TEXTO BÍBLICO
“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan (hoí mathetaí Ioánnou), diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos (mathetaí sou) no ayunan?
Jesús les dijo:
¿Acaso pueden los que están de bodas (hoí huioí toú nunfónos) tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie pone remiendo de paño nuevo (agnáfou) en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.
Ni echan vino nuevo (néon) en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo (néon) en odres nuevos (néon), y lo uno y lo otro se conservan juntamente”. (Mateo 9:14-17, RV 1960).
CONTEXTOS LITERARIO Y SOCIAL
La conjunción “entonces” vincula los vv. 14-17 con el párrafo anterior (vv. 9-13), donde el relato muestra a Jesús y sus discípulos en casa de Mateo, quien había invitado además a sus amigos publicanos a una buena comida. “Los discípulos y el Señor acaban de salir de la cena que Mateo les había ofrecido. En ese momento se encuentran con los discípulos de Juan el Bautista”. (Carballosa 2007:323)
Si en 9:11 aparecieron los fariseos en plan de crítica ilógica a Jesús y sus discípulos, ahora van a llegar “los discípulos de Juan” a criticarles también sin motivo alguno y escudados en un tema sensible como era el ayuno (v. 14). ¡Qué manera de querer aguarles la fiesta! ¡Preguntarles sobre el ayuno cuando aún estaban saboreando la comida! Al parecer entre los “discípulos de Juan” y los fariseos tenían algunas cosas en común, como las ganas de fastidiar a Jesús.
Es a partir de la agria pregunta –sobre el ayuno, v. 14- que Jesús les responderá con tres ejemplos o ilustraciones (vv. 15-17), esperando que de una vez por todas entiendan la nueva realidad que había traído en tanto Mesías que anunciaba el Reino de Dios con poder. De esta manera, Jesús entra en una controversia que no buscó con los “discípulos de Juan”.
“los discípulos de Juan” (v. 14)
No podemos achacarle a Juan el profeta lo que hacían aquellos que reclamaban ser “sus discípulos”. Por otro lado, hay que precisar que la misión de Juan había sido específica: anunciar la llegada del Mesías, abrirle camino, no formar escuela ni mucho menos tener discípulos. Se entiende, sin embargo, que un profeta llame la atención a algunos por la radicalidad de su mensaje y por otras razones más, pero eso no les da derecho a decir que eran “sus discípulos”. Por otro lado, llama la atención que los tales -a diferencia de los fariseos, 9:11- nunca se dirigen a Jesús como “maestro”. Al parecer no reconocían en Jesús ni siquiera eso.
El profeta Juan, no hay que olvidar, se había dirigido a los fariseos como “generación de víboras” (3:7), lo cual debe haberles generado una gran molestia además de convertirlo en su enemigo. También había enseñado el Reino de los cielos o Reino de Dios (3:2) y que Jesús el Mesías traería una nueva realidad como el bautismo “en Espíritu Santo y fuego” (3:11). Todo esto debía haber quedado claro para los que le oían y eran bautizados por él (3:6). Al menos eso se esperaba.
El Reino de Dios llegó en la persona de Jesús, quien había comenzado a formar una nueva comunidad (los discípulos) los cuales debían evidenciar una justicia mayor que la de los fariseos (5:20). Pero nada de esto parecía que habían entendido los autoproclamados “discípulos de Juan”. Éstos tenían puesta la mirada no en Jesús sino en las costumbres piadosas de Israel (como el ayuno). Ellos debieron haber imitado a Andrés y Simón, quienes habiendo sido discípulos de Juan derivaron en discípulos de Jesús (Jn 1:40-41)
Más adelante, cuando el evangelio llegó a tierras no-judías, el apóstol Pablo se encontró en Éfeso con algunos “discípulos de Juan” (Hch 19:1-6). ¡Pero éstos ni siquiera habían oído del Espíritu Santo! Es posible que tales “discípulos” hayan sido “un movimiento religioso que se mantuvo activo aun después del tiempo de Jesús” (Nuevo Testamento y Salmos 1990:39), aunque bastante desconectado de las enseñanzas originales de Juan el profeta (y de Jesús el Mesías evidentemente).
“ayunamos”, “ayunan”, “ayunarán” (vv. 14, 15)
El Señor Jesús ya se había referido al ayuno en su enseñanza (6:16-18), pero criticando no tanto su práctica sino la forma hipócrita de aquellos que querían lucir su piedad, así como el cumplimiento de las costumbres de su tiempo. “Jesús no se opone en principio a la piedad judía, sino a la vanidad religiosa de la que es con frecuencia ocasión.” (Bonnard 1976:139).
El ayuno originalmente se entendió como una aflicción del alma (Lev 16:29, 31; 23:27; Num 29:7), el cual era obligatorio guardarlo una vez al año en el día de la expiación (Yom Kippur). Pero con el transcurrir del tiempo el ayuno se convirtió en una práctica religiosa la cual, inevitablemente, tuvo que regularse y gradualmente se volvió en una tradición a la cual se le dio mucho valor.
“Después del cautiverio se establecieron intervalos regulares para la celebración del ayuno. Según Zac 8.19, en el cuarto, en el quinto, en el séptimo y en el décimo mes habría de observarse otros cuatro ayunos que recordaban desastres en la historia de los judíos. Y está también el ayuno antes de la celebración del Purim, que se instituyó en los días de Ester (Est 9.31).” (Nelson s/f). En el tiempo de Jesús habían otros días más de ayuno que los israelitas debían guardar.
Según J. Gartenhaus (1974:69) los ayunos practicados eran: Zom G’Dalyah, que conmemoraba el asesinato del gobernador de los judíos nombrado por Nabucodonosor; el Assarah B’teveth, que recordaba el día que Nabucodonosor comenzó el sitio sobre Jerusalén y el Taanith Ester, que conmemoraba el ayuno de Ester y la oración del pueblo judío pidiendo que Dios frustre el plan de Amán de exterminar a los judíos. Había un ayuno más pero sólo para los primogénitos (varones). Este se hacía en el día que antecede a la Pascua y agradeciendo a Dios porque conservó la vida de los primogénitos hebreos cuando fueron muertos los primogénitos egipcios antes del Éxodo.
PALABRAS Y EXPRESIONES A RESALTAR
En la respuesta de Jesús hay tres ejemplos o ilustraciones (el esposo, el remiendo y el vino nuevo/odres nuevos. Cada una de ellas tiene una verdad que transmitir pero, como muestra el relato, los ejemplos se complementan unos a otros.
“esposo” (v. 15)
La primera ilustración tiene que ver con el esposo (que representa a Jesús) y sus amigos (quienes representan a los discípulos, a la comunidad del Reino de Dios). El esposo, o novio en su boda como diríamos nosotros, ofrece una gran fiesta y banquete como es natural. En una boda nadie espera ayunar (“tener luto”), todo lo contrario. Los amigos hacen la fiesta y celebran la felicidad del recién casado, pero un día el “esposo” (Jesús) “será quitado”, lo cual es una referencia a su muerte y su partida. Cuando llegue ese día afligirán sus almas, es decir ayunarán.
En esta respuesta Jesús está aludiendo a la Escritura. Efectivamente, la metáfora del novio/esposo se aplicaba a Dios (Isa 54:5-6; 62:4-5), y muchas veces en conexión con la venida del Mesías. Por tanto, “la respuesta de Jesús fue implícitamente cristológica, él mismo es el novio mesiánico, la era mesiánica había irrumpido” (Carson 2010:273). Pero esto no lo entendieron sus críticos quienes estaban aferrados a la religiosidad judía y sus prácticas piadosas. En este caso específico, el ayuno era “señal de su rechazo de Jesús” (Mateos y Camacho 1981:96).
Nota de traducción: La RV 1960 oscurece innecesariamente la expresión hoí huioí toú nunfónos. Al traducirlo por “los que están de bodas” sugiere que éstos son los que están por casarse, pero al poner a la vez “el esposo está con ellos” introduce una idea ambigua que no está en el texto griego. La expresión mencionada debió traducirse de forma dinámica para su mejor entendimiento, como lo han hecho algunas versiones modernas. (La Nueva Biblia de los Hispanos traduce “los acompañantes del novio” y el NT Peshitta “los mejores amigos del novio”).
Una traducción estrictamente literal no ayudaría tampoco dado que dice algo sin sentido para nosotros, pues se usa un modismo semítico, es decir una forma de hablar de la época. Hoí huioí toú nunfónos se traduce por “los hijos del lecho nupcial” o “los hijos de la sala del banquete”, expresión que en su sentido original significa “los amigos íntimos del novio que se ocupaban de todo lo necesario para la celebración de la boda y de animar la fiesta”. (Mateos y Camacho 1981:95).
“remiendo” (v. 16)
Jesús ahora pone un ejemplo que cuestiona lo inservible de la religiosidad judía y sus rituales tan apreciados por el judaísmo oficial. (Recuerde que en 9:13 Jesús, citando al profeta Oseas, ya había puesto la misericordia hacia los perdidos por encima de los sacrificios en el templo). “El judaísmo era un vestido ya viejo y gastado: el Evangelio, pieza nueva, no había de zurcirse al vestido viejo. La novedad evangélica era incompatible con la vejez judaica” (Bover 1946:206).
Efectivamente, el Reino de Dios no viene a remendar nada como si fuera un parche. El Reino de Dios es novedad de vida, vida en abundancia (Jn 10:10). Es calidad de vida para todos los que siguen a Jesús (como Mateo, los demás discípulos y la comunidad cristiana). El Reino de Dios hace de las personas una nueva creación (2 Cor 5:17), por eso es “evangelio”, una buena noticia para la humanidad. Pero así no lo veían ni los fariseos ni los “discípulos de Juan”.
En conclusión, “Jesús afirma que en la comunidad mesiánica (Mesías-Esposo) no se va a imponer a sus discípulos la praxis religiosa judía. (…) El antiguo Israel ha pasado, y sus instituciones con él” (Mateos y Camacho 1981:96). El Reino de Dios es vida para todos los que siguen a Jesús.
“vino nuevo y odres nuevos” (v. 17)
Con este tercer ejemplo Jesús va a cerrar la controversia surgida a partir de la pregunta por el ayuno. Si en el primer ejemplo Jesús se muestra como el novio, es decir como el Mesías, y en el segundo ejemplo muestra lo inútil de la religión judía y sus rituales, ahora va a ilustrar que el Reino de Dios requiere de personas nuevas que han comprendido que el judaísmo sólo trae opresión y ritualismos, y que han encontrado a Jesús quien les ha dado un nuevo sentido a sus vidas.
Los “discípulos de Juan”, al igual que los maestros de la ley y la religión oficial que representan, son como los odres viejos. Por lo mismo tienen que nacer de nuevo, como Nicodemo (Jn 3:3) y como el resto de discípulos que lo dejaron todo para seguir al que da la vida verdadera. “El Evangelio, vino nuevo, no podía ponerse en odres viejos: exigía odres nuevos. Los odres viejos eran ellos, los incapaces de comprender al Maestro; los odres nuevos eran estos discípulos criticados”. (Bover 1946:206-207).
A modo de conclusión podemos decir que “esas ilustraciones muestran que la nueva situación introducida por Jesús no podía ser simplemente un remiendo al antiguo judaísmo y, tampoco, ser derramado en el viejo odre del judaísmo. Nuevas formas tenían que acompañar el Reino que Jesús ahora estaba inaugurando. Intentar domesticar a Jesús incorporándolo a la matriz de la religión judaica instituida sólo serviría para arruinar tanto el judaísmo como la enseñanza de Jesús”. (Carson 2010:273).
IDEA CENTRAL DEL TEXTO
Jesús va a enseñar que él es el Mesías quien ha venido a formar la comunidad del Reino (que más adelante se llamará la “iglesia”, 16:18; 18:17). Al momento es tiempo de celebración, pero llegará el día en que, dado el carácter de su mesianismo sufriente, sus discípulos sentirán su muerte y su partida. El Reino de Dios es novedad de vida, y viene a transformar a las personas y toda la creación. El evangelio no se adapta a la religiosidad judía y sus rituales. Éstos son un impedimento para que el Reino de Dios llegue a otras personas.
LECCIONES QUE APRENDEMOS
Acerca de Jesús:
Jesús supo canalizar una pregunta agresiva contra él y sus discípulos hacia el plano de su identidad y misión: Jesús era el Mesías anunciado en las Escrituras quien vino a traer el Reino de Dios.
Jesús enseñó, en base a tres ejemplos, que el Reino de Dios es incompatible con ciertas prácticas que valoran o promueven los practicantes de una religiosidad propia de los que no reconocen a Jesús como Mesías.
Jesús enseñó que el Reino de Dios vino a renovarlo todo. Su historización no tiene que ver tanto con una institución religiosa caduca y sus rituales, sino con la nueva vida que se inicia con el discipulado o seguimiento a Jesús.
Acerca de los “discípulos de Juan”:
En realidad estos no eran discípulos de Juan. Y aunque se identificaban con éste, parece que habían olvidado que Juan había sido el que vino a abrir el camino al Mesías. Debieron mirar a Jesús, no utilizar el nombre de su precursor para esconderse en una religiosidad caduca y sus prácticas tradicionales.
Estos “discípulos” nos advierten que debemos saber distinguir quiénes son verdaderos o falsos discípulos de algún maestro que ha estado vinculado con Jesús el Mesías. Pero para ellos, por más equivocados que estén, también es el Reino de Dios. Debemos hacérselo saber.
Fuentes usadas
Bonnard, Pierre. (1976). Evangelio según san Mateo. Madrid: Cristiandad.
Bover, José. (1946). El evangelio de san Mateo. Barcelona: Balmes.
Carballosa, Evis. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Tomo I. Grand Rapids, MI: Portavoz.
Carson, Donald. (2010). O Comentário de Mateus. São Paulo: Shedd Publicacoes.
Gartenhaus, Jacobo. (1974). A mi pueblo. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
Mateos, Juan y Fernando Camacho. (1981). El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid: Cristiandad.
Nelson, Wilton. edit. (s/f). Ayuno, Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, edición E-Sword.
Nuevo Testamento y Salmos. Biblia de estudio. (1990). Estados Unidos: Sociedades Bíblicas Unidas.