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jueves, 5 de marzo de 2020

“CRECIMIENTO” EN LAS CARTAS DE PABLO

Aunque parezca extraño el apóstol Pablo, a pesar que trece cartas del Nuevo Testamento tienen su firma, no dice tanto sobre el “crecimiento” como quisiéramos que diga. Pero lo que dice es suficiente. Veamos:

(1) Pablo dice que el crecimiento lo da Dios: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Cor 3:6-7). Como queda claro, Dios no es el que siembra, tampoco es el que riega. Dios da el crecimiento sobre lo que los cristianos hacen. Dios no va a dar crecimiento sobre lo que no se plantó ni regó. 

¿Queremos ver el crecimiento que da Dios? Pues cada miembro ha de sembrar la semilla de la Palabra, la semilla del Evangelio y además debe regar, es decir cuidar lo sembrado. Observa lo que dice Pablo en otras cartas: “de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efe 4:16) y “no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios” (Col 2:19). 

(2) Pablo habla sobre un crecimiento del cual pocos se enfatiza hoy: el crecimiento en la fe. “No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla” (2 Cor 10:15). Y más adelante dirá “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás” (2 Tes 1:3).

¿Y cómo crece la fe? Pablo aclara ese punto en Rom 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. ¿Y dónde crees que los cristianos de Roma iban a oír la Palabra de Dios? Lo más probable que en las iglesias, las comunidades cristianas que por necesidad se reunían en las casas de algunos cristianos (Rom 16:5).

(3) Pablo indica que los cristianos han de crecer “en todo”. Dice: “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efe 4:15). ¿Qué significarán estas palabras? Que hay que crecer en amor, en servicio, en disposición, en cordialidad, etc., todo en dirección a Cristo. ¿Y en dónde se crece? En todo lugar, en todo momento, día a día, semana a semana, año tras año. Este crecimiento es la evidencia de la madurez que vamos alcanzando en Cristo y que es de bendición a todos.

(4) Finalmente hay otro tipo de crecimiento en la experiencia del apóstol Pablo, del cual da cuenta el médico y misionero Lucas: el crecimiento de la Palabra de Dios. “Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba” (Hch 12:24); “Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor” (Hch 19:20). Y si la Palabra de Dios crece es porque definitivamente alguien la está predicando, alguien la está enseñando. ¿Queremos que la Palabra de Dios crezca? Pues a predicar, a sembrar la semilla, Dios dará el crecimiento. 

Una de las cosas que todo cristiano debe saber es que intrínseco a su fe en el Señor es el crecimiento que se debe evidenciar en su vida personal, en su compromiso eclesial y en su testimonio en todo lugar. Pablo escribió a la iglesia de Dios en Corinto: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor 15:58). Esas palabras son también para nosotros.
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