Hace tiempo que en las redes aparecen comentarios contra las iglesias evangélicas, sus miembros y sus pastores. Son comentarios que tienen el único propósito de causar confusión y engañar a la gente. La iglesia por veinte siglos ha tenido ese tipo de enemigos, pero algunas palabras aclaratorias tal vez ayuden a comprender mejor aquello de lo que tanto se habla.
1) El fundamento de la Iglesia es Dios mismo quien se ha revelado como Trino, es decir como Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu. No son tres dioses sino uno solo. A ese Dios la iglesia adora y sirve, expresándose ambas en distintas formas en la vida de todas las personas que -sin importar sus trasfondos culturales o sociales- han aceptado el señorío de Jesucristo.
2) La iglesia se debe a Jesucristo su Salvador, quien dio su vida en la cruz y fue resucitado por el poder de Dios, además que dejó la promesa que traerá su Reino pleno en su segunda manifestación o venida. Ese Reino le pertenece a Dios y ningún sistema social o político, por más justo y equitativo que sea, puede pretender ser una concreción del mismo. El pecado ha afectado a las personas, a las culturas, a las instituciones, a los modelos políticos y aún a la creación misma.
3) La iglesia tiene el encargo de Jesucristo, el cual es extender el Reino de Dios en cada pueblo y nación, en todo lugar habitado, para lo cual se organiza expresándose en formas específicas de hacer misión (adoración, comunión, predicación, enseñanza y servicio) el cual es integral. No hay Dios sin Reino, ni Reino sin Jesucristo y ni Jesucristo sin iglesia misionera.
4) La iglesia es el cuerpo de Cristo y que se expresa o concretiza de manera local, es decir en una determinada sociedad o cultura. Las personas que pertenecen a ella, por lo mismo, tienen características sociales y culturales que le dan el colorido propio a sus expresiones litúrgicas, a la comunión cristiana y a sus saberes teológicos.
5) La iglesia, en cumplimiento del encargo del Señor, se moviliza por todo lugar, lo que significa que tiene gastos propios que corresponden a su naturaleza misionera. Por eso las iglesias evangélicas financian sus actividades y sostienen a sus servidores con el trabajo y el aporte voluntario de sus miembros. Sí hay que indicar que son excepcionales los casos de iglesias que reciben un apoyo económico de agencias misioneras foráneas.
6) Las iglesias evangélicas no reciben dinero del Estado para sufragar los salarios y diversos gastos, a diferencia de la Iglesia Católica quienes gozan de diversos privilegios que le otorga -desde hace mucho tiempo- la ley peruana en base a acuerdos y concordatos aprobados por el Congreso (el poder legislativo) siempre muy complaciente con el Estado Vaticano.
7) La iglesia no es “iglesia evangelista”, no hacemos “misa”, no “rezamos” y tampoco “recogemos limosnas”. Las iglesias evangélicas somos una expresión histórica de la única iglesia que fundó Jesucristo. Sí realizamos cultos públicos como expresión de nuestra adoración a Dios, oramos conforme a la enseñanza bíblica y procuramos ser buenos administradores del dinero y los bienes materiales con los que Dios nos ha bendecido.
8) La iglesia acepta y enseña las Sagradas Escrituras, es decir los sesenta y seis libros canónicos. Ella es su regla de fe y conducta. La iglesia cree que ella es suficiente para llevar a las personas al conocimiento del Dios verdadero y cree, además, que todo razonamiento teológico debe someterse a la revelación escrita de Dios: la Biblia.
9) La iglesia no debe ser confundida jamás con un edificio (el “templo”) y el rótulo que la identifica. Éste puede cerrar sus puertas temporalmente, debido a diversas razones, pero la iglesia siempre está “abierta” a los que el Señor quiere añadir. La base eclesial se fundamenta en las personas y familias que son parte de ella.
10) La iglesia al estar ubicada en todo lugar se constituye en una gran hermandad universal. Por lo mismo, mantiene relaciones fraternas con otras iglesias cuya confesión de fe son similares. Y como está comprobado, con frecuencia se han unido -como parte de su testimonio público- para apoyar a la sociedad en casos de desastres naturales y de diversas crisis.
11) La iglesia nunca ha pretendido ser “perfecta” o irreprochable. La iglesia no está compuesta por ángeles, sino por pecadores redimidos por la sangre de Jesucristo. Sin embargo, se esfuerza por vivir en la santidad que debe caracterizar al pueblo de Dios. La iglesia, además, no es el Reino de Dios por lo que no se le puede pedir que sea lo que no es.
Dicho todo lo anterior, es un gran privilegio ser parte de la iglesia, el pueblo de Dios compuesto por esa gran “nube de testigos” cuya esperanza en Jesucristo es eterna.
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