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viernes, 8 de enero de 2021

JESÚS Y LA FE QUE OBRA MILAGROS

TEXTO BÍBLICO

“Mientras él les decía estas cosas, vino un [hombre] principal (árjon eís) y se postró (prosekúnei) ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir (eteleútesen); más ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá (zésetai). Y se levantó (egertheís) Jesús, y le siguió con sus discípulos. 

Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva (sothésomai). Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado (sésokén). Y la mujer fue salva (esóthe) desde aquella hora.

Al entrar Jesús en la casa del principal (árjontos), viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. 

Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó (egérthe). Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra”. (Mateo 9:18-26, RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

“Mientras él decía estas cosas” (v. 18)

El evangelista Mateo se encarga de vincular esta historia con la anterior (vv. 14-17) donde Jesús tuvo una controversia con “los discípulos de Juan” respecto al ayuno. Pero en la lógica de Mateo, y del Señor Jesús también, “las discusiones sobre el ayuno carecen de sentido en un tiempo en que los enfermos son curados y los muertos resucitan, atestiguando la novedad del reino de Dios ya inaugurado” (Bonnard 1976:211). La fe en Jesús vincula a las personas no a una religión caduca (judaísmo) sino a la vida nueva que caracteriza a los que pertenecen al Reino de Dios.

En el relato (vv. 18-26) hay “semejanzas (dos mujeres, contacto manual [8:18, 20, 25], fe [9:22], impotencia, poder de Jesús) y diferencias (edades distintas, curación y muerte, recurso a Jesús directo e indirecto, sufrimiento público y privado)” (Carter 2007:342). Y también hay una especie de juego de palabras en torno a las voces levantarse y sanar/salvar que le dan más profundidad al texto. Es como hoy, a Jesús nos acercamos con fe desde nuestras distintas experiencias y particularidades que nos caracterizan, pero lo importante es acercarse con fe.

“un hombre principal” (vv. 18, 23)

Las voces griegas árjon eís (v. 18) y árjontos (v. 23) designan al jefe de la sinagoga local. La posición que ocupaba Jairo -ese era su nombre, Luc 8:41- hacía que él, más allá de ser la cabeza administrativa de la sinagoga, representase “lo puro” y “lo sagrado” de la ley de Moisés. De Jairo se puede decir, por las referencias acerca de su casa y de la gente contratada para el ritual funerario, que posiblemente tenía una posición económica holgada.

Este hombre vino a Jesús buscando un milagro a favor su única hija, que tenía como doce años (Luc 8:42) y “acababa de morir”. Aunque se haya postrado (prosekúnei) ante Jesús “el verbo no sugiere “adoración”, sino profunda reverencia, actitud de súplica respetuosa delante de alguien en posición de conceder un favor” (Carson 2010:276). ¿Podemos imaginar el tipo de ruego que eleva un padre cuya hija acaba de morir? ¿Podemos imaginar el rostro de Jairo, el tono de su voz, los gestos que mostró a Jesús, además de su fe? Es en esa actitud que le pidió a Jesús que le ayude. Creía que él podría revivirla (v. 18).

“una mujer enferma”

Esta mujer es todo lo contrario del jefe de la sinagoga, en el sentido que su enfermedad la hacía “impura” según la ley mosaica (Lev 15:25-27). El “flujo de sangre” continuo que tenía por largos doce años (v. 20) la convertía en “ceremonialmente inmunda. No es de sorprenderse pues, que no deseara tener ningún contacto físico con Jesús. Esperaba solo tocar “el borde de su manto” (Carballosa 2007:328). Esto se refiere a la parte ritual-legal, pero ¿qué de la parte humana, es decir de los sufrimientos y desesperanzas a causa de una enfermedad que no se iba? Ahora bien ¿por qué se acercó a Jesús? Por la misma razón que Jairo también le buscó. Ella era una mujer de fe, como Jairo, pues creía que Jesús podía sanarla (v. 22).

Costumbres funerarias judías

Cada cultura tiene sus rituales y costumbres en torno a la muerte. Los judíos se esforzaban por demostrar el dolor ante el fallecimiento de algún miembro de la familia (v. 23), y algunos no reparaban en gastar fuertes sumas de dinero contratando músicos y plañideras. “Los que tocaban flauta estaban allí para guiar a los presentes en sus expresiones de luto. (…) El funeral de un miembro de una familia importante como ésta habría tenido muchas lloronas profesionales. El desahogo por catarsis durante el luto incluía gritar y golpearse el pecho” (Keener 2003:64).

Nota de traducción: La RV 1960 añade innecesariamente la palabra “hombre” (v. 18), el cual no está en el texto griego. Esa es la razón por la que aparece entre corchetes en la cita bíblica al inicio del presente estudio. Por otro lado, la voz sothésomai (v. 21) debe traducirse “seré sana (en mi cuerpo)”. Ignoramos la razón por la que la RV 1960 traduce “seré salva”, dado que la voz griega hace referencia al cuerpo (físico). La NVI (1999) traduce “quedaré sana” y la BEPD “quedaré curada”.

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

En el relato hay algunos términos que merecen considerarse detenidamente, dado que le dan sentido y permiten su mejor comprensión.

“pon tu mano sobre ella, y vivirá” (v. 18)

En la súplica del jefe de la sinagoga hay una gran fe: Jesús puede devolver la vida (zésetai) de su hija recién muerta. Y cree que eso puede suceder si Jesús pone su mano sobre ella. Esto, sin embargo, es algo que iba contra las leyes de pureza que el mismo Jairo representaba. ¿Cómo es eso que Jesús debía tocar un cadáver? ¿Es acaso la única forma en la que Jesús puede operar un milagro? ¿No bastaría una palabra suya a la distancia para que la niña recobre la vida?

Ante la súplica del jefe de la sinagoga, quien interrumpió la enseñanza de Jesús (v. 18), él se levantó (egertheís, v. 19) acompañado de sus discípulos. Pero entre sus acompañantes se sumó la mujer enferma e “impura” (v. 20). Cuando Jesús llegó a la casa de Jairo les dijo a los presentes que se retiren porque la niña no estaba muerta sino dormida. Esto provocó las burlas contra él (v. 24).

En la Biblia el término “dormir” a veces se usa para referirse eufemísticamente a la muerte (Jn 11:11-14). Pero en este caso era imposible usar el término en ese sentido, dado que todos estaban convencidos que la niña estaba muerta. ¡Ya habían comenzado los rituales fúnebres! (Los músicos y las plañideras eran parte de ese ritual). Por otro lado, estaba el hecho que Jesús, conforme a la petición del padre de la niña muerta, debía tocarla. Si hacía eso ante las personas Jesús sería acusado de “impuro” (junto con Jairo por permitir tal quebrantamiento de la ley). De ahí la necesidad que la gente fuera echada de la casa (v. 25) para que así Jesús actúe libremente.

Según el v. 25 Jesús entró donde estaba ubicada la niña, la tomó de la mano y ella se levantó (egérthe, v. 25). ¡Volvió a la vida! ¡Jesús tiene poder sobre la muerte! Es interesante observar que la historia de la resucitación -el levantarse- de la niña comienza con un previo levantarse, pero de Jesús (egertheís, v. 19). Jesús se había levantado siguiendo al padre de la niña, ahora la niña se levanta por el poder de Jesús.

“seré salva” (v. 21)

Esta expresión que literalmente significa, como ya indicamos, “seré sanada físicamente”, es contada por Mateo como haciendo un juego lingüístico. La mujer esperaba sothésomai, es decir ser curada de su enfermedad física que la atormentaba. Ese era su objetivo. Pero al lograr tocar el borde del manto de Jesús (v. 20) logró algo más. En realidad mucho más de lo que esperaba, pues Jesús le añadió salvación (sésokén, esóthe, v. 22). Hoy diríamos que Jesús le dio salvación integral: salud física y salud espiritual. 

La mujer enferma esperaba un milagro, pero al final fue sorprendida por la gracia de Jesús el Mesías. Como se resalta en el texto bíblico, todo radicó en la fe que ella tenía. “La sentencia final: Tu fe te ha salvado (v. 22) hace ver a la mujer que el gesto físico de tocarle el manto no habría servido de nada sin la fe que la había impulsado a salir a su encuentro para poder tocarlo” (Levoratti 2007:330). Y esto es así hasta hoy. La fe sigue obrando milagros y regalos inmerecidos de Dios.

Conclusión del relato

Esta historia nos cuenta acerca de una sanidad y una resucitación. Una mujer sufriendo doce años una terrible enfermedad y una niña –de doce años- que recobra la vida ante el asombro del gentío. Una mujer enferma e impura y una niña que moría en su casa posiblemente era algo común ver en aquel tiempo (y hasta el día de hoy). Pero para Jesús todo puede cambiar si de por medio está la fe de aquellos que le buscan con humildad suplicando lo que, a los ojos humanos, parece imposible.

“El relato concluye refiriendo que la noticia del suceso se divulgó por toda aquella tierra, presumiblemente la zona de Cafarnaún o, quizá, el conjunto de Galilea (4,15-16). La acción de Jesús manifiesta la luz del salvífico reinado de Dios (1,21-23) en la región de muerte y tinieblas (4,15-16)” (Carter 2007:345).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Tanto la enfermedad física, como la muerte, pueden llevar a las personas a buscar a Jesús cuando son impulsados por la fe. Aún las enfermedades consideradas “impuras” y las situaciones consideradas irreversibles -como la muerte- pueden ser cambiadas por el poder y la gracia de Jesús. 

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

“Estos dos milagros revelan un aspecto importante de la actitud pastoral de Jesús. El dolor humano lo mueve a compasión, sin tener en cuenta la condición social de las personas: si él se pone en camino a pedido de un alto dignatario, también se detiene ante una mujer anónima. Uno y otra son objeto de una misma solicitud” (Levoratti 2007:330).

Jesús no teme relacionarse con una mujer enferma e “impura” -dejarse tocar y hablar con ella-, como tampoco en quebrar las leyes de pureza (al tocar el cadáver de la niña). Para Jesús lo más importante es la vida, es decir que las personas vivan (y tengan calidad de vida). Eso llegan a saberlo por experiencia propia la mujer sanada, el padre de la niña y la niña misma. 

Acerca de la mujer y el jefe de la sinagoga:

La fe en Jesús, de estas dos personas, logra cosas consideradas “imposibles”. Una hemorragia por doce años que ningún médico podía curar (Luc 8:43) y una situación que quiebra toda esperanza (la muerte), son superadas por la fe tanto de una humilde mujer como de un dignatario religioso. Jesús ha venido a traer sanidad y salvación. Las bendiciones del Reino de Dios son para todos los que se acercan a Jesús con fe.

Fuentes usadas

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.

Carson, Donald. (2010). O Comentário de Mateus. São Paulo: Shedd Publicaçoes. 

Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.

Keener, Craig. (2003). Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. El Paso, TX: Mundo Hispano.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

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