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jueves, 3 de diciembre de 2020

Iglecrecimiento, una evaluación desde la Fraternidad Teológica Latinoamericana

    No se requiere de mucho criterio para observar que cuando hay diferencias marcadas de color, estatura, ingresos, limpieza y educación, los hombres entienden el evangelio mejor cuando es explicado por su mismo tipo de gente. Ellos prefieren unirse a iglesias cuyos miembros se parecen, actúan y hablan como ellos mismos.

Donald McGavran (1970:198)

 Introducción

Pocos son los estudiosos de la misión que le negarían importancia a la teoría y movimiento misiológico de Iglecrecimiento. Éste ha tenido una notable influencia en muchas iglesias locales, denominaciones y hasta seminarios teológicos del continente, dado que toca un aspecto sensible como es el del crecimiento (numérico) de la iglesia. La FTL desde muy temprano tomó una posición crítica -a la luz de la perspectiva del Reino de Dios- respecto a Iglecrecimiento, lo cual no significaba que se oponía al crecimiento de la iglesia. Me parece que dicha crítica no ha perdido vigencia.

 1. En busca de una definición

Aunque la cita de McGavran no pretende reducir Iglecrecimiento al “principio de las unidades homogéneas” (PUH), sí debo decir que es difícil darle un rol secundario en la articulación de dicha propuesta misiológica. Por otro lado, hay que indicar que no es fácil definir a Iglecrecimiento (Van Engen 1994). Incluso a sus mismos propugnadores les es difícil ponerse de acuerdo. Aquí nos vamos a referir a ella como una teoría y un movimiento a la vez. Pero realmente ¿Qué es? Dejemos hablar a una institución de dicho movimiento y a tres de sus expositores. Según la Academia de Iglecrecimiento Americano:

Iglecrecimiento es la ciencia que investiga la implantación, multiplicación, funcionamiento y la salud de las iglesias cristianas, específicamente en lo que se relaciona con la implementación de la Gran Comisión de “hacer discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Iglecrecimiento es simultáneamente una convicción teológica y una ciencia aplicada, tratando de combinar los principios eternos de la Palabra de Dios con los conocimientos contemporáneos de las ciencias sociales y de la conducta humana, teniendo como marco de referencia el trabajo fundamental hecho por el doctor Donald McGavran y sus colegas del Seminario Teológico Fuller. (citado en Miranda 1985:11).

Juan Miranda dice: “[Iglecrecimiento] es un movimiento cooperativo para descubrir, enseñar, e implementar los métodos técnicos y los principios espirituales que harán crecer las iglesias locales y extenderán el reino de Dios.” (1985:8). Fred Smith añade: “La ciencia del Iglecrecimiento es relativamente nueva en el mundo evangélico y todavía se encuentra en proceso de desarrollo. Sin embargo, tiene mucho que decirnos cuando nos detenemos a considerar su hipótesis: Si una iglesia aplica los principios que promociona esta ciencia habrá crecimiento tanto numérico como espiritual.” (1993:21). Finalmente, dice Peter Wagner que “[Iglecrecimiento] es el método de evangelizar más efectivo que hay debajo del cielo en el de establecer iglesias nuevas.” (1997b:11).

Pero ¿qué es realmente Iglecrecimiento? ¿una ciencia? ¿una convicción? ¿un método? ¿un movimiento? Hacemos estas preguntas porque cada término tiene una connotación diferente. Resulta curioso que ninguno de sus propugnadores la defina como “teoría”, tal vez porque este término tiene cierto sentido especulativo. (Padilla 1988:247-248). Quien así lo ha definido es Orlando Costas. Dice: “una descripción más precisa (…) sería la de una teoría misional”. (1984b:87). Esto nos lleva al siguiente punto, si Iglecrecimiento es tan sólo una teoría entonces habría que entenderla como eso, nada más. No hay que darle el status de “ciencia”, es tan sólo una forma de entender la misión cristiana tal como existen otras tantas teorías misionales. 

2. Génesis y características

La teoría misional de Iglecrecimiento está profundamente ligada a la persona de Donald McGavran y su experiencia en el campo misionero. (1986:57-58). Rogelio Greenway ofrece datos importantes para comprender el movimiento. Me disculpo por la extensa cita:

Fundado por Donald A. McGavran (n. 1897), el movimiento del Crecimiento de la Iglesia ha llegado a ser la escuela de pensamiento misionero más influyente durante los últimos treinta años. (…) Fundó el Instituto del Crecimiento de la Iglesia en Eugene, Oregon, en 1961. Unos pocos años más tarde éste llegó a ser parte del Seminario Teológico Fuller, en Pasadena, California, sirviendo Donald McGravan como el primer decano de la Escuela de Misión Mundial e Instituto del Crecimiento de la Iglesia. (...) Misiólogos sobresalientes que están asociados con el movimiento del Crecimiento de la Iglesia son Alan R. Tippett, antropólogo, Ralph Winter, historiador de misiones y pensador pionero del reciente movimiento de Pueblos no Alcanzados, C. Peter Wagner (n. 1930), estratega de misiones, J. Edwin Orr (1912-1987), estudioso de grandes avivamientos, Arthur Glasser (n. 1914), teólogo de misiones, y Charles H. Kraft (n. 1932), antropólogo y etnólogo. Eddie Gibbs (n. 1938), de Gran Bretaña, se unió recientemente a la escuela de Pasadena. (1992:229-230).

El primer colaborador de McGavran fue Alan Tippett, un antropólogo y antiguo misionero como él. McGavran era el estratega y promotor del movimiento mientras que Tippett el científico social. Ya en Fuller Theological Seminary McGavran se relacionó con Kenneth Strachan, de la Misión Latinoamericana (LAM) y fundador del Movimiento Evangelismo a Fondo (EVAF), de amplia repercusión en América Latina. Esta relación explica parcialmente la influencia posterior de Iglecrecimiento en América Latina y los estudios de campo que se hicieron. Cf. Read, William y otros (1970) y Orr (1978).

Es en esta época en que se vinculan a él Ralph Winter (ex misionero en Guatemala) y Peter Wagner (ex misionero en Bolivia). Con el tiempo Wagner iba a ser no sólo el más destacado expositor de Iglecrecimiento sino el sucesor de McGavran en la cátedra en Fuller. Por su parte Winter estableció su propia línea de trabajo al interior de Iglecrecimiento. McGavran en el Instituto de Crecimiento de la Iglesia y en la Escuela de Misión Mundial ocupó la decanatura. Dicho Instituto tenía los siguientes propósitos: (1) Promover la investigación del crecimiento de iglesias mediante becas a misioneros que harían estudios de campo, de preferencia en América Latina; y (2) que los estudiantes y misioneros sean especialistas en evangelización e iglecrecimiento.

Luego, a inicios de los setenta Peter Wagner comenzó a asumir responsabilidades mayores en el movimiento. Así llegó a ser director de la Fuller Evangelistic Association (AEF), y mediante ella se interesó en los problemas misiológicos de las iglesias estadounidenses y del mundo hispano. Es a partir de este momento, cuando McGavran y Wagner unen esfuerzos, que Iglecrecimiento comienza a alcanzar dimensiones mundiales. Muy pronto en América Latina comenzaron a aplicarse los principios de Iglecrecimiento, puesto que se interpretaba que eran fieles a la Palabra de Dios (Smith 1989) y así su literatura llegó a ser tan abundante como apreciada. (Kammerdiener 1975; Wagner 1980; Crane 1981; Cho 1985).

3. Principios básicos de Iglecrecimiento 

Iglecrecimiento ha inaugurado criterios, perspectivas misiológicas e incluso un lenguaje particular: colonos, consumidor, enfermedades eclesiásticas, mandato cultural, mandato evangelístico, las 3 P (Presencia, proclamación y persuasión), evangelismo E-0, E-1, E-2, E-3, misión M-1, M-2, M-3, pioneros, pueblos no-alcanzados, principio de unidades homogéneas (PUH), adopte un pueblo, puertas, servicio social, etc. Pero detrás de esta nueva fraseología e ideas se encuentran los siguientes postulados:

(1) Son factores de carácter cultural, antropológico particularmente, los que afectan de manera determinante la respuesta de la gente al Evangelio. Así, los grandes obstáculos para la conversión son de carácter social y no estrictamente teológicos. (McGravan 1970:191; Wagner 1973:157). Esto explica por qué Iglecrecimiento ha puesto desde sus inicios énfasis en el uso de las ciencias sociales (particularmente la investigación y el análisis de la sociología funcionalista) como instrumentos necesarios en la tarea misionera. 

(2) La conversión a la fe cristiana no tiene que implicar necesariamente “desórdenes culturales” para las personas o grupo social que acepta el Evangelio. Por ello es que Iglecrecimiento sostiene, a pesar de las críticas fundadas, que la evangelización preferentemente debe darse dentro de grupos “culturalmente homogéneos” (PUH). Iglecrecimiento aboga por un cambio cultural mínimo. (Kraft 1978:121).

(3) Interpreta la Gran Comisión (Mt 28:19-20) como un imperativo de Jesús para hacer discípulos y formar iglesias en todas las naciones. Por ello es que Iglecrecimiento objeta todo esfuerzo misionero que no resulte en conversiones, así como en la multiplicación de nuevas congregaciones. 

(4) El crecimiento numérico es una meta fundamental. Para ello Iglecrecimiento incorpora, además, las técnicas del mercadeo. Así como el mercado se coloca en un lugar estratégico y provee diversos servicios para sus clientes de forma atractiva, la iglesia puede aprender de estos criterios para alcanzar a las personas con el Evangelio.

Según los teóricos de Iglecrecimiento, este movimiento ha hecho varias contribuciones al campo de la misión: (1) El principio teológico: la evangelización es central en el trabajo misionero; (2) El principio ético: Dios está interesado en resultados concretos (discípulos, iglesias), y no en meros informes de los misioneros; (3) El principio misiológico por excelencia es el PUH, el cual tiene que ver con lo social, lo cultural y lo étnico; (4) El principio de “formar discípulos” que se integran a la iglesia. Si no hay nuevos discípulos entonces no se está haciendo bien las cosas; (5) Los campos misionales en los cuales la semilla no germina deben ser abandonados, pues importa invertir en lugares que muestran una buena cosecha; y (6) Importa descubrir los dones espirituales, pues cada miembro debe colocarlos al servicio de la iglesia. (Los dos últimos se lo debo a Kuchenbecker 2004:23).

 4. Iglecrecimiento y Reino de Dios

Nos preguntamos si en Iglecrecimiento hay un concepto propio del Reino de Dios o si acaso asume el significado que ya le daba la teología conservadora, y al cual sólo le sumaría el énfasis en el crecimiento de la iglesia. Por otro lado, está el tema de si existe una teología del Reino desde los inicios del movimiento con McGavran, o si dicha teología recién se hizo más evidente con los otros expositores de Iglecrecimiento.

Ralph Winter en su artículo “The Kingdom Strikes Back: The Ten Epochs of Redemptive History” muestra cómo la fe cristiana ha ido ganando terreno a lo largo de la historia. Pero concluye diciendo que “The expanding Kingdom is not going to stop with us”, para finalmente citar Mt 24:14, donde Jesús señala que el Evangelio debe ser predicado a todo el mundo (1981:155). Por su parte, Alan Tippett sostiene que en la Biblia “se asigna a la iglesia un papel importante en el reino mesiánico por venir”, para luego añadir que hay “un imperativo misionero para todo tiempo y para la importancia del Iglecrecimiento sobre la tierra en nuestro día.” (1978:108).

Estas dos citas son elocuentes pues muestra que ambos colegas compartían el mismo punto de vista: la iglesia al llevar el evangelio a todo el mundo hace presente, extiende el Reino de Dios. La lógica es: Reino de Dios–Iglesia–Misión (Evangelización). Y por supuesto los principios de Iglecrecimiento calzan bien en esta perspectiva, pues es la forma cómo hacer la misión. Dejemos hablar a Arthur Glasser:

Church Growth Theology finds in the New Testament no brace talk of winning the world for Christ in order thereby to usher in His Kingdom. Rather, the mandate is to preach, witness, and persuade men to become Christ’s disciples. Those who respond experience what He called the new birth and enter His Kingdom (John 3:5). As children of the Kingdom they constitute His Church. But they are not the Kingdom, nor can they produce it. Rather, they enter into mission and persuade others to believe. As they labor they pray: “Thy Kingdom Come!” In the cosmic moral struggle of our day there is no neutrality. One has either come under the rule of the King or he has not. And the task of the Church is to see that the opportunity to believe and obey is extended to all men. (1972:370).

Peter Wagner se ha esforzado en sus numerosos escritos en vincular el Reino de Dios a la manifestación de señales, aunque no lo circunscribe a éste. (Wagner 1981, 1985 y 1997a). Wagner después de recordar que el Reino de Dios se manifestó en señales y prodigio en el ministerio de Jesús, puntualiza que “en Brasil y en muchos países de la América Latina, el ministerio de sanidad ha sido una puerta abierta que ha ayudado al crecimiento de aquellas denominaciones evangélicas que no creen en el ministerio de sanidad. Ha hecho que estén más alertas en cuanto al poder de Dios y que sean más sensibles a este”. Y, citando a Charles Kraft, concluye que con las sanidades se trae “el reino de Dios al mundo” (1985:35, 54, 123).

Posiblemente es en “The Church, The Kingdom and the Cultural Mandate” (1981:1-26) donde Wagner ha desarrollado más ampliamente su concepto del Reino de Dios en relación a la discusión misiológica en ese momento. Efectivamente, cita no sólo a George Ladd, sino que debate con Howard Snyder, David Bosch y particularmente con sus críticos de la FTL como Orlando Costas, René Padilla y Samuel Escobar.

Y aunque Wagner pretende conocer los argumentos de sus críticos, vuelve a la idea innegociable de que el Reino de Dios se extiende en tanto la iglesia predica el evangelio a todas las naciones. Además, dicho Reino siempre manifiesta su poder por medio de los prodigios y señales. Aún más, las iglesias que crecen numéricamente son aquellas que desarrollan la capacidad de recepción de esas manifestaciones de poder. (1997a:32-34). Como vemos, Peter Wagner en su perspectiva del Reino de Dios no hace más que corroborar la interpretación común que había en el movimiento de Iglecrecimiento.

5. Una evaluación desde la FTL

Realmente no es cómodo hacer una evaluación o crítica de la teoría de Iglecrecimiento, y no precisamente por la forma cómo éste articula su propuesta misiológica sino por el nivel de influencia y aceptación que tuvo -y tiene aún- en las iglesias y los pastores que ministran en un continente donde los evangélicos aún son una clara minoría religiosa.

Expresiones como “¿Será posible que alguien se oponga al crecimiento de la iglesia?” o “Quien critica el crecimiento de la iglesia debe ser un instrumento del diablo”, dejan poco espacio para una sana criticidad basada en la Palabra de Dios. El tema no era si la iglesia evangélica debía crecer o no numéricamente. El asunto era otro y así lo pensaban algunos miembros de la FTL. René Padilla puntualizó: “No ignoramos que para muchos evangélicos la sola sugerencia de que en las iglesias evangélicas podría haber un crecimiento numérico no deseable es absurdo y quizás irreverente. Par ellos, hablar del crecimiento numérico de estas iglesias es hablar de la extensión del Reino de Dios, y eso es todo.” (1994:32).

Aunque Sharon Heaney encuentre que la crítica de la FTL a la teoría de Iglecrecimiento es básicamente a la eclesiología que proponen (2008:197), creo que el asunto va más a fondo. Ya desde muy temprano... (Si deseas continuar con la lectura. Puedes descargar el artículo completo en PDF)

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