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viernes, 19 de febrero de 2021

JESÚS Y LOS QUE RECHAZAN EL REINO DE DIOS

TEXTO BÍBLICO (Mateo 12:22-45)

Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 

Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. 

O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (vv. 22-37).

Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación”. (vv. 38-45). (RV 1960).

CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL

Lenguaje literal y figurado: El texto contiene varios tipos de lenguaje por lo que es necesario hacer precisiones. Abundan los ejemplos y comparaciones. Jesús habla figuradamente de un reino, ciudad y casa dividida (vv. 25-26). Luego Jesús vuelve al ejemplo de la casa de Satanás que él saquea (v. 29). También aparece un árbol bueno y otro malo (v. 33), el buen tesoro y el malo (v. 35), así como la recriminación que trata a los fariseos de víboras (v. 34). Están los ejemplos de los hombres de Nínive y de la reina del Sur, es decir se trata de personas no-judías (vv. 40-42), para finalizar con una ilustración (vv. 43-45). Sabemos que es esto porque dice al final “así también acontecerá a esta mala generación” (una clara referencia a los escribas y fariseos del v. 38).

“Entonces fue traído a él (Jesús)” (v. 22)

En la narración de Mateo esta historia (vv. 22-45) está vinculada a la anterior (12:1-21). Lo mismo sucede con el párrafo que termina este capítulo (“mientras él aún hablaba…”, vv. 46-50). La diferencia con este último párrafo es que en los dos anteriores Jesús está en agrias discusiones con los maestros de la ley. Los fariseos pasarán de imputar a Jesús y sus discípulos de hacer cosas “no lícitas” -en el día de reposo- a acusarle de actuar bajo el poder del diablo (v. 24). Jesús ya antes había recibido este maltrato (9:34), la cual no había olvidado (10:25). Esta vez Jesús va a zanjar el tema con un lenguaje claro y duro.

PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR

“¿será éste aquel Hijo de David?” (v. 23)

Esta pregunta es el detonante de los insultos altamente ofensivos de los fariseos hacia Jesús. Todo comenzó con un exorcismo efectuado por Jesús -lo más probable el mismo día de reposo, vv. 1, 10- el cual provoca una pregunta en la gente que ya había visto su poder (v. 15) y que, además había sido instruida por el Señor (vv. 17-21). Debido justamente a la cita del profeta Isaías que utilizó Jesús, es que la gente al contemplar algo tan extraordinario como un exorcismo se hizo la pregunta que incomodó a los fariseos presentes.

“La pregunta de las multitudes refleja la creencia contemporánea sobre el Mesías. Se creía que Dios haría llegar la nueva edad en cualquier momento por medio de un Mesías que habría de ser el verdadero sucesor de David y al que se llamaba a menudo «el Hijo de David», no tanto por su genealogía cuanto por su misión. Se pensaba que existía ya, pero que su identidad permanecería oculta hasta que llegase el momento señalado para su aparición. Entonces se manifestaría por señales y portentos. Las obras de Jesús dan origen a la pregunta”. (Mateos & Camacho 1981:126)

“Éste no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (v. 24)

Ante la señal innegable -el exorcismo que permitía ahora a un hombre ver y hablar, v. 22- los fariseos ahora van a arremeter contra Jesús de la peor manera. Lo acusan públicamente de actuar con el poder de Baal (el Príncipe), una divinidad cananea a quien “los judíos designaban despectivamente al príncipe de los demonios”. (Levoratti 2007:341). En algún sentido los fariseos hacen la labor de los emisarios de Satanás, se parecen al demonio quien -antes de ser expulsado- mantenía ciego y mudo a su víctima. De igual manera los fariseos no quieren que toda la gente (v. 23) vea en Jesús al Mesías y confiese su nombre.

A estas alturas los fariseos ya habían perdido la batalla por la credibilidad ante las multitudes. Éstas siguieron a Jesús y vieron en él a alguien tan especial, a tal punto que se preguntaron si sería realmente el Mesías, cosa inaceptable para los fariseos. De ahí que en su desesperación e impotencia acusen a Jesús de algo que traspasa todos los límites de la lógica. Su acusación, que pretende destruir a Jesús (v. 14), sugiere más bien que ellos son los endemoniados a quienes se referirá el Señor (vv. 43-45), es decir son “la mala generación” (vv. 39, 45).

El ataque a Jesús hecha por los maestros de la ley intentaba desprestigiarlo en público y con ello, pensaban, se destruiría su imagen ante las multitudes. Esta vez Jesús no se quedará callado (como en 9:34). “Para responder al ataque de los fariseos (v. 24), Jesús responde con un dilema: o yo expulso los demonios con el poder de Satanás, como vosotros afirmáis, y entonces, cosa inconcebible, Satanás combate a Satanás con mi ministerio, puesto que yo expulso sus demonios; o bien yo expulso los demonios con el poder de Dios, y entonces vosotros no tenéis perdón por no reconocer este poder del reino en mi ministerio (v. 28)”. (Bonnard 1976:278).

ciertamente ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (v. 28)

¿Cuál es la evidencia que ha llegado el Reino de Dios a las personas? En que Jesús “por el Espíritu de Dios” expulsa demonios y con ello trae novedad de vida (sanidad, liberación, consuelo, incorporación social, etc.). En Jesús el Espíritu estuvo actuando desde su concepción (1:18) y se ratificó en su bautismo (3:16). Además su ministerio fue guiado por el Espíritu de Dios (4:1) a tal punto que derrotó a Satanás (4:3-11). Pero mientras Jesús tiene señales del Reino (exorcismos y sanidades) los fariseos sólo tienen blasfemias. Frente a éstos el Señor Jesús radicalizará sus palabras.

El argumento de Jesús es contundente. Usando una metáfora dice que él ya ha atado al “hombre fuerte” (Beelzebú o Satanás), es decir lo ha reducido a la impotencia y por tanto puede “saquear sus bienes” (v. 29). Así es en lo concreto la llegada del Reino de Dios. Éste ha limitado la actuación de Satanás. Por eso no sorprende que Jesús haya iniciado su ministerio derrotándolo en el desierto (4:11) así como, posteriormente, haya expulsado a los demonios (4:24; 8:28-34; 9:32-34). 

Ahora bien, si Jesús actúa de esa manera ¿por qué estar contra él o desparramar? (v. 30). “Con Jesús no hay término medio. O es el Mesías o no lo es. Los fariseos ya han determinado que no lo es, de manera que se opondrán a él, como ya han demostrado. (…) Los fariseos han estado elaborando las acusaciones de blasfemia contra Jesús, pero ahora él muestra que todas ellas son en realidad blasfemia en sí mismas”. (Wilkins 2016:349).

“la blasfemia contra el Espíritu Santo no les será perdonada” (v. 31)

A esta sentencia Jesús le añade “al que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (v. 32). “Atribuyendo la obra y el poder del Espíritu a Satanás, los fariseos están deshonrando a Dios de la peor manera. Rechazar la evidencia de los exorcismos, las sanidades y los milagros es rechazar el ofrecimiento del reino de perdonar los pecados. Mientras los fariseos siguen rechazando esa prueba, no podrán entrar en el reino y recibir el perdón. (…) Al parecer, Jesús conoce el estado del corazón de estos fariseos y sabe que ahora han llegado al punto de endurecer su corazón más allá del punto de retorno”. (Wilkins 2016:349).

“Blasfemar contra el Espíritu Santo es rechazar voluntariamente la gracia de Dios y cerrarse a la revelación que llega a través de Jesús como un apremiante llamado a la fe y a la conversión. Por lo tanto, el pecado o la blasfemia contra el Espíritu radica esencialmente en el rechazo de la salvación que Dios ofrece por medio del Espíritu que está presente y actúa en Jesús. (…) Se trata de un rechazo pertinaz, de una resistencia absoluta a la acción salvífica de Dios. El que se cierra de esta manera a la revelación afirma que no tiene necesidad de salvación y se condena a sí mismo”. (Levoratti 2007:341).

Por lo mismo, los fariseos son como el árbol malo que da fruto malo (v. 33), son una generación de víboras (v. 34; cf. 3:7). Ésta será juzgada por sus palabras en “el día del juicio” (v. 36) y de nada les servirá “pedir señal” (v. 39) pues cuando lo ven en Jesús lo descalifican inmediatamente como procedente de Beelzebú. Por eso son “generación mala y adúltera (es decir idólatra)” (v. 39), que ni siquiera se pueden comparar con los paganos ninivitas o la reina del Sur (vv. 40, 42). Los fariseos, sin duda, se parecen a ese hombre que habiendo hallado liberación su estado final llega a ser peor. Son una “mala generación” (v. 45). 

Nota aclaratoria: El tema del perdón hay que entenderlo bien. A veces se tiene la idea equivocada que “Dios debe perdonar” porque en su naturaleza “él es perdonador”. Pero esta es una idea que carece de fundamento bíblico. Dios no perdonó a la generación de Noé, ni a Sodoma y Gomorra, como tampoco a Faraón y los egipcios. Y en el Apocalipsis de Juan los impíos son castigados por la eternidad. Aunque tenemos un Dios que perdona (al que se arrepiente), también con frecuencia él muestra y asegura su no-perdón a los que quiebran su ley y le rechazan de forma consciente. Dios no está obligado a perdonar tampoco a los que blasfeman contra el Espíritu Santo. Cf. Ex 23:21; 2 Rey 24:4; Job 27:22; Isa 22:14; Jer 5:7-9 y 13:14; Lam 2:2, 17; Mat 6:15; Rom 11:21; 2 Ped 2:4-5.

Conclusión: Los cristianos debemos aprender que “el seguimiento de Jesús y la adhesión a su persona tienen que estar cimentados en un fundamento menos endeble que el estupor provocado por la visión de un prodigio. Reclamar un milagro antes de creer es provocar a Dios (cf. 4,6). El creyente auténtico, sin menospreciar el papel eventual del milagro, no apoya su fe en signos exteriores, sino que descubre a Dios presente en la persona de Jesús (Dios-con-nosotros)”. (Levoratti 2007:342).

IDEA CENTRAL DEL TEXTO

Jesús evidencia el poder del Reino de Dios mediante un exorcismo, el cual generó la pregunta entre la gente de si él sería el Hijo de David (el Mesías). Este hecho no lo pudieron soportar los fariseos, quienes al blasfemar contra el Espíritu Santo se autoexcluyeron del Reino y del perdón.

LECCIONES QUE APRENDEMOS

Acerca de Jesús:

Jesús ha traído el Reino de Dios con poder, el cual se manifiesta en exorcismos y sanidades. Dios quiere que sus hijos tengan plenitud de vida.

Jesucristo es más fuerte que Satanás. Éste ha sido “atado” y Jesús “saquea su casa”, es decir Satanás no puede detener el actuar liberador del Señor.

Jesús no actúa solo, el Espíritu de Dios está con él en cada acto portentoso. Por eso, quien experimenta el Reino en realidad experimenta al Espíritu de Dios.

Lecciones para todos:

Debemos estar atentos frente a lo que está obrando el Señor de manera poderosa. Tal vez tengamos que orientar a los que se preguntan hoy si Jesús tiene poder y es el Mesías.

No hay razón para que los cristianos tengan miedo a Satanás. Jesucristo lo ha derrotado y él es nuestra fortaleza junto con el Espíritu Santo.

Se advierte acerca del atribuir las señales del Reino de Dios al diablo. Frente al poder de Jesús (y el Espíritu) corresponde responder con obediencia y agradecimiento.

Fuentes usadas

Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.

Levoratti, Armando. (2007). Evangelio según san Mateo, A. Levoratti, edit., Comentario Bíblico Latinoamericano. Nuevo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2007, 2ª edición.

Mateos, Juan & Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.

Wilkins, Michael. (2016). Mateo. Comentario bíblico con aplicación NIV. Nashville, Tenn: Vida.

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