misión
3.3.3. Leyendo la historia: Fundamentos
3.3.4. Cuatro aportes para entender la historia
3.3.5. Jarabacoa 1983 y Huampaní 1987
3.3.6. Cristología, seguimiento de Cristo y Reino de Dios

3.4. Resumen del capítulo

Capítulo 4: 
El “Reino de Dios” y “las historias”. Perspectivas teológicas desde América Latina. (Década 1990).

4.1. Contexto general
4.1.1. Un nuevo dogma económico: el libre mercado
4.1.2. El Reino de Dios en el contexto del libre mercado

4.2. El “Reino de Dios” y “la historia” en las teologías de la liberación
4.2.1. Introducción
4.2.2. Teologías de la Liberación 1 y 2
4.2.3. El Reino de Dios y el sentido de la historia
4.2.4. La tendencia “salvación en la historia”
4.2.5. La tendencia “marxista”
4.2.6. La tendencia “postmoderna”
4.2.7. La tendencia “revisionista”
4.2.8. Pensando el fin de la historia

4.3. El “Reino de Dios” y “la historia” en la Fraternidad Teológica Latinoamericana
4.3.1. Introducción
4.3.2. Reflexiones teológicas previas al CLADE III
4.3.3. La historia y la misión en el contexto de los 500 años 
4.3.4. El CLADE III y la misión de la iglesia 
4.3.5. La postmodernidad y la historia
4.3.6. El fin de la historia y el neopentecostalismo
4.3.7. Historia y misión, tareas pendientes
4.3.8. Bases bíblicas de la misión
4.3.9. Una lectura “renovada” de la historia
4.3.10. Pensando el Reino de Dios y la historia al filo del milenio

4.4. Resumen del capítulo

Conclusión  

Apéndices
Apéndice 1: Cristianismo, teología e historia: Una bibliografía 
Apéndice 2. Teoría y evaluación de Iglecrecimiento
Apéndice 3. Nuevas teologías del Reino de Dios.

Bibliografía

LA HERMENÉUTICA BÍBLICA, DESAFÍOS DESDE LA FRATERNIDAD TEOLÓGICA LATINOAMERICANA

    Los temas del hombre, el sentido de la vida y de la historia, el progreso y la revolución, deben ser atendidos por los teólogos evangélicos con la luz de Dios, de manera que sea “todo el consejo de Dios” el que oriente y conduzca a nuestros pueblos.

Pedro Arana (1972:43).

1. Planteamiento del tema

En el surgimiento de la FTL estuvo presente tanto su propuesta teológica como su polémica con algunos movimientos teológicos de la época los cuales, juzgaban ellos, no hacían justicia a la Biblia y su (correcta) interpretación. De hecho, uno de los principios teológicos que orientó al movimiento desde su origen fue, en palabras de Pedro Savage, el “asumir una hermenéutica adecuada a las Escrituras” (1972:13). 

Esta tarea, sin embargo, nunca fue fácil por lo que la FTL libró batallas hermenéuticas “hacia afuera” y “al interior” del movimiento (la consulta sobre “El Reino de Dios”, Lima 1972, es un buen ejemplo de esto último). Observando las publicaciones de los años siguientes, bien se puede decir que en la FTL la hermenéutica bíblica ha sido un terreno de constantes y enriquecedoras confrontaciones. Ese es uno de los grandes beneficios de interpretarse como “plataforma de diálogo”.

El libro El debate contemporáneo sobre la Biblia (1972) -y la ponencia de Samuel Escobar “La Biblia y la revolución social en América Latina” (1985a) que no se incluyó en dicho libro por acuerdo de la consulta- sentaron las bases que guiaron al movimiento en su tarea hermenéutica. Esto, sin embargo, no evitaría que en la FTL se evidenciaran otras formas de leer la Biblia, particularmente cuando se abordaron los temas del Reino de Dios y la historia en las consultas teológicas o en la producción personal de los miembros del movimiento.

2. Hermenéuticas bíblicas y Reino de Dios

Pedro Arana, en la cita que encabeza el ensayo, resume bien el propósito que convocó a la naciente FTL. Es la problemática real de las personas y sus preguntas sobre los temas apremiantes los que deben ser atendidos por la teología evangélica, pero con la luz de la Palabra de Dios. De esta manera se contribuyó al tema hermenéutico, pues estaba claro que algunos movimientos, al decir de Cochabamba 1970, cerraban con su actitud fundamentalista (y fuertemente ideológica) todo esfuerzo por responder bíblica y contextualmente a lo que estaba pasando en la convulsionada América Latina.

Bien se puede decir que la reunión constitutiva de la FTL fue la primera consulta sobre hermenéutica bíblica contextual que tuvo el movimiento. Como indicó Pedro Savage: “Esta consulta tiene la única razón de ser, en que podamos oír la voz de Dios dentro del contexto en que vivimos. La Revelación de Dios debe ser de nuevo la única fuente de autoridad para la Iglesia dentro de su ministerio para Dios, para ella misma y para el mundo” (1972:15). 

A esto añadimos la opinión de Sharon Heaney quien sostiene que la FTL respondía a las preguntas específicas de los latinoamericanos preocupados por su entorno social (2008:118). Es decir, se ratifica la idea de que el trabajo hermenéutico de la iglesia debía estar fundada en la Escritura en relación al contexto en que se sirve a Dios y la sociedad. 

Ahora bien, si se considera seriamente el contexto -en el quehacer teológico- es para transformarlo. Pero ¿Desde dónde? ¿Hacia dónde? Dice Samuel Escobar: “habíamos llegado los miembros de la Fraternidad a una coincidencia respecto al Reino de Dios como paradigma y clave hermenéutica para comprender no sólo el qué del Evangelio sino el cómo de nuestra presencia evangélica en América Latina” (1984:67, las cursivas son del autor). Desde entonces el Reino de Dios se constituyó en la clave para reflexionar la praxis transformadora. 

Pero había que dilucidar en qué consiste dicho Reino, y si acaso podría tener algún correlato terrenal. Todo esto implicaba obviamente un fuerte trabajo hermenéutico, el cual -como se comprobó con las ponencias en Cochabamba 1970- la FTL difería de lo que sostenían el racionalismo liberal, el subjetivismo fundamentalista, el absolutismo existencialista, el proyecto político de “Iglesia y Sociedad en América Latina” (ISAL), el cristianismo cultura y la teoría misiológica de Iglecrecimiento. (Poco tiempo después las mismas críticas a ISAL se volverán a esgrimir contra las teologías de la liberación).

El punto es que las diferencias hermenéuticas no eran tan sólo un asunto de metodologías y técnicas de análisis del texto bíblico. No es que “el acercamiento contextual” propuesto por René Padilla era lo adecuado mientras que el método histórico-crítico, en cualquiera de sus expresiones, era el errado. Eran ante todo -y en el fondo- discrepancias en la forma cómo se leía la historia, lo cual lleva irremediablemente al tema de la praxis política y las ideologías. 

Por eso se tornó urgente responder preguntas como ¿Cuál es el sentido de la historia? ¿Cómo se vincula ésta con el Reino de Dios? Lo que sí estaba claro, como indicó Juan C. Ortiz, es que “no podemos decir que el evangelio de Jesucristo sea social o espiritual. Es el evangelio del Reino de Dios, o del gobierno de Dios. Un sistema donde Dios gobierna, cuyas leyes incluyen en un solo paquete lo espiritual-social-económico-agrario-sanitario, etc. Todo” (1974:189).

Así se llegó a la convicción bíblica de que el Reino de Dios lo implica todo, y esto era innegociable. La razón es que, como dice Samuel Escobar, el Reino además de la salvación implica “la creación y soberanía de Dios, la consumación de todas las cosas, y más aún la relación entre lo que Dios hace por medio de su pueblo, y la historia de los hombres y las naciones (1985:184). Ahora bien, hay que precisar -siguiendo a John Yoder- que quien dice Reino dice historia, dice transformación, dice Jesucristo e iglesia en misión en el poder del Espíritu (1992:80-85). 

Lo anterior llevó a una praxis -la misión integral- que comenzó no sólo a articularse (cf. la abundante bibliografía de Mariano Ávila 1996 y Sharon Heaney 2008), sino que además hubo el esfuerzo de difundir el pensamiento de la FTL en diversas consultas teológicas y misiológicas a nivel internacional (Salinas 2009:121-161). Aquí es necesario puntualizar que la FTL debe entenderse como una teología, una hermenéutica y una misiología del Reino de Dios, aunque el desarrollo y la articulación de las mismas nunca fue lineal ni uniforme, sino que conoció de matices y de marchas y contramarchas, como indicó Longuini Neto (2006:167-198).

3. Hermenéuticas bíblicas y el sentido de la historia

René Padilla está en lo cierto cuando afirma que reconocer “la autoridad de la Biblia no elimina el problema hermenéutico” (1972:147). Efectivamente, son dos puntos distintos y que debemos verlos por separado. Si bien en Cochabamba 1970 todos afirmaban la autoridad de la revelación escrita de Dios (la Biblia), lo cierto es que la hermenéutica bíblica, como señaló Andrew Kirk, era la parte “más descuidada de todas en la teología vigente en América Latina” (1972:157). 

Efectivamente, algunos hacían un reprobable uso ideológico de la Escritura (Escobar 1985a:69), mientras que otros la usaban como un arma para aplastar todo esquema teológico contrario (Kirk 1972:188). Al parecer muchos se olvidaron que la exégesis de la Escritura conlleva un alto componente de responsabilidad ética (Stam 2004:25) y que, como puntualiza Kirk, “El problema hermenéutico gira alrededor de una pregunta fundamental: ¿cómo podemos nosotros hablar de la contemporaneidad del texto bíblico?” (1972:160).

Esta última pregunta nos ayuda a reflexionar y evaluar las hermenéuticas bíblicas cuando se estudia el tema del Reino de Dios y la historia. Mientras las teologías conservadoras y los fundamentalismos trasladaron el Reino de Dios a un futuro extraterrenal dejándolo sin historización alguna, ISAL y las teologías de la liberación sostenían, por el contrario, que el Reino se podía construir en esta (única) historia. ¿Cuáles eran las bases bíblicas, el método exegético, el acercamiento hermenéutico detrás de estas afirmaciones tan disimiles sobre el Reino de Dios? Y ¿Cuáles eran las formas de entender el sentido de la historia en los movimientos mencionados?

Mientras José Míguez sostenía que “El evangelio nos invita y nos impulsa a hacer opciones históricas concretas y les asegura a éstas un futuro escatológico en cuanto representen la calidad de existencia humana que corresponde al reino” (1977:180), René Padilla puntualizaba: “desde la perspectiva de la FTL la vocación de la Iglesia es manifestar (no crear ni edificar) el Reino de Dios y su justicia, y la tarea de la teología es incentivar a la Iglesia a cumplir esa vocación en toda área de la vida humana” (1995:95, las letras en cursiva son del autor). Esta última afirmación respecto al Reino de Dios (y la iglesia) se basa en un tema que Padilla ya había trabajado antes y donde sostiene que existe la necesidad de articular una cosmovisión cristiana que se ajuste no a ideología alguna sino a la Biblia (1988:248-249). Dicha cosmovisión debía tener tres elementos esenciales:

(1) El hombre es la imagen de Dios (el cual lo hace mayordomo de la creación, bajo la soberanía de Dios y en relación con su prójimo), a la vez que pecador. La dignidad humana se deriva del origen divino del hombre, pero el pecado afecta todo aspecto de la vida humana (lo personal y lo social). (2) El mundo (tanto el universo como la sociedad humana) es la creación de Dios, pero ha sido afectado por el pecado humano. (3) La historia está sujeta al gobierno de Dios, pero está bajo el dominio de “principados y potestades” que conspiran contra la voluntad de Dios. La historia llega a ser, por lo tanto, ambigua.

En esta perspectiva, la historia no se separa de lo que hace el hombre (pecador) en el mundo (afectado por el pecado). Pero la historia, a pesar de sus ambigüedades (a causa del pecado) está sujeta al gobierno o Reino de Dios. Y ciertamente la misma historia tampoco escapa a la actividad demoníaca que está en constante lucha contra Dios quien es el Señor de la historia. 

Y aunque en los contenidos de esta cosmovisión no se aborda el tema gracia-naturaleza o gracia-historia, nos preguntamos ¿Cómo ayuda esta perspectiva en lo concreto a comprender el Reino de Dios en la historia? Y ¿Cómo ayuda a que la iglesia defina su misión en la historia? Queda claro que para Padilla la Biblia no deja espacio a una visión optimista de la historia, sin embargo esa es la realidad donde hay que hacer misión. Misión integral y contextual.

4. Mirando la realidad ¿desde dónde?

La pregunta pretende llevarnos a un tema puntual que ya estaba presente en Cochabamba 1970 y que seguirá por mucho tiempo más. ¿Leemos la realidad desde alguna ideología o desde la Escritura? Mariano Ávila, en su disertación doctoral sobre la hermenéutica de la FTL, indicó que

    Para la FTL, Sola Scriptura define no sólo las presuposiciones y principios para la interpretación del texto bíblico, sino también lo que se necesita para interpretar la realidad social. Esta realidad debe ser entendida y acercada a todo el pueblo de Dios (en el aspecto interdisciplinar), usando tanto metodologías científicas como participativas. (1996:86, las letras en cursiva son del autor).

Y aunque es difícil discrepar con lo que dice Ávila, lo cierto es que con frecuencia la realidad excede a la forma cómo la percibimos desde nuestros distintos espacios sean eclesiales o no. No es ninguna novedad afirmar que la realidad (social, política, cultural, religiosa, etc.) está constantemente en cambio. Cuando surgió la FTL, al inicio de los setenta, gran parte de América Latina vivía bajo dictaduras militares represivas las cuales, queriéndolo o no, afectaron la reflexión teológica durante esos años. Ya en los ochenta, cuando en el continente había un gradual retorno a la democracia, hubo una preocupación en la FTL por trabajar la hermenéutica y entender el sentido de la historia (cf. Apéndice 1). Este último tema, sin embargo, fue decayendo en los noventa debido que a fines de la década el mundo dio un brusco giro (el fortalecimiento de la economía de libre mercado y el derribo del muro de Berlín).

El contexto socio-político y el campo religioso-teológico se tornó otro, había “un cambio de época” el cual afectó a la FTL. Por otro lado, los núcleos a lo largo del continente ahora enfrentaban nuevas preguntas que traían los pastores y líderes de las iglesias en torno a la “guerra espiritual” y la “teología de la prosperidad”. El pastor e historiador Arturo Piedra (1995), quien coordinaba el núcleo de la FTL en Centro América, resume bien el sentimiento de buena parte del movimiento:

    La nueva coyuntura no podrá quitarnos los énfasis por la justicia social y el bienestar de los indigentes. Lo que quizás nos quita es el viejo idealismo que compartimos en cuanto a la creencia de que se puede cambiar la realidad social de un continente, de un país como todo, por medio de la creación de sistemas sociales y políticos más justos. (…) Debemos darle al trabajo local, al compromiso por una nueva iglesia, pero comenzando por nuestras propias iglesias y comunidades locales donde estamos trabajando. Allí es donde tenemos que ejercer un trabajo pastoral con los problemas que están aquejando las familias. (1995:27).

No es ninguna coincidencia, por eso, que al entrar en crisis los llamados “paradigmas” políticos-sociales se haya abierto en la FTL, sin mucho esfuerzo, posibilidades de reflexionar bíblicamente en áreas poco exploradas antes, como la ecología y los nuevos sujetos teológicos (mujeres, jóvenes, indígenas, etc.), entre otros temas. Es decir, se fue pasando de un paradigma “moderno” a otro más inclusivo. Todo esto permitió que surjan nuevas lecturas de la Biblia, nuevos énfasis, nuevos acercamientos hermenéuticos. Y es que la hermenéutica de la diferencia, como ha señalado Garrett Green, es necesaria (2004:143).

Una rápida revisión de las publicaciones de los miembros de la FTL y personas vinculadas al movimiento da cuenta de ello. Un ejemplo es el Boletín Teológico N° 58 (junio de 1995), dedicado al tema de la hermenéutica, donde aparecen contribuciones de David Baer, Edesio Sánchez, Eugenio Green, Juan Stam, Elsa Támez, Irene Foulkes y Pablo Richard. Hay tanta riqueza hermenéutica, en autores que representan varias confesiones y diversas metodologías exegéticas, que resulta difícil resumirlo en un solo párrafo. Ésta sería la línea de trabajo teológico-hermenéutico en los años posteriores. Y aunque esto enriqueció de forma notable a la FTL, es posible que no haya recibido la misma aceptación o valoración de parte de todos sus miembros. 

La hermenéutica bíblica siempre nos abre enormes posibilidades de acercarnos al texto bíblico desde los diversos sujetos, los cuales levantan preguntas que antes no se hicieron. Justamente son los nuevos sujetos/intérpretes que -desde las ciencias del lenguaje, la antropología cultural, las teorías de género, etc.- nos muestran que se puede leer la Biblia en comunión eclesial sin traicionar la autoridad de la Escritura. Personalmente creo que las nuevas hermenéuticas bíblicas -en tanto comportan teorías, métodos y técnicas- nos pueden ayudar a entender de manera más completa el texto bíblico y a captar mejor el crecimiento del Reino de Dios, es decir su historización en medio de las contradicciones propias que le es inherente. De esta manera, además, podemos apreciar cómo el Reino se abre a las diversidades que por mucho tiempo estaban invisibilizados por diversas razones que hoy nos resultan inexplicables.  

Cuando la FTL cumplió 25 años René Padilla mencionó tres grandes desafíos para la teología evangélica: el crecimiento numérico de las iglesias, la tentación constantiniana en política y la pobreza creciente en el continente. (1995:98-100). Hoy, al cumplir 50 años, podríamos añadir otros desafíos más. Creo que la lista es muy larga y variada. 

Para seguir reflexionando

Creo que resulta importante hacer un resumen de las ideas principales del ensayo:

(1) La teología evangélica, en tanto enraizada en la Biblia, debe responder al contexto (o contextos) desde donde se la hace si quiere ser pertinente y relevante. (2) La teología evangélica está en constantes controversias hermenéuticas, lo cual es una oportunidad para madurar y corregir los argumentos teológicos propios. (3) La teología y la hermenéutica bíblica serán relevantes en tanto aborden el Reino de Dios y la historia. Hay una necesidad perenne de interpretar ambas. (4) La tarea hermenéutica involucra a la iglesia que hace misión en fidelidad al Dios del Reino. Esto implica asumir la posibilidad de discrepar y crecer en dicha tarea. (5) El trabajo hermenéutico necesariamente incluye a los nuevos sujetos teológicos con sus diversas preocupaciones. Nadie debe ser excluido. Se trata de un imperativo ineludible.

En 1995 René Padilla escribió: “Obstinadamente, durante el cuarto de siglo de su historia la FTL se ha mantenido fiel al objetivo que se trazó al principio: en pocas palabras, una articulación de la fe cristiana, a la luz de las Escrituras, en diálogo con las ciencias humanas y enraizada en el contexto latinoamericano, como una contribución a la vida y misión de las iglesias evangélicas en América Latina.” (1995:94). Que ahora, veinticinco años después, constatemos que el esfuerzo y la perseverancia de los que nos han precedido o acompañan no ha sido en vano. La tarea hermenéutica continúa. 

Bibliografía

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