TEXTO BÍBLICO (Mateo 12:46-50 y 13:54-58)
“Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (13:54-58). (RV 1960).
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
Aunque el relato se vincula al párrafo anterior (“Mientras él aún hablaba a la gente”, 12:46), lo cierto es que se trata de otro momento y otro lugar. Ya no están en la sinagoga en el día de reposo (12:1-14), ni en la vía pública donde una multitud siguió a Jesús y debatió con los fariseos (12:15-45). El evangelista Mateo quiere cerrar la sección con un relato sobre la familia de Jesús (en Capernaum), antes de dedicarle un buen espacio a las parábolas (13:1-53), para luego proseguir en Nazaret donde nuevamente se hace mención a su familia carnal (13:54-58).
Desde otro ángulo se puede decir que la expresión “mientras Jesús le hablaba a la multitud” efectúa la transición del relato de la sección precedente que se centra en los de afuera (es decir, las multitudes y los fariseos) a los de dentro (es decir, los discípulos)” (Wilkins 2016:353). En ese sentido el Reino de Dios, el cual han aceptado los discípulos de Jesús, será retomado desde las parábolas. ¿Quiénes son parte de la familia del Reino? La “verdadera” familia de Jesús no son ni su madre ni sus hermanos (12:49-50), ni tampoco los de su tierra (13:58).
“su madre y sus hermanos” (12:46)
Esta expresión hace referencia a la familia biológica, consanguínea de Jesús (Cf. 13:55-56), pero algunos comentaristas dicen: “En griego, como en castellano, la palabra hermanos se refiere en primer lugar a personas que son hijas de los mismos padres; sin embargo, en las lenguas bíblicas (hebreo, arameo y griego), la palabra puede referirse en algunas ocasiones a personas unidas por otros grados de parentesco. (Cf. Mt 13:55-56; Mc 3:31-32; 6:3; Lc 8:19-20; Jn 2:12; 7:3, 5; Hch 1:14; 1 Co 9:5)”. (Sociedades Bíblicas Unidas 1990:47).
Esta última nota es inapropiada porque no comenta en sí el v. 46 sino que abre otras posibilidades de interpretación a la palabra “hermanos”, lo cual es legítimo pero desvía de forma intencional la interpretación que es necesaria. Sobre el tema en mención -la familia consanguínea de Jesús- hay básicamente dos abordajes: (1) el que considera solamente lo que dice el texto bíblico; y (2) la que añade al texto bíblico algunas tradiciones sobre los hermanos de Jesús, generalmente para defender un dogma inamovible. Aquí se opta por el primer abordaje.
Nota aclaratoria: La Escritura es la revelación escrita de Dios y, por tanto, es la fuente de autoridad y fundamento de cuanto creemos. Reconocemos, a la vez, que existen muchas tradiciones respecto a algunos personajes de la Escritura (como José, María e incluso Jesús, entre otros). Esas tradiciones, sin embargo, no son ninguna fuente de autoridad para los cristianos evangélicos quienes afirmamos la “Sola Escritura”.
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
“Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos” (v. 49).
Estas palabras de Jesús son una reacción a que “su madre y sus hermanos” le buscaron para hablarle, aunque ellos al parecer no se habían percatado que estaban interrumpiendo su enseñanza (v. 46). ¿Con qué propósito María y los hermanos de Jesús han ido a buscarlo, viajando casi 50 kms. desde Nazaret a Capernaum? “María y los hermanos de Jesús llegan al lugar donde Jesús está hablando con el fin de escoltarlo de regreso a Nazaret” (Wilkins 2016:353), cosa que hará pero después de disertar en parábolas acerca del Reino de Dios (“Y venido a su tierra”, 13:54). Nada debe interrumpir a Jesús -ni siquiera la familia biológica- cuando está cumpliendo la labor del Reino de Dios.
Observe que los términos “madre” y “hermanos” (en plural) aparecen en los vv. 46, 47, 48, 49 y 50, aunque en este último versículo el plural “hermanos” se desglosa en dos términos en singular: “hermano” y “hermana”. Se trata, sin duda, de la familia carnal de Jesús. Los nombres de los hermanos varones son Jacobo, José, Simón y Judas (13:55). Es evidente que los cuatro varones más Jesús, junto con sus hermanas (que aparecen en plural, es decir al menos son dos o tres), dan un total de siete hermanos/as como mínimo, o tal vez ocho. Las familias judías de aquel tiempo, por regla, solían eran numerosas.
Nota aclaratoria: Se observa que el evangelio de Mateo intencionalmente evita decir “María y sus hijos”. Y aunque prefiere poner “su madre y sus hermanos”, que en realidad significa lo mismo (13:55-56), la expresión intenta llevarnos a un plano teológico-eclesial: en el Reino de Dios los que lo componen, los que son parte de él, forman una hermandad espiritual. En ese sentido los discípulos son hijos de un mismo Padre celestial (12:50). Los términos “hermanos” y “familia” serán desarrollados posteriormente en los otros escritos del Nuevo Testamento.
Lo que sorprende en el relato son las palabras extremadamente duras de Jesús respecto a su familia biológica o consanguínea. Y aunque el Señor está hablando de dos familias distintas (la “biológica” representado por su madre y sus hermanos, y la “espiritual” representado por sus discípulos), lo cierto es que debe haber dejado perplejos a sus oyentes (judíos que tenían un alto valor respecto a la familia). Jesús dice de forma clara e inconfundible que sus discípulos son su familia, la familia del Reino.
En este relato Jesús “redefine la familia como centrada en él mismo (…). La nueva familia no se basa en el nacimiento, en la etnia ni en el sexo; está abierta a todo aquel que se adhiere a Jesús y es fiel a sus enseñanzas de la voluntad divina”. (Carter 2007:416). Esta redefinición, afortunadamente, no la oyeron ni María ni los hermanos de Jesús (“están afuera”, v. 47). De haberlo escuchado se hubieran sentido muy golpeados en su honor social (según los valores de la cultura hebrea).
“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana y madre” (v. 50).
El Señor Jesús ahora ofrece una explicación a modo de argumento: lo que cuenta en el Reino de Dios es hacer su voluntad. Y al hacerlo sus discípulos se tornan en una familia (hermano, hermana, madre). Se observa que Jesús evitó en esta última expresión añadir el término “padre”. Lo hizo adrede dado que el único y verdadero “padre” (amo, señor) es su Padre que está en los cielos (Cf. 5:48; 6:9). Por otro lado, resulta interesante observar la palabra “hermana”, dado que entre los discípulos de Jesús se encontraban también mujeres.
“[Jesús] les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban y decían…” (13:54).
Una vez terminado de disertar a las multitudes junto al mar (13:3-53), Jesús se dirigió a su tierra (Nazaret), haciendo caso a su madre y hermanos, donde entró a la sinagoga a enseñar. Si él enseñaba acerca del Reino de Dios en Capernaum ¿por qué no hacerlo en su propia tierra? ¿por qué no a los que son sus conocidos? Pero la reacción de los que estaban en la sinagoga fue doble: inicialmente se asombraron (13:54) y, luego, se escandalizaron (13:57), “se resistían a creer en él” (DHH).
Las preguntas que hacían tenían que ver con el origen de la sabiduría de Jesús y el poder de hacer milagros (13:54), el oficio humilde de su padre (tékton, 13:55, es decir alguien que hace cualquier tipo de trabajo para sobrevivir) y su familia biológica (13:55-56) a quienes todos conocían, de ahí la mención de los nombres de sus hermanos. Se trata, sin duda, de preguntas que intentaban descalificar a Jesús y su ministerio. ¿Para eso acaso entró Jesús a la sinagoga de Nazaret? ¿María y sus hijos imaginaron que sucedería esto cuando fueron a buscarle a Capernaum?
“EI tono despectivo («éste») de las preguntas que se hacen los compatriotas de Jesús hace que equivalgan a negaciones. EI hecho de que sea el hijo del carpintero hace dudar de su saber y sus obras. (…) Es el eco popular de la acusación de los fariseos (12,24)”. (Mateos & Camacho 1981:144). “En vez de discernir la presencia de Dios se centran en la familia biológica de Jesús. En vez de abrirse a la revelación limitan su pensamiento al ámbito de lo conocido y familiar. En vez de ver en Jesús a quien es fiel a su identidad como Hijo o agente de Dios, su Padre (…) intentan definirlo según la ocupación de su padre terreno”. (Carter 2007:441).
Jesús, al parecer triste y enojado, mencionará el conocido refrán a sus oyentes que “no hay profeta sin honra -es decir, sin honor-, sino en su propia tierra y en su casa” (o “familia”, oikía, 13:57). Jesús es rechazado incluso por sus conocidos de toda la vida, y la referencia al profeta tiene sentido dado que anticipa lo que sucederá con Juan (14:1-12). En su pueblo hay incredulidad (12:58), de ahí que no hará sino unos pocos milagros. De esta manera “Nazaret se suma a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún, condenadas por su falta de arrepentimiento (11,20-24)”. (Carter 2007:442).
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
Jesús enseña que la familia “espiritual” del Reino de Dios está compuesta por aquellos que hacen la voluntad del Padre. Muestra de ello son sus discípulos, pero ni la familia biológica de Jesús (al momento), ni sus paisanos de Nazaret han entendido la centralidad del Reino de Dios. No han entendido que Jesús es el Mesías.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de Jesús:
Jesús, en cumplimiento del ministerio que le había encomendado el Padre, tuvo que poner incluso a un lado a su familia biológica. El Reino de Dios era su prioridad y nadie podía interrumpirlo.
Jesús muestra que los que hacen la voluntad del Padre pueden llegar a ser parte de una hermandad espiritual, es decir de la familia del Reino de Dios.
Jesús al ser rechazado en su propia tierra y casa, reconoce que es como un profeta sin honra. Son palabras de juicio para sus paisanos incrédulos.
Lección para todos:
Se llega a ser parte de la familia del Reino de Dios cuando se hace la voluntad del Padre celestial. Jesús ha mostrado quién es el Padre.
Fuentes usadas
Carter, Warren. (2007). Mateo y los márgenes. Una lectura sociopolítica y religiosa. Navarra: Verbo Divino.
Mateos, Juan & Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.
Sociedades Bíblicas Unidas. (1990). Nuevo Testamento y Salmos. Biblia de Estudio. Estados Unidos de América: SBU.
Wilkins, Michael. (2016). Mateo. Comentario bíblico con aplicación NVI. Nashville, TENN: Vida.