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JESÚS INSTRUYE Y ENVÍA A LOS DOCE

TEXTO BÍBLICO (Mateo 10:5 – 11:1)

“A estos doce envió (apésteilen) Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. (10:5-8).

No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. (10:9-10).

Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. Y al entrar en la casa, saludadla. Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio (heméra kríseos), será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad. (10:11-15).

He aquí, yo os envío (apostélo) como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? (10:16-25).

Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (génne). ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. (10:26-33).

No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz (staurón) y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. (10:34-39).

El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. (10:40-42). 

Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos” (11:1). (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

En el párrafo anterior (9:35 – 10:4) Jesús llamó a sus doce discípulos (10:1) para que, en el contexto de la misión, se conviertan en doce apóstoles (lit. enviados, apóstolon). El apostolado presupone el discipulado. Más aún, el apostolado es un aspecto específico de ser discípulo de Jesús. Esa es la razón por la que se insiste en el ser “discípulo” (10:24, 25, 42; 11:1). Pero Jesús a los doce les dio diversas instrucciones (10:5), las cuales ocupan un amplio espacio en el relato que recién termina en 10:42 (Cf. 11:1).

En las instrucciones encontramos que “lo central” se encuentra en los vv. 5-8. Allí está el contenido de la misión, o sea qué deben hacer y dónde hacerlo. Luego, se menciona el tema de las provisiones (vv. 9-10), del hospedaje (vv. 11-15) y los peligros que enfrentarán (vv. 16-25). Luego Jesús anima a enfrentar los peligros sin temor (vv. 26-33) y les recuerda que su misión trajo conflictos hasta en el plano familiar (vv. 34-39). Finalmente, se puntualiza el significado de “recibirles” a ellos (vv. 40-42). 11:1 tiene el propósito de recordar que todas las instrucciones de Jesús ya están dichas. Él, por su parte, seguirá enseñando y predicando el Reino de Dios.

Ahora bien, estas instrucciones para la misión ¿eran para los misioneros de todos los tiempos y lugares, o eran sólo para los doce? Y aunque no es fácil responder la pregunta, hay quienes opinan que “estas instrucciones están específicamente dirigidas a los doce. Es importante entender que algunos de los detalles de estos consejos son para ellos en su marco cultural único, y puede ser que no tengan aplicación universal para todos los tiempos y lugares”. (Knight 1997:123). Si la misión se abre a todas las naciones (28:19), entonces irá tomando las formas y características culturales donde se anuncie el Reino de Dios. 

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (v. 6)

Aunque el v. 5 indica claramente que los doce deben evitar tanto a gentiles como samaritanos, lo cierto es que el centrarse en Israel es tan sólo transitorio, pues “Israel tiene prioridad temporal en la historia de la salvación dentro de los planes de Dios” (Carter 2007:356). La “casa de Israel” guarda relación con las multitudes desamparadas y dispersas (9:36), es decir la misión debe comenzar por casa. Los gentiles no están excluidos del Reino de Dios, a ellos también se les testificará (10:18). El mismo Jesús luego irá a Tiro y Sidón (15:21), una región gentil, donde conocerá a una mujer cananea con fe a quien le responderá con un milagro (15:21-28).

“La misión de los Doce inicia la obra expansionista del proyecto divino. (…) El Señor envió un equipo de apóstoles a llevar a cabo la obra que le habían visto hacer a Él por un largo tiempo” (Carballosa 2007:343). La misión de los doce no incorpora algo nuevo ni, a su vez, recorta algo que había hecho el Señor Jesús. La misión de los doce es la misma de Jesús. La misión de los doce inspira a la comunidad cristiana del evangelista Mateo. Y esa misión es la que hemos heredado nosotros. El Reino de los cielos tiene un contenido que no cambia. 

“el Reino de los cielos se ha acercado” (v. 7)

El Reino de los cielos (o Reino de Dios) llegó con Jesús. Pero ahora se acercará aún más comenzando por la casa de Israel. Se trata de una misión “integral”. Se predica la buena noticia que el Reino ya está presente en Jesucristo, a la vez que se sana a los enfermos y se resucita muertos (v. 8). Ni siquiera los demonios tienen la capacidad de detener a los enviados de Jesús. Y esto se debe a que habían recibido la autoridad de Jesús (10:1). Lo que recibieron de gracia, ahora debían darlo de gracia.

El Reino de Dios no es una idea o un estado ideal futuro desconectado del presente de las personas que escuchan a los doce. El Reino de Dios va tomando forma en las personas que experimentan la sanidad y la nueva vida que sólo Jesucristo puede dar. “Aquí la predicación y la curación de los enfermos están estrechamente unidas: ambas son manifestaciones del reinado de Dios que se inicia con Jesús. La unidad de palabra y acción, características del obrar salvífico de Dios en el AT, se encuentra también en la obra redentora de Jesús”. (Levoratti 2007:330).

“el obrero es digno de su alimento” (v. 10)

El mandato a hacer la misión prácticamente sin provisión alguna sorprende al lector contemporáneo. Aunque los doce apóstoles debían ir bastante “livianos” lo cierto es que ya antes Juan el profeta, viviendo en austeridad, anunciaba el Reino de Dios. Y en el Antiguo Testamento el profeta Elías proclamó el mensaje de Dios en medio de diversas carencias. La enseñanza del Señor Jesús va en el sentido que los doce “deben estar totalmente consagrados a su misión, y no comprometidos con preocupaciones de este mundo”. (Keener 2003:66).

Pero si es así, ¿de dónde iban a subsistir los doce mientras se dedicaban a la misión del Reino? ¿cómo se alimentarían? ¿dónde se alojarían? (v. 11). Para Jesús los doce eran profetas, eran como los justos del Antiguo Testamento. Son como “pequeñitos” que necesitan del apoyo de la comunidad a donde han ido llevando el Reino el Dios (vv. 41-42). Recibirles y darles a estos “obreros” del Reino era lo que se esperaba (v. 42). “Para los que recibían a los enviados de Jesús habría una recompensa de parte del Padre que está en el cielo. Él retribuirá a cualquiera que trate bondadosamente a sus enviados”. (De Moraes 2019:1216).

“en el día del juicio” (v. 15)

Las referencias al juicio de Dios aparecen varias veces en esta instrucción misionera. Si los doce han de anunciar el Reino de Dios entonces deben recordar que su llegada anuncia ya el juicio inminente de Dios (3:7, 10, 12). De ahí el acento escatológico en esta amplia instrucción: “el fin” (v. 22), “la venida del Hijo del Hombre” (v. 23), “el infierno” (v. 28, génne) y la “recompensa” (v. 42). En el día del juicio Dios retribuye a aquellos que rechazaron a Jesús y su Reino.

Cada vez que se predica el Reino de Dios sin recordar el juicio que viene se anuncia un Reino “mutilado”. Jesús el Hijo del Hombre vendrá por segunda vez pero como juez. Ya vino como siervo y su destino fue la cruz. Su segunda venida será en gloria como Rey de reyes y Señor de señores (24:30-51), cuando dará a cada uno el pago que se merece.

“así que, no los temáis” (v. 26)

Ya el Señor había advertido de los peligros que hay en el campo de la misión (vv. 16-25). Siempre ha sido así y lo será. Pero, con todo hay, que testificar (v. 18) y perseverar (v. 22). En los momentos difíciles será el Espíritu quien hable por ellos (v. 20). Dios nunca abandona a sus enviados a la misión. Pero deben saber que los discípulos/siervos (apóstoles) experimentarán lo que su maestro/señor (Jesús). Es en los tiempos recios donde se debe demostrar la fortaleza espiritual y la fe en el Señor.

Por lo mismo, no hay que temer a los enemigos del Reino de Dios (v. 26) como tampoco a los que pueden dañar el cuerpo (v. 28). El Señor está del lado de los suyos. De hecho, las vidas de sus siervos valen mucho más que la de los pajarillos (v. 31). Y aunque los apóstoles deben seguir confesando el nombre de Jesús (v. 32), también deben saber que los sufrimientos -tomar la cruz, v. 38- son parte del discipulado. “Por medio de esta imagen Jesús prepara a sus discípulos para enfrentarse a la muerte y hasta para considerarse ya muertos respecto de sí mismos y del mundo”. (Sociedades Bíblicas Unidas 1990:43).

“el que a vosotros recibe, a mí me recibe” (v. 40)

Posiblemente estas palabras, dichas casi al final de la instrucción misionera, son las que más deben haber animado a los doce discípulos-apóstoles. Recibir a los embajadores del Reino es como recibir al Rey Jesucristo y a Dios Padre. Y rechazarlos o perseguirlos es como resistir y hostigar al mismo Jesucristo. “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9:4) son palabras que el Señor dijo al que perseguía y asolaba a la iglesia (Hch 8:3). 

Un apóstol, es decir un enviado a la misión del Reino con la autoridad de Jesús, tiene no sólo una gran responsabilidad espiritual ante las personas a quienes se dirige, sino que representa al que lo envió. Por ello debe cuidar sus palabras, su testimonio, su vida entera. La misión del Reino es algo sumamente serio pues de por medio están las vidas de los que están desamparados y dispersos como ovejas sin pastor (9:36). 

Hay que indicar que la misión encomendada por Jesús a los doce conoce de un “envío” (10:5), pero no de un “retorno”. “Mateo no dice nada sobre el retorno de los discípulos una vez que cumplieron su misión. Este silencio parece indicar que la misión destinada a Israel no ha llegado a su fin, sino que debe continuar hasta la vuelta del Hijo del hombre” (Levoratti 2007:334). Lo que cuenta el evangelista Mateo, más bien, es que Jesús después de terminar su instrucción él mismo se autoenvió a “las ciudades de ellos” (11:1). El que envió a la misión a los doce no se cruzó de brazos sino que continuó su labor de enseñar y predicar el Reino de Dios.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

El Reino de Dios debe llegar a todas las personas comenzando con la casa de Israel. Los doce mensajeros (discípulos-apóstoles) deben hacer lo que vieron hacer a Jesús. La misión de Jesús es también la de ellos. Sin embargo, la misión del Reino se hace siguiendo las instrucciones y advertencias que les dio Jesús. El Señor es soberano: cuidará y proveerá a los doce en toda necesidad. Él tiene sus instrumentos en todo lugar.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús después de preparar y dar instrucciones a sus doce discípulos, los envía a hacer misión. Con ello los doce discípulos se tornan en doce apóstoles. Jesús los envía y asegura su cuidado y provisión en la tarea del Reino de Dios.

Jesús no sólo envía a sus discípulos a hacer misión, él mismo continúa haciendo la misión. Siempre hay lugares donde el Reino de Dios debe llegar con sus señales de poder.

Acerca de los discípulos-apóstoles:

Los apóstoles saben lo que tienen que hacer en el cumplimiento de la misión del Reino. La predicación, las sanidades, el resucitar muertos, el echar fuera demonios son los contenidos de dicha misión.

Los apóstoles saben que ante el peligro deben actuar con perseverancia y valor, es decir sin temor, pues sus vidas son valiosas para el Señor. Es de esa manera que se extiende el Reino de Dios.

Fuentes usadas

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.

Keener, Craig. (2003). Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. El Paso, TX: Mundo Hispano.

Kgniht, George. (1997). Mateo. El evangelio del Reino. Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana.  

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Sociedades Bíblicas Unidas. (1990). Nuevo Testamento y Salmos. Biblia de estudio. Estados Unidos: SBU.

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JESÚS Y LA MISIÓN DE LOS DOCE

TEXTO BÍBLICO

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando (didáskon) en las sinagogas de ellos, y predicando (kerússon) el evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 

Y al ver las multitudes, tuvo compasión (esplánnisthe) de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos (mathetaís): A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe (ekbále) obreros a su mies. 

Entonces llamando a sus doce discípulos (mathetás), les dio autoridad (exousían) sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles (apostólon) son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó”. (Mateo 9:35-38 y 10:1-4, RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

El texto a estudiar une el final del capítulo 9 de Mateo con el inicio del 10. El pasaje que inicia en 9:35 y termina en 10:4 es una pequeña unidad textual de una sección mayor, el cual introduce a una serie de relatos (que culminará en 12:50) en torno a la misión de extender el Reino de Dios. Se puede decir que “9,35-38 constituye la introducción a la misión y al discurso, y describe la lastimosa situación de Israel a los ojos de Jesús” (Mateos & Camacho 1981:102).

Se observan dos elementos en el texto: (1) El v. 35 hace de puente entre la sección anterior -que terminó en 9:34- y la que comienza en el v. 36, donde aparecen las multitudes a quienes se les llevará el Reino de los cielos (10:7). 9:35 muestra de manera resumida lo que hizo Jesús. Su misión fue “integral” porque el Reino de los cielos también lo es: integra cada aspecto de la vida humana. (2) Se muestra un avance cualitativo en lo que respecta el “discipulado”. No es suficiente ser discípulo (10:1), se debe transitar al apostolado (10:2). Esa es la exigencia del Reino de Dios, la cual se reiterará hasta el final del evangelio (28:19-20).

En la misión de Jesús, y la que se encomendará a sus discípulos, hay un doble punto de partida: (1) las multitudes desamparadas y dispersas que se ven; y (2) lo que se siente muy dentro respecto a esa situación. Sin ambas no hay misión alguna posible. Mateo hace muy bien en mostrarn -en los vs. 36-38- “el sentido pastoral de Jesús” (Levoratti 2007:330), el cual deberán imitar los discípulos-apóstoles en el cumplimiento de la misión (10:1-2).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“recorría Jesús…” (9:35)

Este versículo, al ser un sumario, resume las actividades de Jesús (como en 4:23). Mateo destaca que la actividad de Jesús se desarrolló de manera itinerante por las ciudades y las aldeas. Para ello se utilizan tres verbos: enseñando, predicando y sanando, los cuales guardan relación con la buena noticia (evangelio) del Reino de Dios. Jesús hizo ello y los discípulos deberán hacer lo mismo (10:7-8). Y es que la misión de los Doce fue la misma del que los llamó y los envió. “El encargo dado a los discípulos no es otro que la propia misión de Jesús” (Luz 2001:112).

“tuvo compasión de ellas” (9:36)

El corazón pastoral de Jesús tiene como punto de partida el ver. ¿Qué vio el Señor? Multitudes a las que comparó como ovejas sin pastor, dado su abandono y dispersión. “Como un rebaño sin pastor, el pueblo está falto de verdadera orientación religiosa, abandonado a sí mismo, desatendido. Los maestros de la Escritura, los guías religiosos profesionales, no se preocupan de ello, sino que postulan más bien el aislamiento de los piadosos frente al am haares impío”. (Schmid 1973:255).

¿Y qué sintió Jesús? La voz griega esplánnisthe va mucho más allá de las versiones que lo traducen por “compasión” o “misericordia”. La RV 1977 indica que esa palabra debe traducirse “se le conmovieron las entrañas sobre ellas”. Con ese criterio la Nueva Versión Purificada y La Biblia Textual traducen “se le enternecieron las entrañas por ellas”. Esta expresión indica que Jesús sintió algo profundo, como que se le retorció algo en el vientre cuando vio a las multitudes en la condición ya señalada. (En el evangelio de Mateo se utiliza esa voz griega sólo cinco veces: 9:36; 14:14; 15:32; 18:27 y 20:34).

“Entonces dijo a sus discípulos” (9:37)

Esta expresión no se puede separar de “entonces llamando a sus doce discípulos” (10:1). Ahora toman notoriedad los Doce dado que existe una vinculación entre discipulado y misión. Los discípulos -o alumnos- ahora son involucrados en la extensión del Reino de Dios. De la misma manera que Jesús habló a sus discípulos, ahora los va a llamar. “Jesús revela a sus discípulos su proyecto mesiánico y los asocia a su misión. El reinado de Dios ha llegado a un punto crítico, que requiere una mano de obra urgente, como en el caso de una cosecha extraordinariamente abundante” (Levoratti 2007:331).

Antes Jesús había comparado la labor de los discípulos como “pescadores de hombres” (4:19), ahora serán como “obreros” que trabajan en el campo. Y aunque hay mucha mies los obreros son pocos, por lo que hay que “pedirle” al que es Señor de la mies que envíe más obreros. Pero cuando se “ruega” o se “pide” algo al “Dueño de la cosecha” -como traduce la Biblia Latinoamericana- siempre existe la posibilidad que él llame a esa labor a los mismos que están pidiendo por más obreros.

“les dio autoridad” (10:1)

Una vez que Jesús llamó a los doce discípulos les dio exousían (autoridad). Sin esa autoridad no hay misión en el Reino de Dios. Esa voz griega se repite en el contexto de la “gran comisión” (28:18). La misión de Dios es la de Jesús y la de su pueblo. Los discípulos necesitan, por esa razón, de la “autoridad” o “potestad” de Dios para realizar una misión que confrontará demonios, enfermedades y dolencias.

“los doce apóstoles” (10:2)

Que Jesús llamó a doce, eso es evidente. Pero ¿por qué ese número? La respuesta es que con ello se alude a las doce tribus de Israel que representan al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Los doce apóstoles son el núcleo del “nuevo Israel”, que es la iglesia universal que se abre a todas las culturas y naciones. 

Nota aclaratoria: El número doce es tan importante que los primeros cristianos, tras la muerte de Judas, tomaron la decisión de suplirlo. Matías llegó a ser el doceavo apóstol (Hch 1:23-26; 2:14; etc.). Incluso en Hch 6:2 dice nítidamente que Matías era uno de los Doce, con lo que se debe descartar la enseñanza equivocada que Pablo fue el que suplió a Judas. De hecho, Pablo fue uno de los varios apóstoles que hubo al inicio del cristianismo (Hch 14:14). 

Volviendo a nuestro relato, llama la atención que se cambie de forma abrupta el término para referirse a los discípulos. Ahora son “apóstoles” (apostólon). ¿Qué ha pasado para que los discípulos sean llamados así? “Discípulo es el que escucha y practica lo que escucha; apóstol es el escogido por el Maestro para realizar lo que se le encomienda con la autoridad de Jesús mismo, autoridad que es señorío salvador del Padre” (Garrido 2012:138).

Nota aclaratoria: El término “apóstol” nunca designa un título eclesiástico o un cargo privilegiado en una organización religiosa. El “apóstol”, que literalmente significa uno que es enviado a la misión (10:5), remite a un ministerio evangelizador. “La palabra apostolós implica dos aspectos: el apóstol es enviado por Cristo para extender la fe; es el representante de Cristo: «El que os recibe a vosotros, me recibe a mí» (Mt 10,40). Por tanto, debe comportarse de tal modo que a través de él sea a Cristo a quien se descubra” (Tassin 2012:36).

Lo más parecido hoy a un apóstol es el misionero que es enviado por su iglesia local a evangelizar -de manera integral, como Jesús (9:35)- a una zona (región, país) donde no ha llegado la buena noticia de Jesucristo y el Reino de Dios. Ese campo de misión puede estar cerca de su casa como a miles de kilómetros. Un apóstol (o misionero) nunca se envía así mismo. Es una iglesia local -o una denominación- que reconoce su llamado por Dios, lo respalda y apoya en todo, porque la iglesia por naturaleza es apostólica, es decir misionera. El mejor ejemplo se encuentra en la iglesia de Antioquía de Pisidia (Hch 13:1-5).

“los nombres de los doce apóstoles”

Estos doce antes de ser enviados por Jesús fueron preparados por él. Por lo mismo, un apóstol no llega a serlo de la noche a la mañana, primero tiene que ser instruido en la Palabra y en el ministerio. Además, los doce pasaron buen tiempo acompañando a Jesús en la misión del Reino viendo su misericordia y su poder. A todo apóstol le antecede siempre la experiencia de ser un discípulo en comunión con otros discípulos. 

“primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó” (10:2-4). 

Dado que el evangelio de Mateo presupone el conocimiento de los diversos acontecimientos en torno a Jesús, es que dice “primero Simón” (v. 2) en notoria referencia a su liderazgo en la iglesia en Jerusalén (tal como lo cuenta Hechos de los apóstoles). También menciona a Judas como el que traicionó a Jesús (v. 4). Es por esta razón, tal vez, que lo menciona al final de la lista. Hay otros datos más, pero no tantos como quisiéramos para tener una mejor idea acerca de qué tipo de personas fueron los discípulos-apóstoles.

Con todo sabemos que Simón (Pedro) y Andrés eran hermanos. Igual eran Jacobo y Juan, ambos hijos de Zebedeo, el empresario dedicado a la pesca. Dos de ellos, Andrés y Felipe, son nombres griegos lo cual indica un trasfondo cultural distinto al resto de los apóstoles. Tomás y Mateo son nombres arameos, lo que les da cierta particularidad respecto a los demás, y Mateo añade que él había sido cobrador de impuestos o publicano.

Finalmente, Mateo agrega dos datos que podrían indicar los trasfondos políticos de dos apóstoles. De Simón se dice que era “cananista”, palabra aramea que significa “celante” (zelote), es decir miembro de un partido cuyo objetivo era expulsar a los invasores romanos. Y a Judas se le llama “Iscariote”, lo cual ha dado lugar a explicaciones como que era originario de Queriot (Jos 15:25), o que probablemente ese término significaba “sicario”. El que Simón el zelote esté en la lista al lado de Judas siempre se prestará para diversas conjeturas.

¿Por qué Mateo dio todos estos datos respecto a los apóstoles? ¿Era tan sólo para distinguirlos de otros que tenían los mismos nombres? Es posible. Otra explicación puede ser que él quería que los lectores supieran que el grupo de discípulos-apóstoles era poco homogéneo. “El grupo de los Doce es heterogéneo (…). Es la concreción de la realidad de Israel, dentro del cual se encuentra incluso el traidor. La conducta y las reacciones de sus miembros ejemplifican los diversos componentes del Israel que se adhiere a Jesús” (Mateos 1982:219).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

La misión de extender el Reino de Dios, en otras regiones, ahora involucra de manera directa a los discípulos de Jesús. Éstos, en el contexto de la misión, se tornan “apóstoles”, es decir son llamados y enviados a hacer lo que hacía Jesús (9:35 y 10:5). Y aunque la mies es mucha, ellos están respaldados por la autoridad de Jesús, el Señor de la cosecha.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

La misión de Jesús nace y se fundamenta en su corazón pastoral cercano a las multitudes que estaban desamparadas y dispersas. 

Jesús involucra a sus discípulos en su misión, es decir en la extensión del Reino de Dios. Si se ruega por obreros para la obra de Dios hay que estar dispuestos a serlos.

Jesús al enviar a sus discípulos a la misión los torna en apóstoles. Ésta es una función (o ministerio) que el Señor Jesús preparó de antemano cuando los llamó a seguirle.

Acerca de los discípulos-apóstoles:

Más allá de las varias diferencias que tenían entre ellos, los discípulos-apóstoles deben obedecer al Dueño de la cosecha que los envía a la misión. Tienen el mejor ejemplo o modelo de cómo realizarlo: Jesús el Mesías.

La “autoridad” que reciben de Jesús es para usarla en la misión del Reino de Dios. Basta con ella para enfrentar a los demonios, las enfermedades y las diversas dolencias de las personas.

Fuentes usadas

Garrido, Javier. (2012). Meditación de la existencia cristiana. Discursos evangélicos de Mateo. Navarra: Verbo Divino.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Luz, Ulrich. (2001). El evangelio según san Mateo, II. Mt 8-17. Salamanca: Sígueme.

Mateos, Juan. (1982). Los “Doce” y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos. Madrid: Cristiandad.

Mateos, Juan & Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.

Schmid, Josef. (1973). El evangelio según san Mateo. Barcelona: Herder.

Tassin, Claude. (2012). Evangelio de Jesucristo según san Mateo. Navarra: Verbo Divino [Cuadernos Bíblicos 129].

JESÚS SANA A DOS CIEGOS Y UN SORDOMUDO

TEXTO BÍBLICO

“Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 

Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis (pisteúete) que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe (pístin) os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. 

Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 

Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra. 

Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado. Y echado fuera el demonio, el mudo habló. 

Y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel. 

Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios”.  (Mateo 9:27-34, RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Con estos dos relatos de milagros (9:27-34) el evangelio de Mateo cierra una sección donde Jesús aparece mostrando el gran poder de Dios (en Capernaum, 4:13, y alrededores). Luego prosigue otra sección, a partir de 9:35, cuyo contenido se relaciona con la misión de extender el Reino de Dios, en la que los discípulos de Jesús son involucrados, dejando con ello un modelo de hacer misión. 

El inicio del v. 27 (“pasando Jesús de allí”) une el presente párrafo a la historia anterior (vv. 18-26). Jesús estaba retornando de la casa del jefe de la sinagoga (vv. 23-25) a la casa donde él moraba (v. 28). Si según el v. 26 la fama de Jesús aumentó, “es probable que debamos imaginar una gran multitud [que le seguía] después de resucitar a la hija del jefe de la sinagoga. Junto a la multitud estaban los dos ciegos” del relato (Carson 2010:279).

“le siguieron dos ciegos” (v. 27)

En los evangelios es común encontrar ciegos dado que “eran muy numerosos en la Palestina de la época. (...) Los veranos ardientes, con su luz cruda y su polvo penetrante, causaban numerosas enfermedades de ojos”. (Bonnard 1976:214). A eso se debe que algunos pueblos tenían divinidades -como Asclepio o Panacea- que les prometían sanidad. En Israel, pero también en otros pueblos, a veces se interpretaba la ceguera como una “retribución” divina, era la evidencia del pecado personal o de algún ancestro. Los discípulos de Jesús creían, sorprendentemente, eso (Jn 9:1-2).

Visto desde lo social, los ciegos eran “personajes marginales” (Carter 2007:346), es decir vivían marginados y sin posibilidades de nada. Por eso en los evangelios es común encontrarlos mendigando. Pero para Jesús todas las personas cuentan en la perspectiva del Reino de Dios. Refiriéndose a este Reino el profeta Isaías había dicho: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán” (Isa 35:5). En ese sentido “el evangelista Mateo, en su composición dirigida a los judíos expresa de tantas maneras diferentes su anhelo de que el pueblo escogido vea que Jesús de Nazaret fiel y absolutamente cumplió las inspiradas profecías respecto del Rey mesiánico”. (Carballosa 2007:331).

“mudo endemoniado” (v. 32)

Kofón, kofós, es una voz que puede significar tres dolencias a la vez: sordo, mudo o sordomudo. Así se utilizaba esa palabra tanto en el griego clásico como en el griego bíblico, es decir el koiné (Carson 2010:281). Y al igual que los ciegos el sordomudo era otra “persona marginal” (Carter 2007:349), más aún si el origen de su mal era el mismo demonio.

Este relato de curación es sumamente escueto. El evangelista Mateo no da detalle alguno respecto a algún ritual de sanidad, no menciona la palabra “fe”, ni siquiera aparece el nombre de Jesús, aunque es obvio que él fue quien realizó esta curación milagrosa. Sin embargo, sí se dice qué sucedió (el demonio fue echado) y cuáles fueron los efectos: (1) el mudo habló; (2) la gente expresó su asombro; y (3) los fariseos emitieron un juicio que nunca se debe emitir, ni en privado ni en público.

Observación a Mt 9:27-31 (“Dos ciegos reciben la vista”)

Es inevitable que al leer 20:29-34 (titulado en la RV 1960 de forma idéntica que en 9:27-31), se encuentren grandes similitudes. Es más, parece ser un relato duplicado aunque con algunas mínimas diferencias. Algunos estudiosos creen que se trata de eso, de una copia introducida con el propósito de “completar” el número diez en la serie de los milagros que narran los capítulos 9 y 10. (Levoratti 2007:330).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (v. 27)

Y aunque los ciegos no podían ver, sí podían oír. Habían escuchado que Jesús había resucitado a la hija del jefe de la sinagoga. A pesar de la dificultad de no tener la vista siguieron a Jesús (v. 27) rogándole su misericordia. Ésta camina junto a la misión de Jesús (5:7; 9:13). Se ruega a Jesús la misma misericordia que tuvo con la mujer enferma de flujo de sangre y con el jefe de la sinagoga. Si Jesús actúa con misericordia sus vidas podrían cambiar radicalmente.

Llama la atención que los ciegos se hayan dirigido a Jesús como “Hijo de David”, es decir con un título propio del Mesías (o Cristo). Estos ciegos reconocen en Jesús algo que los iluminados maestros de la ley (v. 34) rechazan. Pero el Hijo de David, en su gran misericordia, no sólo curaría a estos ciegos sino que, además, sanaría la ceguera espiritual de Israel (Luz 2001:93).

“Creéis” (v. 28), “vuestra fe” (v. 29)

Y aunque la petición de misericordia ocurrió en el camino, la sanidad ocurrirá en la casa donde se alojaba Jesús. Al parecer Jesús no quiere que los que están cerca de él vean otro milagro más ese día. Por eso busca un espacio más íntimo: la casa. Dentro de ésta sí ejercerá su misericordia, pero antes les pregunta a los ciegos si realmente tienen fe (pisteúete) en que él podía curarles. 

Jesús cada vez que sanó a alguien no hizo esa pregunta. De hecho, en algunos casos ni siquiera se requería, aparentemente, de fe para ser sanado (8:2-3; 8:14-15). Por tanto, toda explicación del porqué de la pregunta a los ciegos será tan sólo una hipótesis. Lo cierto es que cuando Jesús hace una pregunta hay que responderle. Y la respuesta fue afirmativa: “Sí, Señor” (v. 28). Ante esta respuesta Jesús les tocó los ojos -es decir tuvo contacto físico- y pronunció algo que hasta hoy desafía nuestras peticiones: “Conforme a vuestra fe (pístin) os sea hecho (v. 29).

En esta historia se combinan la petición de misericordia con el ejercicio de la fe. Jesús escucha palabras (la petición de los ciegos) y reconoce la fe que tenían a la cual él responde con la misericordia solicitada. Creían que podían ser sanados, recibieron sanidad. La fe que tuvieron fue una fe “grande”, similar a la del centurión, a la de la mujer con flujo de sangre y a la del jefe de la sinagoga. La fe también “se encuentra entre los marginados” (Carter 2007:348).

Estas dos personas, ya curadas de su ceguera, aunque evidenciaron una gran fe, sin embargo desobedecieron el mandato de Jesús (vv. 30-31). Hicieron todo lo contrario a lo que se les advirtió: divulgaron de forma irresponsable lo que Jesús había hecho con ellos (al igual que sucedió en el v. 26). Cuando “salían ellos” (v. 32), de la casa donde fueron sanados se entiende, fue cuando trajeron a Jesús un sordomudo (kofón) para que sea también sanado. Esta escena ya no ocurre en la casa sino afuera, donde habían testigos (v. 33), incluyendo fariseos (v. 34).

“el príncipe de los demonios” (v. 34)

En la Biblia los demonios aparecen mencionados numerosas veces, incluso con un orden jerárquico (Efe 6:12 por ejemplo). Y aunque no es la primera vez que un poseso era liberado por Jesús (4:24) o que la gente reaccionara maravillada ante el milagro (9:8), sí es la primera vez que los fariseos le hacen tamaña acusación a Jesús, abriendo así un foso entre el Reino de Dios y ellos (Luz 2001:96-97). “La admiración de la multitud contrasta con la maliciosa acusación de los fariseos” (Levoratti 2007:330), quienes intentan destruir a Jesús con esas crueles palabras.

Los antropólogos culturales a esas etiquetas negativas las llaman “acusaciones de desvío”, las cuales “podían llegar a destruir una reputación de la noche a la mañana” (Malina & Rohrbaugh 1996:320-321). Efectivamente, “los adversarios de Jesús reconocen que expulsa demonios, pero le acusan de desvío y tratan de avergonzarlo en público para apartarlo de la comunidad” (Malina & Rohrbaugh 1996:321). Por cierto, no lograron su cometido. A pesar de la brutal acusación Jesús siguió su ministerio. Nada impide que el Reino de Dios siga extendiéndose.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

La misericordia de Jesús se evidencia en la sanidad física de aquellos que tienen fe (los dos ciegos), así como en aquél sordomudo (y poseso) que le trajeron. La sanidad es evidente (los que habían sido ciegos salieron testificando de lo que les ocurrió y el sordomudo habló). El Reino de Dios llegó a esas personas, consideradas marginales a la sociedad, en forma de sanidad física.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús tiene misericordia, una vez más, de personas que “valían poco” en la sociedad de entonces. Su misericordia no es sólo un sentimiento (“me dan lástimas estos ciegos y este pobre sordomudo”), es poder en acción. El poder del Reino de Dios transforma las vidas de aquellos que se acercan a Jesús. ¿Qué nos dice a nosotros respecto a lo que debemos manifestar en nuestras vidas?

Acerca de los testigos:

El testimonio que dan (“nunca se ha visto cosa semejante en Israel”, v. 33) es algo que no se dice a cada rato. ¿O es que se ven con frecuencia demonios saliendo de personas atormentadas y con resultados evidentes como el caso del sordomudo? La gente sabía ahora quién era Jesús y en qué consistía el Reino de Dios. Sólo los necios, como los fariseos, podían creer que quien había actuado lo hizo por el poder del príncipe de los demonios.

Fuentes usadas

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carson, Donald. (2010). O Comentário de Mateus. São Paulo: Shedd Publicacoes. 

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Luz, Ulrich. (2001). El evangelio según san Mateo, II. Mt 8-17. Salamanca: Sígueme.

Malina, Bruce & Richard Rohrbaugh (1996). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentario desde las ciencias sociales. Salamanca: Sígueme.

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JESÚS Y LA FE QUE OBRA MILAGROS

TEXTO BÍBLICO

“Mientras él les decía estas cosas, vino un [hombre] principal (árjon eís) y se postró (prosekúnei) ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir (eteleútesen); más ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá (zésetai). Y se levantó (egertheís) Jesús, y le siguió con sus discípulos. 

Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva (sothésomai). Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado (sésokén). Y la mujer fue salva (esóthe) desde aquella hora.

Al entrar Jesús en la casa del principal (árjontos), viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. 

Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó (egérthe). Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra”. (Mateo 9:18-26, RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

“Mientras él decía estas cosas” (v. 18)

El evangelista Mateo se encarga de vincular esta historia con la anterior (vv. 14-17) donde Jesús tuvo una controversia con “los discípulos de Juan” respecto al ayuno. Pero en la lógica de Mateo, y del Señor Jesús también, “las discusiones sobre el ayuno carecen de sentido en un tiempo en que los enfermos son curados y los muertos resucitan, atestiguando la novedad del reino de Dios ya inaugurado” (Bonnard 1976:211). La fe en Jesús vincula a las personas no a una religión caduca (judaísmo) sino a la vida nueva que caracteriza a los que pertenecen al Reino de Dios.

En el relato (vv. 18-26) hay “semejanzas (dos mujeres, contacto manual [8:18, 20, 25], fe [9:22], impotencia, poder de Jesús) y diferencias (edades distintas, curación y muerte, recurso a Jesús directo e indirecto, sufrimiento público y privado)” (Carter 2007:342). Y también hay una especie de juego de palabras en torno a las voces levantarse y sanar/salvar que le dan más profundidad al texto. Es como hoy, a Jesús nos acercamos con fe desde nuestras distintas experiencias y particularidades que nos caracterizan, pero lo importante es acercarse con fe.

“un hombre principal” (vv. 18, 23)

Las voces griegas árjon eís (v. 18) y árjontos (v. 23) designan al jefe de la sinagoga local. La posición que ocupaba Jairo -ese era su nombre, Luc 8:41- hacía que él, más allá de ser la cabeza administrativa de la sinagoga, representase “lo puro” y “lo sagrado” de la ley de Moisés. De Jairo se puede decir, por las referencias acerca de su casa y de la gente contratada para el ritual funerario, que posiblemente tenía una posición económica holgada.

Este hombre vino a Jesús buscando un milagro a favor su única hija, que tenía como doce años (Luc 8:42) y “acababa de morir”. Aunque se haya postrado (prosekúnei) ante Jesús “el verbo no sugiere “adoración”, sino profunda reverencia, actitud de súplica respetuosa delante de alguien en posición de conceder un favor” (Carson 2010:276). ¿Podemos imaginar el tipo de ruego que eleva un padre cuya hija acaba de morir? ¿Podemos imaginar el rostro de Jairo, el tono de su voz, los gestos que mostró a Jesús, además de su fe? Es en esa actitud que le pidió a Jesús que le ayude. Creía que él podría revivirla (v. 18).

“una mujer enferma”

Esta mujer es todo lo contrario del jefe de la sinagoga, en el sentido que su enfermedad la hacía “impura” según la ley mosaica (Lev 15:25-27). El “flujo de sangre” continuo que tenía por largos doce años (v. 20) la convertía en “ceremonialmente inmunda. No es de sorprenderse pues, que no deseara tener ningún contacto físico con Jesús. Esperaba solo tocar “el borde de su manto” (Carballosa 2007:328). Esto se refiere a la parte ritual-legal, pero ¿qué de la parte humana, es decir de los sufrimientos y desesperanzas a causa de una enfermedad que no se iba? Ahora bien ¿por qué se acercó a Jesús? Por la misma razón que Jairo también le buscó. Ella era una mujer de fe, como Jairo, pues creía que Jesús podía sanarla (v. 22).

Costumbres funerarias judías

Cada cultura tiene sus rituales y costumbres en torno a la muerte. Los judíos se esforzaban por demostrar el dolor ante el fallecimiento de algún miembro de la familia (v. 23), y algunos no reparaban en gastar fuertes sumas de dinero contratando músicos y plañideras. “Los que tocaban flauta estaban allí para guiar a los presentes en sus expresiones de luto. (…) El funeral de un miembro de una familia importante como ésta habría tenido muchas lloronas profesionales. El desahogo por catarsis durante el luto incluía gritar y golpearse el pecho” (Keener 2003:64).

Nota de traducción: La RV 1960 añade innecesariamente la palabra “hombre” (v. 18), el cual no está en el texto griego. Esa es la razón por la que aparece entre corchetes en la cita bíblica al inicio del presente estudio. Por otro lado, la voz sothésomai (v. 21) debe traducirse “seré sana (en mi cuerpo)”. Ignoramos la razón por la que la RV 1960 traduce “seré salva”, dado que la voz griega hace referencia al cuerpo (físico). La NVI (1999) traduce “quedaré sana” y la BEPD “quedaré curada”.

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

En el relato hay algunos términos que merecen considerarse detenidamente, dado que le dan sentido y permiten su mejor comprensión.

“pon tu mano sobre ella, y vivirá” (v. 18)

En la súplica del jefe de la sinagoga hay una gran fe: Jesús puede devolver la vida (zésetai) de su hija recién muerta. Y cree que eso puede suceder si Jesús pone su mano sobre ella. Esto, sin embargo, es algo que iba contra las leyes de pureza que el mismo Jairo representaba. ¿Cómo es eso que Jesús debía tocar un cadáver? ¿Es acaso la única forma en la que Jesús puede operar un milagro? ¿No bastaría una palabra suya a la distancia para que la niña recobre la vida?

Ante la súplica del jefe de la sinagoga, quien interrumpió la enseñanza de Jesús (v. 18), él se levantó (egertheís, v. 19) acompañado de sus discípulos. Pero entre sus acompañantes se sumó la mujer enferma e “impura” (v. 20). Cuando Jesús llegó a la casa de Jairo les dijo a los presentes que se retiren porque la niña no estaba muerta sino dormida. Esto provocó las burlas contra él (v. 24).

En la Biblia el término “dormir” a veces se usa para referirse eufemísticamente a la muerte (Jn 11:11-14). Pero en este caso era imposible usar el término en ese sentido, dado que todos estaban convencidos que la niña estaba muerta. ¡Ya habían comenzado los rituales fúnebres! (Los músicos y las plañideras eran parte de ese ritual). Por otro lado, estaba el hecho que Jesús, conforme a la petición del padre de la niña muerta, debía tocarla. Si hacía eso ante las personas Jesús sería acusado de “impuro” (junto con Jairo por permitir tal quebrantamiento de la ley). De ahí la necesidad que la gente fuera echada de la casa (v. 25) para que así Jesús actúe libremente.

Según el v. 25 Jesús entró donde estaba ubicada la niña, la tomó de la mano y ella se levantó (egérthe, v. 25). ¡Volvió a la vida! ¡Jesús tiene poder sobre la muerte! Es interesante observar que la historia de la resucitación -el levantarse- de la niña comienza con un previo levantarse, pero de Jesús (egertheís, v. 19). Jesús se había levantado siguiendo al padre de la niña, ahora la niña se levanta por el poder de Jesús.

“seré salva” (v. 21)

Esta expresión que literalmente significa, como ya indicamos, “seré sanada físicamente”, es contada por Mateo como haciendo un juego lingüístico. La mujer esperaba sothésomai, es decir ser curada de su enfermedad física que la atormentaba. Ese era su objetivo. Pero al lograr tocar el borde del manto de Jesús (v. 20) logró algo más. En realidad mucho más de lo que esperaba, pues Jesús le añadió salvación (sésokén, esóthe, v. 22). Hoy diríamos que Jesús le dio salvación integral: salud física y salud espiritual. 

La mujer enferma esperaba un milagro, pero al final fue sorprendida por la gracia de Jesús el Mesías. Como se resalta en el texto bíblico, todo radicó en la fe que ella tenía. “La sentencia final: Tu fe te ha salvado (v. 22) hace ver a la mujer que el gesto físico de tocarle el manto no habría servido de nada sin la fe que la había impulsado a salir a su encuentro para poder tocarlo” (Levoratti 2007:330). Y esto es así hasta hoy. La fe sigue obrando milagros y regalos inmerecidos de Dios.

Conclusión del relato

Esta historia nos cuenta acerca de una sanidad y una resucitación. Una mujer sufriendo doce años una terrible enfermedad y una niña –de doce años- que recobra la vida ante el asombro del gentío. Una mujer enferma e impura y una niña que moría en su casa posiblemente era algo común ver en aquel tiempo (y hasta el día de hoy). Pero para Jesús todo puede cambiar si de por medio está la fe de aquellos que le buscan con humildad suplicando lo que, a los ojos humanos, parece imposible.

“El relato concluye refiriendo que la noticia del suceso se divulgó por toda aquella tierra, presumiblemente la zona de Cafarnaún o, quizá, el conjunto de Galilea (4,15-16). La acción de Jesús manifiesta la luz del salvífico reinado de Dios (1,21-23) en la región de muerte y tinieblas (4,15-16)” (Carter 2007:345).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Tanto la enfermedad física, como la muerte, pueden llevar a las personas a buscar a Jesús cuando son impulsados por la fe. Aún las enfermedades consideradas “impuras” y las situaciones consideradas irreversibles -como la muerte- pueden ser cambiadas por el poder y la gracia de Jesús. 

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

“Estos dos milagros revelan un aspecto importante de la actitud pastoral de Jesús. El dolor humano lo mueve a compasión, sin tener en cuenta la condición social de las personas: si él se pone en camino a pedido de un alto dignatario, también se detiene ante una mujer anónima. Uno y otra son objeto de una misma solicitud” (Levoratti 2007:330).

Jesús no teme relacionarse con una mujer enferma e “impura” -dejarse tocar y hablar con ella-, como tampoco en quebrar las leyes de pureza (al tocar el cadáver de la niña). Para Jesús lo más importante es la vida, es decir que las personas vivan (y tengan calidad de vida). Eso llegan a saberlo por experiencia propia la mujer sanada, el padre de la niña y la niña misma. 

Acerca de la mujer y el jefe de la sinagoga:

La fe en Jesús, de estas dos personas, logra cosas consideradas “imposibles”. Una hemorragia por doce años que ningún médico podía curar (Luc 8:43) y una situación que quiebra toda esperanza (la muerte), son superadas por la fe tanto de una humilde mujer como de un dignatario religioso. Jesús ha venido a traer sanidad y salvación. Las bendiciones del Reino de Dios son para todos los que se acercan a Jesús con fe.

Fuentes usadas

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carson, Donald. (2010). O Comentário de Mateus. São Paulo: Shedd Publicaçoes. 

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Keener, Craig. (2003). Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. El Paso, TX: Mundo Hispano.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

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ALABEMOS AL SEÑOR

Salmo 147

El Salmo 147 es uno de esos salmos donde se hace un llamado al pueblo de Dios a alabarle. A diferencia de otros salmos éste no tiene un título (como el 146 o 148 digamos), y a todas luces es un salmo compuesto después del cautiverio en Babilonia. Su contenido lo sugiere así. Muchos salmos fueron escritos después del exilio (el 137 es otro ejemplo de ello). Pero, como sabemos, los salmos fueron compuestos para ser cantados en los cultos de Israel. De ahí su poesía y su compás que en nuestro idioma apenas podemos apreciar (dado que fue escrito originalmente en hebreo).

El Salmo 147, al ser poesía, contiene figuras y abreviaciones (para que rime bien en el hebreo) como es el conocido JAH y que debiera traducirse mejor por “Jehová”. También este salmo contiene varios paralelismos (alabar es igual a cantar salmos, v. 1; Jerusalén y Sion se refiere a lo mismo, v. 12; las palabras de Dios se refieren a los estatutos o ley de Moisés, v. 19, etc.). También, al final (v. 20) se termina con la voz hebrea “Aleluya” que significa lo mismo que el inicio del salmo (v. 1). En fin, ya estamos en la gramática de la poesía, pero además de eso ¿A qué invoca y qué provoca este salmo?

El Salmo 147 invoca a alabar a Dios (vv. 1, 7, 12, 20), y está escrito de tal forma que indica la clara estructura y contenidos que Israel debe conocer, según el compositor. En este salmo se mencionan las razones por las que Israel debe alabar a Dios: Jehová es quien edifica la ciudad de Jerusalén, dado que él reunificó a los desterrados (v. 2), es quien sana a los que sufren (v. 3), es dueño del universo (v. 4), su poder y entendimiento es infinito (v. 5), favorece a los pobres y humilla a los injustos (v. 6), y domina y cuida de su creación, incluyendo a los que la habitan (vv. 8-10).

Luego el salmista hace una pausa (v. 11) para decir que Dios se agrada de los que le temen (es decir, los que le honran y reconocen como Señor), y de aquellos que esperan su misericordia. Y es que la alabanza a Dios tiene como punto de partida el reconocimiento de quién es Él. Sin esa actitud no es posible alabanza o cántico alguno al Señor. Finalmente, el salmista prosigue con las razones para alabar a Dios: Él es quien cuida de la ciudad de Jerusalén (v. 13), da paz y alimento a su pueblo (v. 14), y da su(s) palabra(s) a su pueblo (vv. 15-19). En suma, Israel debe alabar a Dios por lo que él es, lo que él hace en su creación y por su palabra (estatutos).

Pero junto con sus palabras contenidas en sus estatutos están también aquellas palabras de juicio. Y vaya que Israel sí conocía por experiencia propia acerca del juicio de Dios: estuvieron setenta años en cautiverio y la nación había quedado en ruinas. Con todo Israel sigue siendo un pueblo exclusivo, no hay otro como él (v. 20). El pueblo de Dios no sólo reconoce y goza las bendiciones de Dios sino también acepta su juicio cuando peca y se desvía del camino correcto.

Este salmo nos hace pensar en el Dios poderoso en quien creemos. Él es quien tiene el control de todo. Hay quienes afirman que el 2020 ha sido un año perdido. No lo creo, Dios no se ha ido de vacaciones olvidándose de su creación y de su pueblo. Y tenemos muchas razones para alabarle. Te invito a que hagas un listado de esas razones para alabar su nombre. 

Pastor Martín Ocaña Flores

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