La crisis actual, provocada por la pandemia, ha hecho que algunos gobiernos en América Latina busquen el apoyo no sólo de los cristianos sino de cualquier religión. En su confusión algunos gobiernos piensan que orar a Jesús es exactamente lo mismo que orarle a Alá o rezarle a algún ente gaseoso con poderes mágicos del cual irradiará sanidad a las naciones. Dichos gobiernos, creo, deberían ser mejor asesorados para sacarlos de la ignorancia en materia religiosa. Pero ¿qué significa este repentino acudir a las diversas religiones? ¿cómo se interpreta eso?
Los cristianos, hay que dejarlo bien claro, no necesitamos del llamado del gobierno para recién ponernos a orar o atender a las necesidades de la población. Las iglesias todo el tiempo han estado orando a Dios como ayudando a los necesitados. No querer ver esto es ceguera voluntaria. Pero, por otro lado, los cristianos no somos lo mismo que los Hare Krishna, los musulmanes, los teosofistas, los mormones, etc. Que de diversas expresiones religiosas habitemos este país no significa que todos veamos la realidad de la misma manera 0 creamos lo mismo. ¡En más de un caso creemos exactamente lo contrario!
Sabemos, sin embargo, que para cierto imaginario “todas las religiones son iguales”, todas tienen el mismo valor. “No importa en lo que se crea con tal que se crea”. “No importa si tienes fe en una piedra, lo importante es que tengas fe”. ¿Acaso mucha gente no piensa así? Si bien el fundamentalismo teológico ya condenó a todos y no existe posibilidad de reconocer nada bueno en otras expresiones religiosas, para el nuevo sincretismo teológico -mal llamado “liberalismo teológico”- todas las religiones en el fondo llegan a ser casi lo mismo. El cristianismo para éstos es sólo una expresión más de la evolución de la conciencia religiosa humana y, por tanto, se debería ser más inclusivos y tolerantes hacia todas las religiones.
Los cristianos, por el contrario, creemos que no todos los caminos religiosos conducen a Dios. Muchísimos de ellos no son sino sistemas de engaño y autoengaño. A los primeros cristianos, en el contexto de la misión evangelizadora, las diversas religiones les provocaban enardecimiento, no búsqueda de comunión en mutua tolerancia (“Mientras los esperaba en Atenas, Pablo se indignaba al observar la idolatría de la ciudad.” Hch 17:16, versión LA BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO). No se debe olvidar que la revelación de Dios en Jesucristo es la abolición de toda religión, dado que éstas son tan sólo el esfuerzo de pecadores por tender un puente hacia “lo divino” en busca de salvación.
Sin embargo, a pesar de lo indicado, creemos que los cristianos sí debemos colaborar con el país. Y si hay que hacerlo junto con otros que confiesan otra fe, pues no debe haber problema alguno. Trabajar unidos de forma temporal por el bien de la sociedad no significa “abandono de la fe” ni “mezclarse con el mundo”. Tampoco significa apostasía y mucho menos “ecumenismo”. En el terremoto del 2001 en Moquegua trabajamos de forma articulada a favor de la ciudad evangélicos, adventistas, católicos, ciudadanos sin confesión religiosa y diversas ONGs; y ningún evangélico perdió la fe. Por lo mismo, el momento actual demanda la presencia evangélica en todo lugar que le sea posible. No hacerlo sería una falta ética que atentaría el testimonio del Evangelio.
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