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JESÚS EL MESÍAS: UNGIDO Y TRAICIONADO

TEXTO BÍBLICO (Mateo 26:6-16)

“Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 

Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella. 

Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.” (RV 1960). 

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Esta sección (26:1 – 28:15) es la última del Evangelio de Mateo y tiene como tema mayor la muerte de Cristo y su resurrección. De hecho, Jesús se aproxima cada vez más a su crucifixión, y eso es algo que deben saber sus discípulos (26:1-2). Jesús anuncia que será “entregado” (v. 2), cosa en la que se esforzará Judas Iscariote (vv. 15-16). La entrega -que es un acto de traición- involucra a toda la clase religiosa: principales sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo, quienes se reúnen en el patio de Caifás, el sumo sacerdote (vv. 3, 14).

Como es evidente toda la sección está teñida de diversas violencias contra Jesús (desde 18:47 en adelante), quien finalmente será llevado a la cruz (v. 18). Los verbos “matar” y “entregar” (traicionar) cobran fuerza en el relato (vv. 4, 25). Es en este contexto y ánimo que hay que ubicar el ungimiento de Jesús en Betania por parte de una mujer anónima (v. 6). Todo esto sucedió dos días antes de la fiesta judía de la Pascua (v. 2).

El tema económico.- Aunque el relato tiene que ver con el sacrificio de Cristo, no deja de ser notorio el tema económico. Así aparece un perfume de gran precio (v. 7), está el comentario de venderlo por un gran precio (v. 8) y las treinta piezas de plata que recibió el traidor Judas (v. 15). Dado que la sección va casi hasta el final del Evangelio, hay que observar que -después de la resurrección de Jesús- la clase religiosa judía compró con mucho dinero la conciencia de los soldados que custodiaron la tumba de Jesús, para que cambien su versión de lo que realmente había sucedido (28:12, 15).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR 

“en Betania, en casa de Simón el leproso” (v. 6)

Los vv. 6-11 cuentan cómo en Betania, en casa de Simón, sucedió un hecho donde los anfitriones de Jesús son caracterizados por datos que sorprenden. Simón era un “leproso”, es decir alguien que había sido sanado de tal azote, y también está la presencia de una mujer cuyo nombre se desconoce. Vistos con los ojos de la cultura de ese tiempo, ambos eran personas con pocos privilegios religiosos además de ser socialmente “marginales”. 

“ha hecho conmigo una buena obra” (v. 10).

Algo que no se puede negar es que “la verdadera protagonista del relato es una mujer anónima, que se introduce abruptamente en el escenario del banquete y realiza una acción que provoca una reacción negativa en algunos de los comensales.” (Levoratti 2007:385). La mujer, mientras Jesús estaba en la mesa, derramó sobre su cabeza un perfume de gran precio con el significado de “prepararle” para la sepultura (v. 12). Es decir, ella había entendido nítidamente que Jesús iba camino a la muerte. Lo que hizo fue calificado como “buena obra” (v. 10), tanto así que el Señor dice que donde se predique la buena noticia del Reino de Dios “se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella” (v. 13).

“Ella reconoce a Jesús como rey y profeta, como enviado (ungido) y ha comprendido que él entregará su vida por todos. El gesto de romper el frasco de alabastro y derramar el perfume simbolizará el cuerpo partido y la sangre de Jesús derramada por la salvación del mundo. Y sólo entonces el evangelio se anunciará por todo el cosmos.” (Estévez 2012:113-114). Como en otros relatos evangélicos (15:21-28), aquí la mujer anónima tienen un discernimiento y una fe que ni siquiera sus discípulos muestran.

Pero el comentario elogioso que hizo el Señor respecto a la mujer fue a causa de la reacción equivocada de sus discípulos, quienes lejos de interpretar de forma correcta lo que hizo lo redujeron a un asunto estrictamente económico (vv. 8-9), molestando además a la mujer (v. 10). Observe que los discípulos no dicen que ellos van a dar de lo suyo a los pobres, sostienen más bien que la mujer pudo hacer una mejor “inversión” socorriendo a los pobres con el dinero que se pudo obtener con el perfume vendido (v. 9). ¿Es que quieren parecer preocupados por los pobres de su tiempo?

“La incomprensión [de los discípulos] consiste en aplicar a ese gesto «gratuito» un criterio valorativo rígidamente económico, puramente pragmático. Aunque el reproche se enmascara bajo el velo de la preocupación por las necesidades de los pobres, en realidad se trata de una visión estrecha de las cosas y de una contabilidad mezquina.” (Levoratti 2007:385). Más aún, bien se podría añadir que los discípulos no tenían derecho alguno de criticar a la mujer por el supuesto “desperdicio” (v. 8). Si ella quería ser generosa con el Señor ¿en qué les afectaba a ellos?

“siempre tendréis pobres con vosotros” (v. 11)

El v. 11 merece una explicación más detallada, dado que con frecuencia ha sido mal interpretado. Así, “se ha pretendido, por ejemplo, que Jesús se oponía al progreso social y consideraba inútil el esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de los pobres” (Levoratti 2007:385). Peor aún, algunos lo entienden como si el Señor hubiera pronunciado una profecía contra los pobres de todos los tiempos. Las palabras exactas del Señor son “Pántote gár toús tojoús éjete meth eautón, emé dé oú pántote éjete”, y sobre esto tengo tres observaciones.

(1) Las traducciones literales de la Biblia no traducen éjete en tiempo futuro sino en presente: “Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no me tenéis siempre” (Nueva Versión Purificada), “Pues a los pobres los tenéis siempre a mano; más a mí no me tenéis siempre” (Torres Amat), “Porque en todo tiempo a los pobres los tenéis con vosotros, más a mí no siempre me tenéis” (Pablo Besson). (2) Las mismas versiones literales traducen la voz pántote por “siempre”, lo cual es inexacto. Esta voz es mejor traducirlo por “regularmente”, “a cada momento”, “habitualmente”. Al traducirlo por “siempre” da la idea de algo perenne, de algo que siempre estará o nunca acabará. (3) Ninguna traducción aclara que los ptojoús son “pobres extremos”. Aquí no se trata de “pobres” en general, para eso habían otras voces griegas. 

Después de estas explicaciones mi traducción es: “Habitualmente a los pobres extremos los tienen con ustedes, pero a mí no me tienen regularmente”. De hecho, Jesús no estará mucho tiempo más con los discípulos pues va camino a la cruz y la sepultura. La mujer ha sabido valorarlo a él y por eso le dio lo más valioso que poseía (el perfume caro). “Jesús no está insinuando, como piensan muchos, que es necesario que haya pobres, sino que es necesario socorrer a los pobres cuando ya no se le puede hacer a él personalmente el servicio que esta mujer le prestó.” (Lacueva 1984:118). Además, los pobres extremos están ahí y hay que socorrerlos (25:35-40). Eso debían saberlo, estaba escrito en la Ley (Deut 15:7-11).

“desde entonces buscaba oportunidad para entregarle” (v. 12)

“A continuación, Mateo narra el acto ruin de Judas, que recibe el pago por traicionar a Jesús. Se especifica que Judas es “uno de los doce”, hecho que los lectores de Mateo conocen (cf. 10:1-4), pero la designación eleva la culpabilidad de este que ha tenido el privilegio de formar parte del círculo interno de los seguidores más cercanos de Jesús, que había sido designado para desempeñar liderazgo en la iglesia que iba a formarse, y que habría ejercido autoridad sobre las doce tribus de Israel (19:28). En vez de ello, su privilegio le da la oportunidad para la inconcebible traición que resultará en una impactante condenación.” (Wilkins 2016:646).

Los vv. 14-16 muestran cómo Judas Iscariote busca a los principales sacerdotes para entregar traicioneramente a Jesús, y así ejecuten su plan de matarlo (v. 4). El relato es breve y sencillo, dado que se trata de una transacción económica (y moral a la vez). Da lo mismo que sean treinta o cien monedas de plata lo que recibe Judas. Pero lo que hace quedará grabado en la memoria de la humanidad como uno de los actos más viles de los que se tenga conocimiento.

“La traición de Judas es quizá el hecho más desconcertante que narran los evangelios. Cuesta mucho pensar, en efecto, que Jesús haya sido traicionado por uno de sus seguidores más íntimos. (…) El verbo «entregar» (gr. paradidonai, vv. 15-16) encierra una velada alusión al designio divino: el Hijo del hombre es entregado a la muerte, conforme al plan de Dios, para la salvación del mundo.” (Levoratti 2007:386). Además, la acción de Judas contrasta con la de la mujer anónima: mientras ésta le ofrece a Jesús un perfume costoso y lo unge preparando su sepultura, Judas gana unas monedas a costa de la sangre de quien fue su Maestro.

¿Qué fue realmente lo que motivó a Judas a traicionar a Jesús? Es muy difícil entrar en la lógica de Judas Iscariote, pero está obvio que su acto rompe con la lealtad hacia el Señor y la fidelidad al grupo. No hay que perder de vista que en los actos de traición generalmente hay oportunismos económicos o decepciones de diversa índole. Es posible que Judas se haya entusiasmado con el Jesús que alborotó el templo (21:12), pero luego se decepcionó en extremo al ver que anunció, una vez más, su sepultura (26:12). Sus expectativas de ver a Jesús como Mesías terrenal, rey guerrero que lucha contra Roma se diluyeron totalmente. Ya no había nada que hacer, Jesús era un falso Mesías según sus criterios políticos, por tanto debía ser eliminado. Judas así llega a ser parte del complot de los religiosos contra Jesús.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

El Señor Jesús va camino a la cruz en medio de complots para acabar con su vida (vv. 4, 15). Pero una mujer anónima lo unge con un perfume costoso reconociendo, con ello su mesianismo sufriente (pues iría a la sepultura). Ese hecho es exaltado por Jesús, y debe acompañar el anuncio del Evangelio (v. 13).

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús acepta el desprendimiento generoso de una mujer que lo unge, a la vez que corrige a sus discípulos que tienen una visión estrecha (puramente económica) del ungimiento. Les exhorta, en el espíritu de la ley mosaica, a hacer el bien a los pobres extremos que están habitualmente cerca de ellos.

Lecciones para todos:

Los cristianos debemos reconocer el carácter sufriente del mesianismo de Jesús, además de recordar que a los pobres extremos se los tiene a cada momento y en todo lugar. A éstos debemos hacerles el bien.

Fuentes usadas:

Estévez, Elisa. (2012). Las mujeres en el origen del cristianismo. Navarra: Verbo Divino (Serie: Qué se sabe de …).

Lacueva, Francisco. (1984). Nuevo Testamento interlineal griego-español. Barcelona: CLIE.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.

Wilkins, Michael. (2016). Mateo: Comentario bíblico con aplicación NVI. Nashville, TE: Vida.

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JESÚS, SUS DISCÍPULOS Y “EL FIN DEL SIGLO”

TEXTO BÍBLICO (Mateo 24:1-51)

“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (vv. 1-3). 

Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! (vv. 4-19)

Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. (vv. 20-28)

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. (vv. 29-39)

Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (vv. 40-51) (RV 1960).

 CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Los caps. 24 y 25 están unidos temáticamente, aunque escritos en distintos géneros literarios. La discusión anterior giró en torno a la religiosidad vacía y sin frutos que ha pervertido al templo de Dios (21:12-19). Jerusalén, que simboliza el poder político y religioso, mata a los profetas (23:37), razón por la cual se quedan con su casa -o templo- desolado (23:38). De ahí que 24:1 muestre a Jesús saliendo del templo (24:1) y profetizando su destrucción (24:2). 

El texto sitúa a Jesús y sus discípulos en el monte de los Olivos (24:3), en donde el Señor responde las preguntas que le hicieron: ¿Cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá de tu venida, y del fin de siglo? (24:3). El Señor Jesús en su disertación mencionará varias “señales” así como también algunos “deberes” (24:4-51), para luego narrar dos parábolas acerca del Reino de Dios (las diez vírgenes, 25:1-13; los talentos, 25:14-30), y concluir con el anuncio del juicio de Dios (25:31-46), utilizando en parte un lenguaje figurado.

La parábola de las diez vírgenes es una exhortación a estar atentos o alertas frente a la venida de Cristo (25:13). No se puede ser tan desprevenido o confiado ante tan magno evento. La parábola de los talentos, por su parte, es una crítica a los que no llevan frutos para el Reino de Dios (25:29-30). Esta última parábola tiene el mismo mensaje que la de los labradores malvados: “el Reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de él” (21:43, 45). Cuando Dios juzgue lo hará como el Rey que da su herencia -el Reino- a los que obraron como Jesús, es decir a aquellos que socorrieron a “los pequeños” (25:34, 40, 46).

La “venida” del Señor: Este tema no es uno más en la enseñanza del Señor. Está en la pregunta de los discípulos (parousías, 24:3) y en la respuesta de Jesús: al Hijo del Hombre viniendo (erjómenon, 24:30), venida del Hijo del Hombre (parousía, 24:37, 39), venir vuestro Señor (érjetai, 24:42), el Hijo del Hombre vendrá (érjetai, 24:44), su señor venga (elthón, 24:46), vendrá el señor (héxei, 24:50). Incluso, en las parábolas, se menciona la venida:  vino el Señor (érjetai, 25:19), el Hijo del Hombre venga (élthe, 25:31). La segunda “venida” de Cristo -anunciada con distintos términos griegos- es profecía y esperanza, la cual domina los caps. 24 y 25 de Mateo.

Nota de traducción: La expresión sunteleías toú aiónos (24:3) se repite en 13:40, 49 y 28:20. En 13:39 aparece como suntéleia ainós éstin, y la RV 1960 los ha traducido como “fin del siglo”, “fin de este siglo” y “fin del mundo”. Otras traducciones dicen “consumación del siglo” (NT Besson) y “consumación de la era” (Biblia Textual), lo cual nos ayuda a entender mejor el sentido de la expresión griega. La RV 1960 al traducir 28:20 por “fin del mundo” transmite la idea que este mundo -es decir, la tierra, el globo terráqueo- tiene “un final”, es decir llegará un día en que la tierra o mundo se acabará. Nada de eso significa sunteleías toú aiónos. La era presente, el sistema organizado -el eón o “siglo”- tal como hoy lo vemos un día cesará, es decir ya no existirá más. Lo que parece perenne se acabará y el Reino de Dios vendrá (“venga tu Reino”, 6:10).

“El Nuevo Testamento emplea diversos términos cuando se refiere al mundo. Emplea, por ejemplo, la palabra kósmos (disposición ordenada). (…) Utiliza también el vocablo aión, del que procede nuestro “eón” que designa un largo periodo, una época. (…) El término kósmos es utilizado mayormente cuando connota una referencia positiva. Cuando la referencia es de signo negativo, o bien aparece usada la palabra aión o bien se antepone un adjetivo peyorativo a la palabra kósmos. El vocablo aión pudiera también traducirse por “espíritu del mundo” o por “este siglo”, más que por “mundo”. La Biblia no tiene nada contra “el mundo”.” (Cox 1974:18-19).

“La interpretación de este discurso escatológico no es nada fácil. Una simple lectura muestra que hay en él una notable variedad de géneros literarios: anuncios proféticos, exhortaciones de carácter moral, sentencias sapienciales y parábolas. También abundan las alusiones a pasajes del AT. Sin embargo, el lenguaje que predomina en el discurso es el típico de los escritos apocalípticos, cuyo estilo inconfundible se caracteriza por el recurso a imágenes deslumbrantes, por su acentuado simbolismo y por la puesta en escena de elementos catastróficos (guerras, oscurecimiento del sol y la luna, caída de los astros y otras conmociones cósmicas).” (Levoratti 2007:379).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR 

Las “señales” que acompañan la Parusía:

Una forma difundida de entender el discurso de Jesús ha sido el estar muy atentos a las señales que allí se mencionan y buscar su “cumplimiento” en los acontecimientos contemporáneos. Pero se trata de una forma desacertada de entender las señales. Las señales no son fin en sí mismas, siempre apuntan a algo. Las señales siempre nos previenen de una situación o hecho que puede cambiar drásticamente nuestras vidas. A las señales, en suma, hay que darles atención pero no más que a “lo central”: la venida del Señor, ésta es la señal definitiva (v. 30). La Parusía debe motivar a los cristianos a obedecerle y servirle.

Lista de señales: vendrán muchos haciéndose pasar por Cristo y engañarán a las personas (vv. 5, 24), guerras y rumores de guerras (vv. 6, 7), pestes (v. 7), hambrunas (v. 7), terremotos (v. 7), persecución por causa de Jesús (v. 9), traiciones y apostasía (v. 10), presencia de falsos profetas (v. 11), mucha maldad (v. 12), el templo de Jerusalén profanado (v. 15), gran aflicción o tribulación (vv. 21, 29), falsos anuncios de salvación (v. 23), aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros (v. 24), y señales en el cielo o cosmos (v. 29). 

Los “mandatos” a la iglesia en el contexto de la Parusía:

La presencia visible de señales no debe ni alarmarnos ni desviar nuestros ojos del Señor. Por lo mismo, aunque los tiempos sean difíciles nuestra obediencia debe mantenerse. Veamos los mandatos del Señor: No dejarse engañar (v. 4), no turbarse (v. 6), perseverar hasta el fin (v. 13), predicar el evangelio del Reino en todo lugar (v. 14), cuidar la vida (vv. 16-18), orar (v. 20), no creer a los falsos anuncios (v. 23), no creer todo lo que se oye (v. 26), saber leer las señales (v. 33), estar preparados (v. 44), y ser fieles y prudentes (vv. 45-46).

“habrá entonces gran tribulación” (v. 21)

Uno de los temas que más se ha resaltado de Mateo 24 -en las predicaciones y en la literatura popular- es lo relacionado con la gran tribulación (v. 21). Pero, como ya vimos, ésta no es más que una de varias señales previas a la Parusía (v. 29). Lo principal no es ésta ni las otras señales, es la venida del Señor trayendo su Reino (v. 30). Ante el Reino definitivo de Dios todo se trastoca, todo es sacudido: el sol, la luna, las estrellas, los poderes del cielo, las tribus de la tierra. Se trata de un lenguaje simbólico que comunica la idea que “la venida de Jesús devuelve la totalidad de la creación a la soberanía de Dios.” (Carter 2007:678).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Los caps. 24 y 25 de Mateo muestran a un Dios soberano que trae su Reino de gloria en Jesucristo (24:30 y 25:31), después que en la tierra se dan una serie de señales que apuntan a la Parusía. En ese contexto hay que seguir obedeciendo al Señor. Dios tiene todo bajo control, pero un día tendremos que darle cuenta a él de lo que hicimos (25:31-46).

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús enseña acerca de su Parusía (la llegada plena del Reino de Dios), pero indicando que hay que estar alertas a las señales y en una actitud de obediencia respecto a sus mandatos.

Jesús con mucha perspicacia no responde la primera pregunta de los discípulos (¿cuándo?, v. 3), dado que podrían hacer cálculos de posibles fechas acerca “del fin del siglo” (Cf. Mc 13:32). Jesús opta por asegurarles que el Reino vendrá en su plenitud en la Parusía. 

Lecciones para todos:

Los cristianos estamos seguros en la palabra de Jesús cuando enseñó acerca de su segunda venida (Parusía). Hay que estar atentos a las señales, pero sobre todo hay que obedecer sus mandatos. Las tribulaciones que se presentan en la historia no nos eximen de vivir correctamente ante los ojos del Señor.

Fuentes usadas:

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Cox, Harvey. (1974). El cristiano como rebelde. Madrid: Marova.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.

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JESÚS Y LOS RELIGIOSOS DEL TEMPLO

 TEXTO BÍBLICO (Mateo 21:12-27)

“Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.” (vv. 12-17)

“Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” (vv. 18-22)

“Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.” (vv. 23-27) (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

El Señor Jesús sigue su camino a Jerusalén, el centro del poder político y religioso de la nación (20:17). Ahí debía padecer, morir y resucitar (16:21). Para ello tuvo que pasar por Jericó, ciudad donde le dio la vista a dos ciegos (20:29-34). Luego, ya más cerca de Jerusalén, en Betfagé, va a pedirle a dos discípulos que le traigan una asna y un pollino (21:2), los cuales utilizaría para entrar a Jerusalén. Mientras la ciudad se conmovió al ver a Jesús y las multitudes, éstas aclamaban a Jesús como el profeta de Nazaret de Galilea (21:10-11). 

“Con la entrada en Jerusalén, Jesús inicia la última etapa de su vida terrena. Era el tiempo de Pascua: multitudes de peregrinos se reunían en la Ciudad santa para celebrar la liberación de la esclavitud en Egipto, y las expectativas mesiánicas resurgían con fuerza. La espera del inminente reino de Dios se apoderó del grupo que lo acompañaba, y comenzaron a aclamarlo como Mesías (Hijo de David, v. 9). El grito Hosanna está tomado del Sal 118,25-26; su sentido original es «¡Sálvanos!», pero el uso litúrgico lo había convertido en un grito de aclamación o alabanza. (…) Pero en Jerusalén no aclaman a Jesús como Mesías, sino que lo presentan simplemente como el profeta de Nazaret en Galilea (v. 11).” (Levoratti 2007:371).

El texto tiene como eje el templo de Jerusalén, y se divide en tres partes: Jesús, los comerciantes y los dirigentes religiosos en el templo (vv. 12-17), Jesús maldice simbólicamente la religiosidad sin fruto (vv. 18-22), y Jesús debate con los dirigentes religiosos (vv. 23-27). Nuestro Señor Jesús tiene tres tipos de confrontaciones con la elite religiosa, la cual se lleva en el espacio “sagrado” que era el templo. Este relato se completa con tres parábolas (21:28-32; 21:33-46; 22:1-14) con las cuales Jesús juzga a dichos dirigentes (21:45).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR 

“Y entró Jesús en el templo [de Dios]” (v. 12)

La entrada de Jesús en el templo fue seguida de una gran multitud que lo reconocía como profeta (21:11). Es decir, Jesús no estuvo acompañado tan solo de los Doce. Este dato es clave para comprender por qué Jesús no fue detenido por la guardia que custodiaba el templo. Observe que el pueblo estaba con Jesús, dado que lo tenían por profeta (21:46). La guardia no pudo hacer nada sino observar lo que hacía Jesús.

Jesús al entrar al templo llevó a cabo una acción sorprendente: echó a los mercaderes y compradores, y volcó las mesas de los cambistas de monedas y las sillas de los vendedores de paloma. ¿Por qué lo hizo? Se trata de un acto que puede ser evaluado desde varios ángulos. Un zelote pudo haber visto a Jesús como uno de los suyos, los dirigentes religiosos como un atentado a sus intereses (ellos alquilaban a los mercaderes el espacio que utilizaban), y la guardia romana debió sorprenderse por tan arrojado acto. Eso, dado el contexto hostil que se vivía, pudo generar una matanza.

Pero hay dos elementos a considerar: (1) Los negocios hacían ganar a los cambistas de monedas y a los vendedores de animales para los sacrificios sumas astronómicas. Es decir, abusaban económicamente de los fieles que iban a adorar y sacrificar al templo. En suma, lo que sucedía en el templo era un asalto. (2) El celo de Jesús se evidencia en lo que hace y dice. Al echar, obviamente con la fuerza física, a los negociantes, está diciendo simbólicamente algo que remarcará en su enseñanza: el templo es la casa de Dios, es casa de oración. Jesús no había entrado a un mercadillo sino “en el templo de Dios” (v. 12).

Nota: La RV 1960 añade “de Dios” siguiendo manuscritos tardíos. “Al parecer, la adición toú Theoú es una expansión natural con el fin de recalcar la profanación del lugar santo. (…) Aunque tal frase no tendría mayor importancia para los judíos (ya que para ellos “el templo” solo podía significar una cosa), la expresión más larga no sería intrínsecamente objetable para nadie.” (Metzger 2006:44). 

“Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada…” (v. 13)

Junto con la acción profética y simbólica, Jesús sentenció que la casa de Dios había sido convertida en una cueva de ladrones. La gran mayoría de versiones de la Biblia traducen lestón por “ladrones”, pero ese término literalmente significa “bandoleros” o “bandidos” (como en 27:44, lestaí). De hecho, hace sentido que éstos hayan hecho del templo una “cueva”, la cual les servía tanto para refugiarse como para esconder lo robado. Los comerciantes amparados por los “respetables” líderes religiosos no eran mejores que los dos bandoleros que fueron crucificados junto con Jesús.

“La demostración llevada a cabo por Jesús (…) fue más bien una protesta contra la profanación del Santuario y un gesto profético destinado a atraer la atención sobre las características del verdadero culto.” (Levoratti 2007:371). Por lo mismo, el Señor Jesús no dudó en citar a dos profetas: Isaías (56:7) y Jeremías (7:11). Por lo tanto, su acción no fue el resultado de un momento de furia, como algunos interpretan, sino que expresó el celo de Jesús por la casa de Dios y con una fuerte base bíblica tomada de los profetas. 

Este hecho suscitó algo: vinieron a Jesús las personas enfermas (ciegos y cojos) y él los sanó. ¡El Señor hizo milagros hasta en el mismo templo! Pero, además, algunos muchachos (niños, paídas, v. 15) que también estaban en el templo, exclamaban a gran voz ¡Hosanna al Hijo de David!, es decir reconocieron a Jesús como el Mesías en el mismo recinto dominado por los principales sacerdotes y los demás líderes religiosos (escribas y fariseos). Lo que sucedió en el templo fue demasiado para éstos. Habían perdido el control del templo y sus intereses, al menos por un momento. 

“Pero los principales sacerdotes y los escribas… se indignaron” (v. 15)

No sabemos exactamente cómo expresaron ese sentimiento de intenso enfado los principales sacerdotes y los escribas, aunque sí queda claro que le reclamaron a Jesús por aceptar esa alabanza. Frente a ello Jesús les preguntó si conocían el Salmo 8:2, para luego retirarse a Betania, una pequeña ciudad a 6 kms. de Jerusalén, donde debía reposar.

“La confesión de los niños es peligrosa y amenazadora. Jesús les dijo: “Sí”. Contrariamente a la convicción de los jefes religiosos de que le ha sido indebidamente aplicado ese título y debe rechazarlo, él lo acepta como apropiado. Esos dirigentes se encuentran así opuestos a Dios. (…) Los vulnerables niños de pecho pueden ser una metáfora del pueblo de Dios protegido por Él (Nm 11,12; Dt 32,13).” (Carter 2007:603-604).

“[Jesús] volviendo a la ciudad, tuvo hambre” (v. 18)

Jesús “por la mañana” va a volver a Jerusalén de manera intencionada, tal vez sin desayunar, por lo que le dio hambre (v. 18). En el camino Jesús vio una higuera a la cual se acercará. Pero la higuera aunque tenía hojas no tenía fruto alguno, y por tanto no pudo satisfacer al Señor. Jesús la maldijo y la higuera se secó. Todo esto fue visto por sus discípulos (v. 20) a quienes ahora les da una lección. Lo que hizo el Señor Jesús había sido un acto simbólico.

 “Las acciones simbólicas de los profetas son algo así como «parábolas en acción», que no solo predicen un acontecimiento sino que lo introducen de modo efectivo. A este género pertenece la maldición de la higuera que no tenía frutos. Jesús buscó frutos de justicia en la ciudad santa, pero no los encontró. (…) Jesús realizó esta acción simbólica con la mirada puesta en aquellos que cerraban los oídos a su mensaje y no se mostraban dispuestos a la conversión. Por eso el relato culmina con una invitación a la fe y a la oración confiada.” (Levoratti 2007:372).

Efectivamente, la maldición de la higuera en realidad es la condenación de toda la religiosidad vacía y sin frutos que estaba representado en el templo y su elite religiosa. El templo ya había dejado de ser la casa de Dios, la casa de oración, por lo que de ahora en adelante se puede orar con fe en todo lugar (vv. 21-22). Finalmente, el templo sería destruido (24:1-2). Las referencias al “monte” y al “mar” tienen también un sentido simbólico o figurado (v. 21).

“La maldición de la higuera convierte a Jesús en modelo de esa fe poderosa, y al discipulado en una imitación de él. ¿A qué hace Jesús referencia con monte? (…) La frase arrójate al mar, recuerda el castigo de los cerdos/demonios como representantes del poder militar romano en 8,28-34. Sigue el mismo camino el templo, con su sistema de explotación de los pobres, que beneficia los intereses de la elite. Así pues, la fe es el medio de encontrar el imperio divino y de anticipar, imaginar, vivir y pedir el advenimiento de un nuevo orden mundial bajo el justo y misericordioso reinado de Dios.” (Carter 2007:606).

“¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?” (v. 23)

Esta última sección aborda el tema de la autoridad (exousía, vv. 23, 24, 27). El reclamo de los principales sacerdotes y ancianos del Sanedrín se da en el templo mientras Jesús enseñaba al pueblo (v. 23). Todavía los líderes religiosos respiran por la herida y abordan a Jesús con dos preguntas: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? Y ¿Quién te dio esta autoridad? Pero el Señor no les responde directamente, sino les hace una pregunta sumamente incómoda, pues les menciona el bautismo y mensaje de Juan, es decir si provenía de Dios o no (v. 25).

“El diálogo está construido de acuerdo con un esquema característico de la discusión rabínica: pregunta, contrapregunta, respuesta. (…). La expresión de Dios o de los hombres propone un dilema: si sus antagonistas decían de Dios, se reconocían culpables de no haber creído en las palabras de Juan; si decían de los hombres, se desacreditaban delante del pueblo, que consideraba al Bautista como un enviado de Dios. La negativa de Jesús corresponde al No sabemos de sus adversarios (v. 27).” (Levoratti 2007:372). Así termina abruptamente este relato conflictivo. 

Y aunque ya no hay nada que discutir el Señor narrará tres parábolas cuyo tema es el Reino de Dios. En la parábola de “los dos hijos” hasta las rameras y los publicanos entran en el Reino antes que los líderes religiosos (21:31), en la de “los labradores malvados” a esos mismos líderes se les quita el Reino (21:43), y en “la fiesta de bodas” -que también es una parábola del Reino (22:2)- hubo invitados no dignos (22:8), los cuales no fueron “escogidos” (22:14). Éstos fueron echados de la boda (22:13). De esta manera, la clase religiosa, de la que eran parte los fariseos, quedan fuera del Reino (23:13). Justamente con éstos proseguirán las controversias (22:15; 22:34), así como su posterior condenación (23:2-36).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

El Señor Jesús confrontó lo que se hacía en el templo (vv. 12-13) y a los que defendían lo que sucedía allí, es decir al comercio que instrumentalizaba la religiosidad o fe de las personas (v. 23). El concepto que el Señor tenía del templo de Dios era muy elevado y no dudó en sostener un debate con aquellos líderes religiosos.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús tiene un alto concepto del templo, la casa de Dios, el cual le viene de la enseñanza de los profetas (Isaías y Jeremías).

Jesús muestra celo para defender lo que es de Dios (el templo) y para denunciar lo que ofende a Dios (convertir su casa en una cueva de ladrones).

Jesús acepta la alabanza de los niños y los defiende de la indignación de los líderes religiosos que se habían “adueñado” del templo.

Jesús condena la religiosidad que instrumentaliza lo sagrado (el templo) y hace negocios con la fe de las personas que iban a sacrificar a Dios. 

Lecciones para todos:

Si el Señor Jesús condenó la religiosidad que profanaba el templo y no se traducía en frutos, lo sensato es deducir que nuestras vidas deben -además de aceptar el mesianismo de Jesús (21:15)- sintonizar con sus exigencias. Por lo mismo, debemos esforzarnos en mostrar frutos de justicia así como persistir en la oración de fe (21:22).

Fuentes usadas:

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.

Metzger, Bruce. (2006). Un comentario textual al Nuevo Testamento Griego. Nueva York: Sociedad Bíblica Americana.

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JESÚS Y LOS “POSTREROS” DEL REINO DE DIOS


TEXTO BÍBLICO (Mateo 19:13-30)

“Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los cielos. Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.” (vv. 13-15)

“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” (vv. 16-22)

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible. Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.” (vv. 23-30). (RV 1960).
 
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Nuestro texto une dos historias que a primera vista parece que no tiene nada que ver una con otra: aparecen niños (paidía, vv. 13, 14) y un joven (neanískos, vv. 20, 22). No es coincidencia que en el relato anterior (vv. 1-12) el Señor haya enseñado acerca del matrimonio citando Gen 1:27, donde el varón y la mujer reciben inmediatamente la orden de “fructificad y multiplicaos, llenad la tierra” (Gen 1:28), es decir reciben el mandato de formar familia (donde evidentemente se espera que lo integren niños y jóvenes).

Será por eso que los vv. 13-30 están en continuidad con los vv. 1-12. Observe el inicio de los vv. 13 y 16: “Entonces”, “Y mira” (Tóte, Kaí idoú). Al final este amplio relato será complementado con una parábola (20:1-16), el cual concluye (20:16) con la misma lección del 19:30 (los postreros llegan a ser primeros en el Reino). Incluso, el [Dios] bueno (“ninguno hay bueno sino uno”, eís éstin hó agadós, 19:17) es figurado en la parábola como el hombre, el jefe de familia que es bueno (“yo bueno soy”, egó agadós eími, 20:15).

El relato tiene cuatro momentos o “secciones” que se distinguen nítidamente y se complementan a la vez: Jesús y los niños (19:13-15); Jesús y el joven rico (19:16-22); Jesús y sus discípulos (19:23-30) y Jesús enseña el Reino de Dios mediante una parábola (20:1-16). Descontando a la parábola, la sección más amplia es el tercero, es decir donde Jesús instruye a sus discípulos. 

Un tema recurrente en el relato es el Reino de los cielos (o Reino de Dios, v. 24). Las referencias a él están en las cuatro secciones del relato (19:14, 21, 23, 24 y 20:1). Esto no debe perderse de vista, pues se trata de entrar al Reino o quedar fuera de él. No es un tema más para reflexionar, en él se decide el presente y el futuro. En este relato también encontramos otros términos o expresiones que son equivalentes del Reino de los cielos: vida eterna (vv. 16, 29), entrar en la vida (v. 17), el cielo (v. 21), ser salvo (v. 25), la regeneración (v. 28).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR 

“le fueron presentados unos niños (paidía)” (v. 13)

Ya antes el Señor había puesto a los niños como ejemplo de humildad (18:4) o pequeñez (18:6) para entrar al Reino de Dios. Ahora el Evangelio de Mateo describe algo que debe haber ocurrido varias veces: a Jesús le llevaron unos niños para que él los bendiga (imponerles las manos orando a la vez por ellos). Pero lo que debió ser algo común se tornó en una situación fastidiosa: los discípulos regañaron a quienes llevaron los niños.

¿Qué pasó? ¿Qué incomodó tanto a los discípulos para que tomen esa actitud? Parece que aquí “los discípulos se guían por los valores de la familia patriarcal y tratan de excluir a los niños, tan poco importantes socialmente. (…) Cuesta tiempo y esfuerzo desprenderse de los viejos esquemas” (Carter 2007:556). Por eso es que “Jesús no aprueba la conducta de sus discípulos. Al contrario, aprovecha la ocasión para transmitir una enseñanza sobre el modo de recibir el reino de Dios” (Levoratti 2007:367), de allí que afirme rotundamente que de los niños “es el Reino de los cielos” (v. 14).

Nuevamente, “como en 18,1-6, los niños representan a los carentes de poder, los marginales, los insignificantes, los que suponen una amenaza, los extraños al grupo, los débiles, los pequeños” (Carter 2007:557). Son todo lo contrario a lo que representa el joven rico del relato siguiente (vv. 16-22). A los niños ya les pertenece el Reino, mientras que el joven rico debe procurarlo. Se cierra esta primera sección con Jesús imponiendo las manos sobre los niños. Después de esto el Señor proseguirá su camino (v. 15).

Nota: Muchas deducciones se han hecho de este texto. Se enseña que los niños son inocentes, no tienen pecado, no tienen conciencia, etc., por lo que de forma automática ya serían salvos. Incluso algunos dicen “a partir de x años un niño ya está en condiciones de aceptar al Señor”. Pero nada de eso dice el versículo 14. Sólo dice que fueron llevados ante Jesús para que los bendiga, cosa que sucedió (v. 15). De este pasaje también se deriva la práctica de “dedicar a los niños” en un culto, donde el pastor recibe en sus brazos al bebé y ora por él (o ella) y sus padres para que lo guíen en el camino del Señor. Pero “dedicar” un bebé al Señor nunca debe entenderse como un bautismo, o como que ya está asegurado su salvación. 

“¿Qué bien haré para tener la vida eterna (zoén aiónion)?” (v. 16)

En este segundo relato aparece un joven rico (vv. 20, 22), quien se acercó al Señor Jesús para preguntarle lo que debía hacer (poiéso, v. 16) para conseguir la vida eterna. Desde ya la inquietud del joven es algo extraña, dado que en el imaginario social los ricos ya tenían ganado el cielo. La evidencia de que Dios estaba con ellos era su prosperidad material. Pero Jesús orienta al joven diciéndole que debe cumplir los mandamientos, no “en general” sino aquellos relacionados al prójimo (vv. 18-19).

“Jesús lo remite al Decálogo, especialmente a los mandamientos que requieren relaciones interpersonales basadas en el respeto y la justicia (Ex 20,12-15; Dt 5,16-20), un punto clave en la obtención y uso de los bienes. Y dijo Jesús: “No matarás (cf. 5,21-26), no cometerás adulterio (cf. 5,27-30; 19,3-12); no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre” (15,1-9). A esto añade Jesús el resumen de Lv 19,18: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo” (5,43; 7,12; 22,37-39). Fiel a su aseveración de 5,17-20, Jesús no deroga los mandamientos.” (Carter 2007:560).

“Si quieres ser perfecto (téleios eínai)…” (v. 21)

Se observa que el joven es algo impetuoso (y aparentemente legalista). Ni bien Jesús le dice que obedezca los mandamientos ya le está preguntando ¿cuáles?, como si acaso no estaría lo suficientemente claro. ¿O le enojó que Jesús no le diga “cumple las tradiciones”? Luego, ni bien el Señor le menciona los mandamientos específicos, ya le está diciendo que todo eso lo ha cumplido. Y todavía añade ¿Qué más me falta? (v. 20). Da la impresión que se trata de un joven que se cree cumplidor y “perfecto”. Por eso Jesús le habla en su propia lógica, de lo contrario ¿qué sentido tendría el decirle “si quieres ser perfecto”?

Significado de téleios: “Este adjetivo significa “completo”, “sin defecto”, “pleno”, “perfecto”, “realizado”, “eficaz”, “maduro”, “supremo” y tal vez “entregado”. (…). En la LXX téleios, tiene sentidos tales como “sin mancha”, “indiviso”, “total”. (…) El uso que Mateo le da conlleva un significado similar al de la LXX: “entero”, “perfecto” o “total”. Por esto, el joven rico aún no posee una “perfecta” obediencia a Dios (Mt 19:20). Dios nos trata a nosotros de forma perfecta, y nosotros debemos ser perfectos en nuestro trato hacia Dios y hacia los demás (Mt 5:48). Nuestro total amor debe abarcar incluso a nuestros enemigos.”  (Kittel & Friedrich 2002:1146).

Si el joven realmente cree ser teléios, entonces debe ajustarse a la exigencia del Señor, es decir “anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme” (DHH). El joven tiene ahora que ir a hacer algo: vender sus propiedades o fincas (ktémata, v. 22), repartirlo a los pobres extremos (ptojoís) -con lo cual tendrá tesoros en el cielo, 6:19-20-, y luego volver a Jesús y seguirle (akoloúthei moi). Los ricos que buscan la vida eterna no se libran del seguimiento a Jesús. La “perfección” del Reino de Dios implica el discipulado.

Para Jesús “se debe obedecer al corazón de la ley y el corazón de la segunda tabla del decálogo -que son los mandamientos que aquí se enuncian-, es el amor al prójimo (Lv 19,18). Lo normativo es el hermano. En este sentido, obedecer a la ley no es sólo no robar, no matar, etc.” (García 2015:318). Efectivamente, si el Reino de Dios consiste en “cumplir” los mandamientos, entonces hay un error de fondo. El Reino implica solidaridad y amor con los que menos tienen, con “los pequeños”, con “los postreros”. Es interesante observar que Jesús no se la hizo “fácil” al joven rico para que éste entre al Reino de Dios. ¿Se creía perfecto? Pues no lo era tanto. En realidad, no quería serlo.

“Cuando el joven oyó esto se marchó apenado, porque tenía muchos bienes. Aunque desea vida eterna (19,17.21), no pone los medios para alcanzarla. La riqueza manda en su corazón (6,24). Su posición social le importa demasiado. No venderá sus bienes ni dará a los pobres. Ha oído la palabra, pero la riqueza la ha ahogado (13,22). Ha perdido la vida (16,26). Es un hombre rico (19,23-24), definido por su riqueza y no por el seguimiento de Jesús.” (Carter 2007:562). En suma, el joven rico así mismo se autoexcluyó del Reino de Dios y la vida eterna.

“Difícilmente entrará un rico (ploúsios) en el Reino de los cielos” (v. 23)

Cuando el joven rico se fue el Señor afirmó algo que sorprendió a los discípulos: es sumamente difícil que un rico entre en el Reino de Dios (vv. 23-24). Y como para que quede claro puso un ejemplo exagerado. ¿Cómo hacer para que un camello pase por el ojo de una aguja? La salida no es buscar una aguja gigante. Lo “lógico” sería que el camello empequeñeciere, pero aun ni con eso. Se trata de un ejemplo exagerado, nada más, y ya cumplió su función. “La desproporción entre el tamaño del camello y el del ojo de la aguja expresa más adecuadamente el pensamiento de Jesús: para entrar en el Reino hay que hacerse «pequeño» y el peso de las riquezas es demasiado «grande».” (Levoratti 2007:368).

Frente a esta afirmación la reacción no se dejó esperar: “¿Quién, pues, podrá ser salvo (sothénai)?” (v. 25). Aunque es una pregunta legítima la respuesta de Jesús es mejor: “Para los hombres esto es imposible, más para Dios todo es posible” (v. 26). Si el joven rico y cumplidor de los mandamientos ha quedado fuera del Reino de Dios ¡Qué será de ellos! La respuesta de Jesús es que Dios puede hacer posible la salvación de todos, sean ricos o pobres. Dios no le cierra la puerta a nadie, las personas son las que se autoexcluyen del Reino. (De hecho, así como no todos los pobres son salvos, tampoco todos los ricos llegan a serlo).

Entonces Pedro hace un comentario presuntuoso y una pregunta desatinada: “nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (v. 27). “Las palabras de Pedro recuerdan las fundamentales escenas de llamada de 4,18-22, cuando él dejó la actividad pesquera y a su familia, y 9,9, cuando Mateo dejó su negocio de recaudación de impuestos.” (Carter 2007:564-565). Lo que Pedro está diciendo es que los Doce discípulos son “mejores” que el joven rico. Éste ni dejó nada ni siguió a Jesús, mientras ellos sí. Por eso piensa que merecen una recompensa. Su pregunta entonces “introduce el tema de la retribución, desarrollado también en la parábola de los obreros enviados a la viña (20,1-16).” (Levoratti 2007:368).

“muchos primeros serán postreros, y postreros (ésjatoi), primeros (prótoi)” (v. 30)

Jesús responde a Pedro haciendo referencia a la “regeneración” (palingenesía). Efectivamente, cuando el Reino de Dios se manifieste el Hijo del Hombre, Jesús el Mesías, se sentará en su trono de gloria (v. 28). Y ese día sería el tiempo para retribuir conforme a lo que uno haya hecho (25:31-46), lo que incluye a los Doce quienes tendrán una posición privilegiada. “Jesús asigna a los Doce una nueva función (…) es decir: ya no serán solamente anunciadores de la buena noticia, sino también testigos de cargo en el juicio que amenaza a Israel a causa de su incredulidad. Si el pueblo no se convierte, los Doce pronunciarán su sentencia contra él en el juicio final.” (Levoratti 2007:368). ¡Esa es la recompensa que recibirán!

El término palingenesía se reservaba “para la renovación futura del mundo, y naturalmente se aplicaba a las expectativas judías de un nuevo orden mundial (tales expectativas aparecen en Isa 65:17; 66:22 y en los Rollos del Mar Muerto).” (Keener 2003:93). Pero la palingenesía, aunque futura, ya lo viven los discípulos del Señor y no sólo los Doce: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (v. 29). A todos los creyentes que por el nombre de Jesús y el Reino de Dios hayan puesto en segundo lugar los asuntos familiares y terrenales, recibirán una gran recompensa.

Por otra parte, es interesante observar que el v. 29 también habla del joven rico. El término “tierras” es una referencia a sus “posesiones” (v. 22), y “la vida eterna” era lo que él buscaba (v. 16). Pero el joven rico no gozará de las bendiciones de los discípulos ni tampoco de la vida eterna, él prefirió sus posesiones y con ello le dio la espalda a Jesús. Pedro había preguntado por las recompensas, ahora ya tiene la respuesta.

Concluye el Señor con una lección: “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros” (v. 30). No debe sorprender al lector esta enseñanza. Los niños simbolizan a “los pequeños” (18:5-6) y de ellos es el Reino (19:14). Y ya sabemos que “los pequeños” eran “los postreros”, “los últimos” de la sociedad. Cierto es que el Reino de Dios es para todos (4:17), sean éstos “pequeños” (como los niños) o “grandes” (como el joven rico). Pero la respuesta que las personas dan a Jesús es lo que define la vida eterna. De esta manera, muchos que son “primeros” o “grandes” llegan a ser “los últimos” (Cf. 20:16).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

El relato enseña respecto a cómo ser parte del Reino de Dios, a partir de dos historias (los niños y el joven rico). Para algunos, como el joven rico, las demandas del Señor son demasiado y quedan fuera del Reino. Las riquezas de “los grandes” (o “primeros”) puede ser un gran obstáculo para seguir a Jesús. Así, “los pequeños” o “postreros” llegan s ser “los primeros” en el Reino de Dios.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Para Jesús todos (niños y jóvenes) pueden llegar a ser parte del Reino de Dios (vv. 14, 16). El seguimiento a Jesús o discipulado es una condición para obtener la vida eterna (v. 29).

Jesús enseña que para Dios todo es posible (v. 26). Todos pueden ser salvos, tener vida eterna y ser parte de su Reino. Hay grandes recompensas (v. 29).

Lecciones para todos:

Debemos aceptar lo que Jesús acepta (los niños, v. 14). Debemos recordar que el Reino de Dios tiene demandas para los que quieren la vida eterna (vv. 21, 29). Debemos saber que el seguimiento a Jesús implica dejar todo aquello que lo obstaculiza. Nos esperan grandes bendiciones.

Fuentes usadas:

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

García, Marta. (2015). Mateo. Navarra: Verbo Divino.

Keener, Craig. (2003). Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. El Paso, TX: Mundo Hispano.

Kittel, Friedrich & Gerhard Friedrich. (2002). Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento. Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2ª edición revisada.

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