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JESÚS LLAMA A MATEO AL DISCIPULADO

TEXTO BÍBLICO

“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme (akoloúthei moi). Y se levantó y le siguió (ekoloúthesen).

Y aconteció que estando él sentado a la mesa (anakeiménou) en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron (sunanékeinto) juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.

Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos (toís mathetaís autoú): ¿Por qué come vuestro Maestro (hó didáskalos) con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar (kalésai) a justos, sino a pecadores [al arrepentimiento]”. (Mateo 9:9-13, RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Los vv. 9-13 (el llamado de Jesús a Mateo) debe leerse junto con los vv. 14-17 (controversia con los discípulos de Juan), dado que la conjunción “entonces” vincula ambos párrafos que la mayoría de las traducciones separa. Una lectura atenta de esos dos párrafos encuentra, además, continuidades que no se deben pasar por alto. A pesar de esta observación, veremos los párrafos por separado sólo por cuestiones didácticas.

El relato que tenemos es muy rico en contenido y en imágenes culturales que son necesarios aclararlos. Pero debemos cuidarnos de no perdernos en esto último, sino que debemos ver “lo central” que nos dejó Mateo en su evangelio. Tanto al inicio (“le dijo: Sígueme”, v. 9) como al final (“llamar... a pecadores”, v. 13) hay un énfasis en el discipulado, en el seguimiento a Jesús (akoloúthei moi). De hecho, sus discípulos son parte también de esta historia (vv. 10, 11).

Las referencias a la “casa” (v. 10) y al “comer” (v. 11) ayudan a entender el relato, específicamente de que los evangelios nunca ocultan que Jesús, en su misión de anunciar el Reino de Dios, siempre incluyó a los que en el discurso religioso predominante -enseñado por los fariseos- se les veía como “pecadores”. En esta historia Jesús tiene una íntima comunión -en torno a la mesa- con los “pecadores publicanos”, quienes también llegan a ser parte del Reino de Dios.

Se dice de Mateo -nombre derivado de Matanías (1 Cro 9:15) o de la voz hebrea émet, “fiel” (Bonnard 1976:202)- que estaba “sentado al banco de los tributos públicos” (v. 9). Esto significa que era un publicano, es decir tenía un trabajo deshonroso desde el punto de vista judío, pues se dedicaba a la recaudación de impuestos, al cobro de peajes y tasas cuyos beneficiarios eran Herodes Antipas y el resto de romanos (Levoratti 2007:328). Mateo era visto con justa razón como un traidor judío al servicio de la nación invasora.

Nota de traducción. Las palabras “al arrepentimiento” (v. 13) no están en el texto original griego, por lo que es un añadido aclaratorio que la RV 1960 incorpora pero que la gran mayoría de versiones modernas evitan. (Así lo observa también Carballosa, 2007:323).

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos” (v. 9)

Hasta el momento en que Jesús le llamó, Mateo había tenido un trabajo que aunque socialmente lo hacía un repudiado, irónicamente le había dado un nivel de vida que muchos -incluido los fariseos- habrían envidiado. Efectivamente, en su labor había un margen de ganancia económica grande -no necesariamente lícita- que supo aprovechar. ¿Cómo sabemos que tenía un estilo de vida holgado? Por el v. 10. Las voces anakeiménou y sunanékeinto (lit. reclinado/s a la mesa) remiten a una costumbre propia de los ricos de la época.

En el tiempo de Jesús, prácticamente en toda Palestina, las casas eran por lo general pequeñas y carecían de comedor, dado que la misma pieza servía a la vez de cocina-comedor-sala, y a veces como taller de trabajo. El que en casa de Mateo llegaran muchos de sus amigos y que hubiera muebles, algo amplios, donde sus invitados se podían “reclinar” (v. 10) indica no sólo su privilegiada ubicación social sino, además, que ya había adoptado una postura propia de los ricos y “de los círculos influidos por las costumbres grecorromanas”. (Bonnard 1976:203).

La mayoría de las versiones -como la RV 1960- prefieren traducir “sentado a la mesa” y “se sentaron a la mesa” (v. 10) por el afán de que el lector moderno, acostumbrado a un comedor con sillas y mesas, entienda qué sucedió en casa de Mateo a la hora de comer. Pero al traducir de esa manera le quitan riqueza de contenido respecto a la condición socio-económica y las costumbres elegantes de Mateo. (En castellano la Biblia Textual es una las pocas versiones que ha traducido de forma literal las palabras anakeiménou y sunanékeinto).

Por otro lado, la voz griega para “estaba sentado” (v. 9) es kathémenon, y ahí sí está bien traducido porque va a indicar el lugar y la labor que Mateo dejó para seguir a Jesús. Este seguimiento, como es notorio, fue al instante, Mateo no lo pensó dos veces. Por primera vez alguien lo valoraba en público. Y este alguien era nada menos que Jesús el Mesías.

Hay que observar, por otro lado, que Mateo al seguir a Jesús (v. 9) “perdió más” en el aspecto económico que los otros discípulos pescadores (4:18-22). Éstos podían volver al mar a pescar cuando quisieran, Mateo no podía volver más al banco de tributos. Su seguimiento y compromiso a Jesús, en ese sentido, fue más radical.

“publicanos y pecadores” (v. 10)

Mateo, al ser ahora un discípulo de Jesús hizo un banquete para celebrar tal hecho (v. 9). “El huésped de honor era el Señor (…). Está claro que el antiguo publicano no sentía tristeza por haber dejado su bien remunerado empleo para seguir al Mesías. Sus sentimientos son justamente lo contrario. Mateo está repleto de gozo porque el Señor se dignó en llamarlo. Cristo tuvo compasión de un hombre repudiado por la sociedad. ¡Así es la gracia de Dios!” (Carballosa 2007:320).

Pero cuando Jesús entró en casa de Mateo, junto con sus otros discípulos, se hizo inevitable el encontrarse con los amigos del anfitrión quienes también eran publicanos. El evangelio al señalar a éstos como “pecadores” está tomando la calificación que venía de los fariseos (v. 11). Se entiende, hasta cierto punto, que los publicanos hayan sido despreciados por la razón ya antes mencionada. Pero ¿por qué se les da la calificación de “pecadores” (hamartolón)? (dado que desde Adán y Eva absolutamente toda la raza humana es pecadora).

Los fariseos despreciaban a los publicanos, además, por otra razón pero de carácter religioso. Y es que los publicanos al estar en contacto con sus empleadores romanos (gentiles pecadores) ya “estaban contaminados”, y por tanto eran “impuros”. Y según los fariseos “el judío piadoso, verdadero observante de la Ley, debía evitar todo contacto con publicanos y pecadores” (Levoratti 2007:328).

Los fariseos se escandalizaron al enterarse que Jesús estaba en la mesa con gente “pecadora”, no practicantes de los rituales de purificación que se hacían antes de comer, dado que estaban pervertidos en todos los aspectos (Bonnard 1976:203).

La pregunta “¿Por qué come?” literalmente debe leerse ¿Por qué razón come? (diá tí, v. 11) con el sentido de ¿Sobre qué base (de la Escritura)? La crítica de los fariseos a Jesús realmente fue atroz y absurda. Para ellos Jesús, además, se había hecho impuro al estar en comunión con otros impuros. Sabiendo de esas necias palabras Jesús les dio una respuesta contundente (v. 12).

“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (v. 12)

Si los fariseos se sentían fuertes y sanos -y por tanto no necesitados de médico alguno- debieran haber mirado con misericordia a los enfermos (los publicanos “pecadores”) y al médico (Jesús) que se acercó a éstos. Pero no, su crítica careció de misericordia con aquellos que no consideraban “justos” como ellos (v. 13). El Reino de Dios pertenece a los “enfermos” que han entendido que no hay nada como tener al “médico” en casa, disfrutando una buena comida con la alegría propia de los que ya conocen a Jesús.

Los que se creen sanos (y sin necesidad del médico Jesús) a la vez que justos (y por tanto sin necesidad de Dios quien es el único que justifica), se quedan fuera de la comida que simboliza la comunión del Reino de Dios. Es difícil no ver que en la casa de Mateo ese día Jesús quebró “las barreras rituales [de los fariseos] y ofrecía su amistad como camino para obtener la salvación que traía el reinado de Dios”. (Levoratti 2007:329).

Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (v. 13)

Si a los fariseos les parecía -el hecho que Jesús coma con los pecadores- un quebrantamiento de las “piadosas” costumbres judías (y aún de la Escritura), pues el Señor les citará Oseas 6:6 (¡Misericordia quiero, y no sacrificio!). Jesús – en tanto maestro, v. 11- les manda que aprendan bien el significado de ese texto. ¡Y que lo demuestren en la práctica! ¿De qué vale una religiosidad con sus muchos sacrificios y rituales si carece de misericordia cuando ve a los pecadores perdidos?

Dios requiere el amor al hombre antes que su propio culto (cf. 5,23-24). Esto invierte las categorías de los fariseos, que cifraban su fidelidad a Dios en el cumplimiento exacto de todas las prescripciones de la Ley, pero condenaban severamente a los que no las cumplían (cf. 7,1 ss)” (Mateos y Camacho 1981:94). ¡Esto, como se constata con las referencias bíblicas, ya lo había enseñado Jesús en el Sermón del Monte!

Jesús vino por los pecadores, pero para justificarlos ante Dios. Jesús vino por los enfermos, pero para sanarlos. Los que se saben enfermos y pecadores tienen en Jesús alguien que se les acerca sin prejuicios y con misericordia. Eso lo sabía Mateo por experiencia. A él nunca lo hubiera llamado un fariseo para ser su discípulo, pero Jesús sí lo llamó. Y aunque Jesús había llamado sólo a Mateo, es posible que algunos de sus amigos publicanos hayan sido impactados por la misericordia y las palabras de Jesús. El Reino de Dios también era para ellos.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Jesús en su gran misericordia llamó a Mateo a ser un discípulo del Reino de Dios. Pero al ser criticado absurdamente por los fariseos les recordó que él mostró misericordia hacia los enfermos y pecadores, cosa que debieron hacer ellos conforme a la enseñanza de la Escritura. El Reino de Dios es también para aquellos que son despreciados sociales.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús nos deja el gran ejemplo que el discipulado del Reino de Dios es para todas las personas, aun para aquellos que tienen socialmente mala fama o prejuicios en su contra. Dios no hace distinciones, todos pueden llegar a ser sus hijos.

Jesús disfruta de las atenciones -como el ser invitado a comer- de todos aquellos que en agradecimiento (y testimonio) le abren la puerta de su casa. La comunión alrededor de la mesa es, a la vez, un modelo de la comunión en el Reino de Dios.

Jesús resalta (y defiende) la enseñanza de la Escritura respecto a la misericordia que Dios exige. No es suficiente practicar una religión (o religiosidad). Ésta tiene que llevar a la misericordia hacia los que se considera “enfermos” y “pecadores”, de lo contrario se torna inútil.

Fuentes usadas 

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Mateos, Juan y Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.

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JESÚS Y EL PARALÍTICO PERDONADO Y SANADO

TEXTO BÍBLICO

“Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 

Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama (klínes); y al ver Jesús la fe (idón hó Iesoús tén pístin) de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.  

Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Éste blasfema. 

Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad (exousían) en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama (klínen), y vete a tu casa (oikón). Entonces él se levantó y se fue a su casa (oíkon). 

Y la gente, al verlo (idóntes dé), se maravilló (efobéthesan) y glorificó (edóxasan) a Dios, que había dado tal potestad (exousían) a los hombres.” (Mateo 9:1-8, RV 1960)

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Es un relato algo extraño en el sentido que Jesús es el único que habla. Hay acciones de los amigos del paralítico (que según Mc 2:3 eran cuatro) y del mismo paralítico pero ya en condición de sano, hay cavilaciones de los escribas y también hay exclamaciones del gentío al ver el milagro efectuado. La historia, por tanto, quiere enfatizar lo que hace y dice Jesús. Quiere mostrar su poder perdonador y sanador, algo que hasta el día de hoy sigue haciendo en su infinita misericordia.  

El evangelista Mateo sitúa a Jesús en su ciudad (9:1), es decir Capernaum, que era su domicilio (4:13) así como “base de operaciones del Reino de Dios” en esa región. El hecho acontece en una casa, a la cual (según Mc 2:4) los amigos del paralítico le hicieron una abertura en el techo para bajarlo, dado que no podían entrar a aquel espacio dada la muchedumbre que estaba adentro.

Respecto al paralítico hay que subrayar que se trata de un hombre postrado e incapaz de valerse por sí mismo. Es posible que por esta situación haya sido una persona pobre que sobrevivía de la mendicidad. La pobreza y la enfermedad desafortunadamente han generado una serie de prejuicios e ideas equivocadas como el que la enfermedad es resultado del pecado (Jn 9:1-3). (De hecho, hasta hoy se escuchan expresiones como “¿cuál habrá sido su pecado?”).

Justamente a causa de tales prejuicios este relato nos deja lecciones en varias direcciones. “Cuando Jesús miró al paralítico desafió el razonamiento vigente respecto de las enfermedades, que estas eran provocadas por los pecados cometidos” (De Moraes 2019:1212). Pero algo más, Jesús desafió a los escribas a causa de su declaración de perdón de pecados e hizo que las personas glorifiquen a Dios por lo que habían visto. Y es que un paralítico perdonado y sanado no es algo que se ve todos los días.

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“al ver Jesús la fe de ellos” (v. 2)

Hay varias cosas que llaman la atención de esta expresión. (1) La fe se ve, es decir la fe es observable, se mira. En la línea de Stg 2:18 la fe se muestra en las obras. (2) La fe mostrada es de los que llevaron al paralítico ante Jesús. ¿Cómo no va a ser fe el cargar a un paralítico y abrir un techo con tal que éste tenga un encuentro con Jesús para que sea sanado? (3) El texto nunca indica que el paralítico tuviera fe, a pesar que él será el gran beneficiado de la acción poderosa de Jesús. En esto el paralítico se parece al niño-siervo del centurión romano (8:10, 13).

“ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (v. 2)

Sorprende que Jesús se haya dirigido al paralítico como “hijo”. Esto podría indicar que se trataba de alguien menor que Jesús, es decir sería un muchacho al cual tal vez conocía personalmente, de ahí el tono paternal con el que le habló.

¿Por qué Jesús se dirigió al paralítico diciéndole primero que tenga ánimo (thársei)? Casi todas las versiones en español traducen ¡Ánimo! o ¡Ten confianza!, pero el sentido exacto es ¡Sé fuerte! ¡Ten fuerza! (así traduce la versión judía ortodoxa Berit Xadash). ¿Por qué tendría que ser fuerte? ¿Ante qué o ante quiénes? 

El paralítico debe haber escuchado muchas veces -incluso en su casa, v. 7- que su enfermedad se debía a que era un pecador. Hasta es posible que él mismo creyera eso. Por eso es que Jesús lo manda a su casa (vv. 6-7) para testimonio de los suyos. Las palabras acusadoras y maltratadoras tienen un gran poder destructivo ¡qué duda cabe! ¡Procuraban que el paralítico sienta culpabilidad de su condición! 

Por eso el ¡Sé fuerte! -que Jesús le dijo- son palabras que al paralítico lo levanta moral y emocionalmente. Son palabras que suenan a “no creas lo que se dice de ti, tu enfermedad no se debe a lo que la gente piensa”, “tú no eres más pecador que los que pueden caminar, ni menos pecador que estos escribas que están aquí”, “ánimo, yo estoy contigo”. Pero esta palabra de Jesús será complementada con “tus pecados te son perdonados”. Esto no estaba en el cálculo de nadie. Ni del paralítico.

Efectivamente, Jesús había hecho sanidades en anteriores oportunidades, pero esta es la primera vez que se menciona el perdón de pecados en relación a un milagro de sanidad. En la enseñanza judía lo que Jesús dijo chocaba frontalmente con dos ideas básicas: (1) Dios es el único que puede perdonar pecados, y (2) el perdón “se concedía en el culto del templo, con un ritual preciso y en circunstancias determinadas” (Levoratti 2007:328).

Jesús entonces al perdonar pecados estaba actuando como Dios. ¡Y por supuesto que lo era (1:23, Emanuel, Dios con nosotros)! Pero algo más, Jesús estaba haciendo de ese lugar -una casa con el techo abierto- un lugar tan sagrado como el templo, a la vez que hacía innecesario al sacerdote encargado del ritual. De ahí el pensamiento inmediato de los escribas, aunque tan sólo en sus corazones: éste blasfema, éste ofende a Dios con sus palabras.

“y conociendo Jesús los pensamientos de ellos” (v. 4)

Si a los escribas les parecía una blasfemia que Jesús se haga pasar por Dios -eso pensaban-, y si se les pasó por la cabeza reaccionar frente a tal “atentado” contra el único Dios, pues Jesús les demostró de forma inmediata que él efectivamente era Dios. ¡Sabía lo que pensaban! ¡Sabía lo que había en sus corazones! ¡Jesús era omnisciente, lo sabía todo! ¿Cómo podría saberlo si no era Dios? 

Las preguntas de Jesús a los escribas (vv. 4-5), sin duda, debe haberlos dejado sin reacción. Además, prepararon el camino para que Jesús, en tanto Hijo del Hombre, muestre su autoridad (exousían) sobre el pecado y la enfermedad. Para Jesús, en tanto Dios, no es difícil declarar perdón u ordenar al cuerpo enfermo que se levante y camine. La muestra de poder, sin embargo, sólo lo apreciarán aquellos que no son parte del poder religioso local (v. 8). 

“el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra” (v. 6)

La palabra exousían no significa primariamente “poder”. Para esta voz hay otras palabras griegas (como dúnamis). Exousían significa autoridad y aparece varias veces en el evangelio de Mateo (7:29; 8:9; 9:6, 8; 10;1; 28:18) en relación a Jesús. Si Jesús tiene autoridad en la tierra entonces puede dar órdenes (las que serán obedecidas). Eso lo sabe bien el centurión romano (8:13) y los discípulos que vieron cómo calmó una gran tempestad (8:27).

Jesús al decir que tiene exousían está afirmando nuevamente que él es Dios. Le perdonó al paralítico sus pecados y luego ordenó que se levante. ¡La autoridad de Jesús no tiene límites! Cuando los amigos del paralítico lo llevaron ante Jesús fue para que sea sanado físicamente (jamás pensaron que encontraría, además, el perdón de pecados), pero Jesús al perdonarlo y sanarlo rompió un prejuicio de su tiempo y mostró quien era realmente él.

“Y la gente al verlo se maravilló y glorificó a Dios” (v. 8)

Una vez que el hombre sanado se fue a su casa (v. 7) las personas vieron a Jesús (idóntes). Este verbo cierra el relato que comenzó con Jesús quien vio la fe de los que trajeron al paralítico (v. 2). Esto indica la importancia de saber “ver” lo que hace Jesús, porque cuando se tiene ojos para ver la acción de Dios entonces recién las personas se pueden maravillar (efobéthesan, temer) y glorificar (edóxasan es una acción continua, por tanto no dejaban de glorificar a Dios). “En Jesús, veían a Dios en acción. Sus obras de sanidad y perdón de pecados eran señales de que el Reino de Dios se había acercado”. (Biblia de estudio de Apologética 2011:1290)

La acción de estas personas contrasta, además, con la de los escribas. Lo trágico para éstos es que viendo el milagro son incapaces de reconocerlo como tal. Viendo a un paralítico caminar son incapaces de aceptar la acción poderosa de Dios. Viendo a Jesús que se identifica como el Hijo del Hombre, sólo ven en él a un blasfemo. El pueblo, gente común y corriente (ójloi), llegó a comprender algo más de Dios y su accionar: “había dado tal potestad (exousían) a los hombres”. 

Efectivamente, el poder perdonar es algo que Dios en su misterio y misericordia ha otorgado a su pueblo. “Estos hombres son los miembros de la comunidad cristiana, que ha recibido en la tierra un poder semejante al del Hijo del hombre (cf. 16,19; 18,18)”. (Levoratti 2007:328).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Jesús como Hijo del Hombre demuestra su poder para perdonar y sanar. El Reino de Dios avanza cada vez que alguien encuentra el perdón de Dios y la sanidad. Pero esto no todos lo reconocen, sino sólo los que tienen ojos para ver el accionar de Dios.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

La fe de las personas nunca pasa desapercibida para Jesús. Él tiene ojos para ver cómo obra la fe (en favor del que está postrado, como en esta historia). Me pregunto qué tipo de fe está viendo Jesús hoy en cada uno de nosotros. 

La autoridad de Jesús lo cubre todo: perdona, sana, cuestiona, desafía, ordena. Y su autoridad es una muestra que él es Dios. El milagro que hace Jesús incluye perdón y sanidad. Nosotros jamás debemos separar lo que para el Señor va junto.

Acerca de los amigos del paralítico:

La fe, es decir la confianza en Jesucristo, siempre lleva a hacer algo en dirección a él. La fe mueve a hacer obras, por eso éstas siempre manifiestan lo que creemos.

La fe, por más que haga obras, debe estar abierta al poder y la misericordia de Dios. Los que llevaron al paralítico buscaban la sanidad de este hombre. Jesús le dio algo más: perdón. Dios con frecuencia nos sorprende cuando obramos fe. 

Los amigos del paralítico creían en el poder de Jesús, por eso lo llevaron ante él no importando la situación (la parálisis) o las frustraciones (el ver una casa completamente llena y sin espacio para nadie más). Para Dios nada es imposible, y para los que tienen fe en él a veces tampoco hay imposibles.

Acerca de la gente:

Tener ojos para ver el poder de Dios es algo que nunca se debe perder. Dios al traer perdón y sanar al paralítico se llenaron de temor y adoración. Nosotros no creemos en un Dios débil y que parece ausente del mundo y sus problemas. Dios está vivo y actuando poderosamente. Pero hay que tener ojos para verlo.

Fuentes usadas

Biblia de estudio de Apologética. (2011). Nashville, TENN: Holman.

De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

ES SÓLO UNA OPINIÓN

Estos días muchos hemos sido testigos de cómo algunos hermanos en la fe se han expresado en el Facebook de forma vergonzosa para referirse a otras personas. Han utilizado calificativos que jamás deben estar en labios de un cristiano. Las mismas personas, curiosamente, suelen en sus propios muros evitar expresarse sobre los temas sociales y políticos que generan controversias inevitables. Pero no tienen ningún reparo en meterse en muros ajenos con el propósito de insultar, maltratar, denigrar, calumniar a las personas que han hecho noticias en estos días, e incluso han hecho acusaciones perversas contra cristianos -sólo por dar su opinión- y que mejor prefiero evitar mencionar los calificativos por decencia y decoro.

Hace unos días a un amigo pastor una hermana de otra iglesia lo ha insultado con palabras irrepetibles, las cuales reflejan odio hacia los que no piensan como ella en temas políticos. Yo escribí en el muro de este amigo sugiriendo que la bloquee, que eso no se puede permitir, dado que es vergonzoso y atentatorio en extremo. Y le escribí así porque es lo que yo hago. Cuando alguien viene con adjetivos descalificadores maltratando a otros -con frecuencia a mí mismo- le pido que retire su comentario (generalmente por Messenger). Si no hay respuesta lo elimino, y han habido casos que sencillamente he bloqueado a personas porque se tornaron insoportables. Eso no es ser intolerantes, sencillamente no se debe permitir lo malo (cosa que imagino todos concordamos). Jamás se debe exhibir los insultos gratuitos que recibimos de otros.

Por lo mismo, me sorprende que hayan pastores -es decir líderes eclesiales, personas que por su llamado y madurez guían a la grey de Dios- que permiten en sus muros una andanada de insultos de grueso calibre de personas que aparentan piedad pero cuyos corazones, a toda vista, están llenos de prejuicios y odio. Si en la oficina pastoral -en la consejería privada- nunca se aceptaría que alguien se refiera a otros con insultos ¿Por qué algunos permiten que se maltrate públicamente a otros en sus muros? ¿Con qué derecho? ¿Qué ejemplo están dando a todos los que no comparten nuestra fe? ¿Es que todos los comentarios u opiniones “son respetables”, como se dice, y hay que aguantarlos sin más? ¿Debemos respetar en nuestros muros las opiniones de quienes no muestran ningún respeto hacia su prójimo, sólo para que no se enoje el maltratador?

Dicho lo anterior sugiero que, por conciencia y testimonio, no participemos en los pecados de otros (1 Timoteo 5:22). Si no se puede hacer docencia por este medio entonces no permitamos la indecencia. Sugiero que todos los creyentes llenemos nuestros corazones de la Escritura y que, a la vez, no toleremos el pecado. Y si hay que borrar comentarios, eliminar contactos y hasta bloquear a personas que denigran el evangelio y el nombre de Cristo, hagámoslo. Es sólo una opinión.

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JESÚS SE ENCUENTRA CON LOS GADARENOS

TEXTO BÍBLICO

“Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados (dúo daimonizómenoi) que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, [Jesús] Hijo de Dios (huié toú Theoú)? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo (pró kairoú)? 

Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios (daímones) le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. 

Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados (daimonizoménon). Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos”. (Mateo 8:28-34, RV 1960)

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Este relato guarda relación con el anterior. Ahora sabemos a dónde cruzaron con la barca. Una vez calmada la tempestad llegaron a Gadara. Ésta era una ciudad fortificada de la Decápolis. Era de considerable importancia por aquel entonces y casi todos sus habitantes eran griegos. “Se extendía hasta el Jordán y el lago de Galilea, y precisamente en la parte que colindaba con el lago se verificó el milagro de los endemoniados y los cerdos. La presencia de un gran hato de estos animales, tenidos por inmundos en el judaísmo, es una muestra de la helenización de esta región”. (Orme 1977:241).

En esta historia hay muchos personajes. Aunque el relato centra su atención en Jesús el Mesías, lo cierto es que estaba acompañado de sus discípulos (cf. el plural de Mc 5:1). También están los dos endemoniados (es decir dos personas habitadas por demonios, lo que hace de éstos otros personajes añadidos), los que cuidaban a los cerdos y el pueblo. ¡Hasta los cerdos tienen un lugar en esta historia!

Sin duda, los cerdos despeñados ocasionaron una gran pérdida económica para sus propietarios (según Mc 5:13 eran como dos mil cerdos). Una pérdida como esa de seguro arruinó a los dueños, a la vez que dejó sin trabajo a sus empleados. Esta sería una de las razones por la que todo el pueblo rogó a Jesús que se marche de ese lugar (v. 34). Tal vez temían que pudiera hacerles aún más daño que los endemoniados.

En este relato Jesús se enfrenta con manifestación de poder a dos endemoniados (vv. 28-32), y también se encuentra con toda la población de Gadara (vv. 33-34), aunque más exactamente la ciudad le salió a su encuentro (v. 34). El relato, entonces, muestra cómo Jesús trató y respondió a dos poblaciones distintas de gadarenos. Al final Jesús optará por irse de la región (9:1). 

Observación a la RV 1960. Esta versión añade innecesaria e incomprensiblemente la palabra “Jesús” (vs. 29). Esa es la razón porque lo he puesto entre corchetes. Otras traducciones omiten ese añadido y se entiende bien sin ningún problema.

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“endemoniados” (v. 28)

La presencia de demonios que dominan y/o toman posesión de ciertas personas es algo que aparece con en el Nuevo Testamento. Esto convierte a aquellos en posesos quienes necesitan, por tanto, de liberación. Jesús, según 4:24, ya se había enfrentado a los demonios expulsándolos de los posesos, y trayendo liberación a esas personas oprimidas. Esta acción Jesús el Mesías la repetirá en Gadara.

Jesús más adelante afirmará: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (12:28). ¡Este es el asunto central del relato! ¿A qué fue Jesús a esa región pagana donde predominaban las prácticas helenistas? ¡A llevar el Reino de Dios! Todas las personas, incluyendo los gadarenos, necesitan conocer de Jesús y la nueva realidad que ha llegado en él. El Reino de Dios es para judíos y no-judíos.

Nota: La Biblia menciona a Satanás y sus huestes espirituales (Efe 6:12) quienes son los enemigos de Dios, de su Reino, de su pueblo y de toda su creación. No llama la atención, por tanto, todos los esfuerzos que hacen para detener el avance del Reino de Dios que llegó con Jesús. Si para lograr su objetivo tienen que tomar posesión de las personas, sin duda lo harán. Pero Jesús el Mesías es más poderoso que ellos. De eso se dan cuenta hasta los mismos demonios.

“atormentarnos antes de tiempo (pró kairoú)” (v. 29)

Después de mostrar la fiereza y el peligro que representaban estos posesos a los gadarenos, el relato muestra cómo los demonios se rinden ante la presencia de Jesús. “Los demonios reconocen de inmediato la verdadera identidad de Jesús como “Hijo de Dios” (cf. Satanás en 4:3, 6). (…) Reconocen que otra fortaleza de Satanás, la esfera del mundo de los espíritus, está siendo invadida y vencida.” (Wilkins 2016:275).

Efectivamente, el lugar donde ahora está Jesús había sido un reducto donde dominan a su antojo los demonios, causando tanto miedo que nadie se atrevía a pasar por esos lugares. Las preguntas ¿Qué tienes que ver con nosotros? ¿Has venido acá…? revelan angustia, puesto que se saben ya perdidos ante la presencia del Reino de Dios. Además, como dice Levoratti:

    El episodio tiene un claro sentido simbólico. Jesús libera a los endemoniados en territorio no judío. Su actividad como exorcista es un signo de la llegada del Reino (cf. 12,28), y esa actividad liberadora trasciende las fronteras de Israel. Ya se perfila el horizonte universal de la misión evangelizadora (cf. 28,19-20). El poder sobre los demonios, manifestado por Jesús antes de tiempo (v. 29), pone de relieve que el poder del Mesías está actuando ya sobre la tierra, antes de la consumación final. (2007:327).

Un dato a resaltar es que los demonios utilizan la palabra kairós -y no krónos- para referirse al “tiempo” (v. 29). Esta voz aparece varias veces en el evangelio de Mateo (13:30; 21:34, 41) y se utiliza también en relación al juicio de Dios (Bonnard 1976:190). Sí, en ese día las huestes satánicas serán castigadas, pero Jesús puede adelantarles algo de ese juicio o tormento cada vez que libera/sana a las personas poseídas.

    Frente a los demonios se alza únicamente la figura de Jesús. La confrontación con un obstáculo tan temible pone de relieve la magnitud de su persona y de su misión. (…)  Si llega la salvación, si se instaura el reino de Dios, es porque Dios, en Jesús, triunfa radicalmente sobre las fuerzas del mal, cuya presencia se manifiesta en todos los puntos sombríos de la existencia humana: el pecado, la enfermedad y la muerte. (Levoratti 2007:327).

Los demonios al verse derrotados le ruegan (parekáloun) a Jesús que los envíe a un hato de cerdos que estaba por ahí (vv. 30-32). Esto significaba que iban a entrar en ellos (Mc 5:12-13), es decir poseerlos, como lo habían hecho con las dos personas de la historia, cosa que sucedió. Los cerdos al despeñarse murieron. Resulta interesante observar cómo la presencia demoníaca se asocia a la muerte (sepulcros, v. 28 y muerte de los cerdos, v. 32). Por otro lado, no se sabe qué pasó posteriormente con los demonios. Este dato no lo menciona el evangelio porque su interés es mostrar el poder de Jesús.

Algo que está en el relato, pero que se olvida con frecuencia, es que los dos posesos quedaron liberados de los poderes demoníacos gracias a la presencia de Jesús. El Reino de Dios les llegó en forma de sanidad. En esta historia no quedaron sanos a causa de una medicina o un tratamiento psicológico. Fue Jesús quien les dio sanidad y liberación. 

Advertencia: Algunos intérpretes sostienen que los endemoniados no eran tales, dado que los demonios no existen, sino que en este relato aparecen como símbolo del paganismo alienado que viene al encuentro de Jesús. A los teólogos liberales-racionalistas siempre les ha incomodado todo lo que ellos consideran “sobrenatural”, dado que no entra en su concepto de “razón” o “razonable”. Los milagros y los exorcismos, dicen ellos, son parte de un lenguaje característico de ciertas culturas premodernas llenas de mitos y leyendas. 

“toda la ciudad salió al encuentro de Jesús” (v. 34)

Al ver a los cerdos muertos (v. 32) sus apacentadores fueron a la ciudad a contar lo ocurrido, lo que incluye “lo que había pasado con lo endemoniados” (v. 33). Es decir, estos trabajadores dieron un informe completo de lo acontecido: muchos cerdos muertos y dos hombres liberados por el poder de Jesús. Frente a esto toda la población salió a buscar a Jesús, pero no para reconocer su poder sobre los demonios, sino para rogarle que se fuera de la región. Aunque fueron al encuentro de Jesús y hablaron con él, al igual que los endemoniados (v. 28), no significa que lo hayan encontrado de verdad.

En esta historia hay dos ruegos a Jesús: el de los demonios (parekáloun, v. 31) y el de toda la población (parekálesan, v. 34). La voz griega significa “suplicar”, como bien traducen la NVI y la BNP, aunque la mayoría de las versiones prefiere la palabra “rogar”. Los demonios suplican a Jesús que los deje ir a los cerdos, y la población suplica a Jesús para que los deje a ellos, es decir que se vaya. Ni los demonios -por razones obvias- quieren estar cerca de Jesús cuya presencia los atormenta, ni la población -por razones no tan obvias- tampoco quieren estar cerca de Jesús.

Varias preguntas surgen al observar ese ruego de la población. ¿Ya se habrían acostumbrado tener cerca a los endemoniados, aunque éstos representaran una amenaza constante? ¿Les importaría en algo la vida de esas dos personas ahora sanadas? ¿Habrán pensado que la presencia de Jesús en sus tierras era un gran peligro para su forma de vida y sus intereses económicos? Es irónico ver que hasta los demonios reconocen a Jesús como Hijo de Dios, mientras que la población ni se da por enterada de ello. 

 “Aquí no se trata de los paganos dispuestos a recibir a Cristo, como en el caso del centurión romano (8,5-13), sino de paganos recelosos y desconfiados.” (Levoratti 2007:327). Y es que el Reino de Dios, por más que llegue con muestras de poder y sanidad, a muchos o no les gusta o no les conviene. Para algunos es mejor vivir cerca de los posesos (y de los demonios) que con Jesús. A veces da la impresión que hay poblaciones enteras que prefieren las tinieblas antes que el Reino de Dios.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Jesús es reconocido en tierras paganas, por los demonios, como “Hijo de Dios”. Justamente por eso es que se saben derrotados, abandonando a dos personas de las que se habían posesionado, quienes ahora quedan sanas/liberadas. Por su parte, la población gadarena prefiere que Jesús se vaya de esa región, no están de acuerdo con lo que ha hecho. Han decidido llevar una vida sin él. Aunque muchas personas le den ese trato a Jesús no significa que no vaya a demostrar el poder transformador del Reino de Dios.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús llega a una región pagana (Gadara) como parte de su misión de llevar el Reino de Dios a todo lugar, y con ello anticipa la misión universal que llevarán a cabo sus discípulos (28:19). 

Jesús libera a las personas poseídas por demonios. Mientras éstos reconocen a Jesús como Hijo de Dios y no soportan su presencia, los otros experimentan el Reino de Dios que los sana y libera (12:28).

Jesús no impone su Reino a nadie. Si una persona o una población entera le piden que se retire de ese lugar, por más que haya mostrado su poder, lo hará. ¡No dará lo santo a los perros o perlas a los cerdos! (7:6).

Acerca del pueblo:

No es suficiente ir al encuentro de Jesús, dado que se le puede buscar por motivos o propósitos equivocados. Si se le busca pero para rogarle que se retire de aquel lugar, mejor hubiera sido no buscarlo. La condenación será mayor para ellos (10:14-15).

La población de Gadara, al rogar a Jesús que se retire de ese lugar, cierra de forma voluntaria la posibilidad que el Reino de Dios transforme sus vidas. A pesar de ello, dos de sus habitantes sí llegaron a ser parte del Reino de Dios.

Fuentes usadas

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Orme, Juan. (1977). Gadara, W. Nelson, edit., Diccionario Ilustrado de la Biblia. Miami, FL: Caribe.

Wilkins, Michael. (2016). Mateo. Nashville, TE: Vida.

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JESÚS Y LOS DISCÍPULOS DE POCA FE

TEXTO BÍBLICO

Y entrando él en la barca, sus discípulos (hoí mathetaí) le siguieron (ekoloúthesan auto).

Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad (seismós) tan grande (mégas) que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron [sus discípulos] y le despertaron, diciendo: ¡Señor (Kúrie), sálvanos (sóson), que perecemos!

Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe (oligópistoi)? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Y los hombres se maravillaron (ethaúmasan), diciendo: ¿Qué [hombre] es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? (Mateo 8:23-27, RV 1960)

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Aunque a primera vista lo que resalta es el poder de Jesús sobre la naturaleza (v. 26), lo cierto es que el texto bíblico destaca la presencia de los discípulos: aparecen al inicio y al final del relato (vv. 23 y 27) y la mayoría de los verbos giran en torno a ellos (vv. 23, 25, 27). Al inicio del relato le siguen a Jesús y al final de la misma se preguntan a quién realmente están siguiendo.

Esta historia debería leerse junto al anterior (8:18-22), dado que mostraría el significado del discipulado en lo concreto, algo que los dos candidatos a discípulos (vv. 19 y 21) no llegaron a experimentar. Además de la conjunción “Y” (Kaí), “el uso del verbo seguir en el v. 23 es deliberado (); indica que el relato de la tempestad calmada prolonga la instrucción anterior sobre el seguimiento de Jesús (8,18-22)”. (Levoratti 2007:326).

En este pasaje, a lo largo de la historia, algunos intérpretes han visto a la barca en medio del mar agitado como un símbolo de la iglesia en medio de las turbulencias de este mundo (v. 24). Y no se equivocaron, dado que “el relato ilustra la situación de los que siguen al Señor en un mundo amenazante y sienten angustia a causa de su aparente silencio.” (Levoratti 2007:326).

El comentario anterior no significa que la “tempestad” no haya ocurrido realmente. Los discípulos -en su mayoría pescadores acostumbrados a los mares agitados- pasaron el susto de sus vidas, hasta pensaron que morirían (v. 25) debido al gran sismo (seismós mégas, v. 24), o terremoto, que justo ocurrió en el momento que cruzaban el lago e hizo que las aguas los cubran. Como parafrasea la BAD: “se levantó una tormenta tan violenta que las olas anegaban la barca.”

Nota de traducción. La voz griega para “tormenta” es oménon (Hch 27:18). Mateo prefiere usar la palabra sismo (seismós) porque eso exactamente ocurrió en esta historia. Seismoí aparece también en 24:7 y se traduce por “terremotos”. En el contexto de la muerte de Jesús parece nuevamente la misma voz en 27:54 (tón seismón – el terremoto). Incluso, en 27:51 dice gé eseísthe que la RV 1960 lo ha traducido como “la tierra tembló”. Tanto seismós y eseísthe provienen de la voz seío. Samuel Pérez observa que “eseísthe es tercera persona singular del aoristo primero de indicativo en voz pasiva del verbo seío, equivale a temblar, estremecerse, aquí como tembló.” (2009: 2143).

Observación a la RV 1960. Esta versión innecesariamente hace dos añadidos al texto griego en su traducción: “sus discípulos” (vs. 25) y “hombre”, refiriéndose a Jesús, (v. 27). Esa es la razón porque los he puesto entre corchetes. Otras traducciones omiten esos añadidos y se entiende bien sin ningún problema.

 PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“sus discípulos le siguieron” (v. 23)

¿Qué clase de discípulo sería aquél que no sigue a su maestro? Los discípulos que acompañan a Jesús (v. 23) le siguen sin hacer grandes promesas o pidiéndole permiso para solucionar asuntos personales o familiares (a diferencia de los que aparecen en los vv. 19 y 21). A primera vista parecen ser “los discípulos perfectos”. Donde va Jesús también van ellos. 

Pero el que estén con Jesús no evita que les lleguen las tempestades (v. 24). El relato destaca, en ese contexto, tres aspectos de los discípulos: su seguimiento (v. 23), el miedo a morir (v. 25) y el asombro respecto a Jesús (v. 27). Pero, bien miradas las cosas, ¿no es algo que nos ocurre a todos los cristianos en algún momento de nuestras vidas? 

Un discípulo por definición es alguien que sigue a un maestro y está en continuo proceso de aprendizaje. Al final de esta historia ¿qué aprenderán los discípulos respecto a Jesús? “En este relato ellos pasarían por una dura prueba donde no sólo podrían constatar lo bien que aprendieron las lecciones de Jesús sino también la confianza depositada en su maestro.” (De Moraes 2019:1211).

“Señor, sálvanos, que perecemos” (v. 25)

En este relato hay dos contrastes. El primero: mientras los discípulos conducen la barca, Jesús aparece durmiendo después de un día de labor (v. 24). La desesperación de los discípulos luchando contra el mar agitado contrasta con la placidez de Jesús quien duerme profundamente. “El sueño de Jesús (…) indica solamente que los discípulos no son conscientes de su presencia hasta el momento del peligro”. (Mateos & Camacho 1981:89).

Si los discípulos, en base a su experiencia, pensaron que morirían es porque ello entró en sus cálculos reales. Por eso despiertan a Jesús, a quien llaman Señor (Kúrie), clamando por su salvación. No cabe duda que se trata de una genuina oración en el momento de la angustia. Si Jesús es Kúrios de seguro puede librarlos de tal peligro. Así pensaban los discípulos.

“hombres de poca fe” (v. 26)

Llama la atención que Jesús no responda de forma inmediata la petición de sus discípulos. Primero los amonesta para luego reprender, o increpar, a los vientos y las aguas. A sus discípulos Jesús no les dice “No teman, yo estoy aquí con ustedes”. No. Los acusa de tener poca fe (oligópistoi), es decir de creer poco en él. El miedo de los discípulos tuvo como origen la falta de fe en Jesús.

Ahora encontramos el segundo contraste. Ante un gran sismo -adrede se utilizó el término mégas en el relato- los discípulos muestran una fe pequeña (poca fe). Ante una gran amenaza o prueba siempre se requerirá de una fe grande (como la del centurión, tosaúten pístin, v. 10). Jesús les enseña a sus discípulos que aun las mayores adversidades se pueden afrontar, pero confiando en él.

Jesús luego reprende al vendaval a lo que “se hizo grande bonanza”. Jesús ordenó y la naturaleza obedeció, Jesús dijo y se hizo. De esta manera manifestó “su soberanía sobre los fenómenos de la naturaleza, Jesús ejerce una prerrogativa propia de Dios” (Levoratti 2007:326). Y esto es exactamente lo que los discípulos deben aprender: Jesús no sólo es el Mesías anunciado por el profeta Juan (3:11-12), o el Hijo del Hombre como se designó a sí mismo (8:20). ¡Jesús es Dios con ellos! (1:23).

“y los hombres se maravillaron” (v. 27)

Los discípulos al ver el poder de Jesús se maravillaron (ethaúmasan). Esta palabra viene de thaúma (asombro, admiración) que es una respuesta ante algo que sorprende. Jesús mismo se había asombrado de la gran fe del centurión (ethaúmasen v. 10). ¿Cómo no asombrarse ahora de la gran bonanza (galéne megále, v. 26) realizada por Jesús el Kúrios?

Esta muestra de poder hizo que los discípulos aprendan ese día algo más de Jesús. No era que tenía poder sólo sobre las enfermedades o los demonios (4:24; 8:16), era mucho más que eso. Por eso la pregunta “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (v. 27). A partir de este hecho los discípulos van a tener una visión mucho más amplia de aquél a quien siguen.

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Los discípulos en el seguimiento a Jesús llegan a descubrir algo que hasta el momento no se habían dado cuenta. Jesús era mucho más de lo que ya habían visto en él. Jesús al poner orden a la naturaleza, calmándola en este caso, actuó como Dios quien por su palabra dijo y se hizo. Y es que Jesús es Dios. Pero los discípulos aprendieron esto solamente después que Jesús les recriminó su falta de fe en él y manifestó su poder.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de los discípulos:

Seguir a Jesús es lo que todo discípulo debe hacer, aunque no se sepa lo que viene luego. Seguir a Jesús siempre será una experiencia de fe, junto a otros con quienes compartimos la misma “barca”.

En el seguimiento a Jesús van a haber momentos difíciles, duros, que ponen a prueba la fe del discípulo. La poca fe no ayuda a enfrentar tales momentos, pero a pesar de ello se debe buscar a Jesús el Señor.

Un discípulo, cuando es testigo del poder del Señor, debe transitar del asombro a una fe mayor en Jesús. No es suficiente que los vientos y el mar obedezcan, la fe debe movernos al compromiso con aquel que realmente es Dios.

Acerca de Jesús:

Jesús, aunque parezca uno más de los que están en la barca (en su humanidad, al estar durmiendo), se revela como alguien diferente: tiene un poder tan grande que resulta difícil no verlo como Dios.

Jesús tiene autoridad sobre sus discípulos –a quienes acusa de tener poca fe- así como poder para calmar la tempestad. Su autoridad es mayor a lo que pensaban sus discípulos. Esto también sucede con nosotros, dado que a veces pensamos que Jesús tiene un poder limitado.

Hay que destacar que es Jesús quien calma la tormenta. Ésta no se aquieta por sí sola. Si se va es porque Jesús intervino respondiendo al clamor de sus discípulos que lo buscaron a pesar de su poca fe.

Fuentes usadas

De Moraes, Sidney. (2019). Mateo, R. Padilla y otros, edits., Comentario bíblico contemporáneo. Buenos Aires: Certeza Unida y otros.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Mateos, Juan & Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.

Pérez, Samuel. (2009). Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento. Mateo. Barcelona: CLIE.

Santa Biblia. La Biblia al día. (1979). Inglaterra: Sociedad Bíblica Internacional. (= BAD).

Santa Biblia Reina-Valera. Revisión de 1960. Brasil: Sociedades Bíblicas Unidas. (= RV 1960).

Támez, Elsa e Isela Trujillo. (2012). El Nuevo Testamento Griego palabra por palabra. Interlineal Griego-Español. Brasil: Sociedades Bíblicas Unidas.

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